07 de noviembre de 2021
Dueño de funeraria explica que personas ahora prefieren la cremación y las urnas
La pandemia por Covid-19 rompió con las tradiciones en los servicios funerarios, y ahora son requeridas con mayor frecuencia las cremaciones y urnas en lugar de los féretros, como se acostumbraba previo a la contingencia sanitaria, asegura David Vélez Ponce, dueño de Funerales París y presidente de la Asociación de Propietarios de Funerarias y Embalsamadores de la Ciudad de México.
Antes, cuenta, la cifra de cremaciones era de 20% o 30%, pero actualmente es de 90%, y el artículo más vendido son las urnas.
El empresario, quien mantiene el negocio familiar, muestra el certificado de la agencia sanitaria que tiene en la entrada, el cual indica que cuentan con todos los protocolos para prevenir contagios de Covid-19 en el manejo de los cuerpos.
Enseguida están los féretros, cuyos precios oscilan entre los 24 mil pesos hasta los 34 mil, aunque pueden ser más caros. Sobre un escritorio se observa un recorte de un periódico con el féretro del exsecretario de Gobierno calderonista Francisco Blake Mora.
David dice que dicho féretro es de los más caros y que “muebles” como esos y otros están dejando de ser vendidos.
A un costado, sobre otra pared, están las urnas. Sus precios van de los 2 mil hasta los 4 mil pesos.
“El costo cambia radicalmente porque ya no hay velación, salen los cuerpos del anfiteatro o de donde se encuentren directamente a cremar. ¿Cómo cambió [la dinámica]? Antes el artículo principal era un ataúd, ahora es una urna”, detalla.
Sentado en medio de una habitación pequeña rodeado de féretros, Velez Ponce dice a El Universal que la asociación de funerarios que preside fue la encargada del manejo de los cuerpos de las personas fallecidas a causa del virus, y todos los servicios que ofrecieron fueron gratuitos, en un acuerdo con las autoridades capitalinas.
Comenta que los servicios funerarios en la capital, hoy en semáforo epidemiológico Covid-19 en color verde, se encuentran sin sobrecupo, sin la demanda de la primera ola de la pandemia.
“Antes se tenían que esperar de dos a tres días. En la segunda ola hasta semanas se tenían que esperar [por el número de fallecidos que llegaban].
“En el primer brote de pandemia más o menos hacíamos de 10 a 12 servicios diarios; en el segundo, de 17 a 20, sobre todo de adultos mayores, hipertensos y gente con sobrepeso. En el segundo rebrote se empezaron a contagiar todos, la gente sana y de todas las edades. En el tercero hubo una reducción de 95%”, cuenta.
“Si nos va bien, al menos dos servicios diarios hacemos”, dice el empresario.