Casi inmediatamente de haber iniciado la Biblioteca del Clero Zamorano con la edición de “La historia de Guía” del padre Alfonso Sahagún, Francisco Miranda Godínez presenta al lector la obra “Los Sahagún de Michoacán. Construyendo el rumbo” de Eduardo Sahagún Sahagún, ex Rector de la Universidad de la Ciénaga.
De no claro origen, hay quienes afirman que este apellido proviene del topónimo que llevaba una población de la provincia de León, España, llamada Sanct Facund, que con el paso del tiempo derivó a San Facund, contrayéndose luego a Safagún, hasta que, como hubo sucedido con el verbo facer, la pronunciación de la f viró a h aspirada: Sahagún. Si bien, etimológicamente, Facundo, en latín Facundus, proviene de la raíz indoeuropea bha- = hablar: que habla o escribe con elocuencia.
Tal y como lo ilustra el contenido de ambos libros. No cabe duda, la vida y las obras de Los Sahagún de Michoacán ejemplifica los egregios valores de un clan familiar singular. En ese sentido, el que Eduardo Sahagún comparta nos comparta algunas diapositivas de miembros de su parentela, ayuda a reafirmar los valores de la familia, tan dolorosamente transculturizados en estos días.
Nunca se podrá insistir con suficiencia que la familia es la célula básica de la sociedad. Que es en ella donde se transmiten y aprehenden patrones culturales y valores morales. Que constituye, sin lugar a duda, un espacio sustantivo donde cada uno de sus integrantes, sin importar su condición, puede saberse y sentirse confiado. Y cobijado, protegido, pleno, aceptado, festejado, amado.
A través de las páginas que acuna el contenido de este libro, y más allá de lo que Eduardo nos platique de cada uno de sus tíos, seguramente advertiremos, subyacente en su hilo conductor, cuán grande es la importancia de formar parte de una familia unida, cimiento irreductible de una buena educación y de la adquisición de valores.
En ese sentido, aunque aún no haya llegado a mis manos este libro, celebro la aparición de Los Sahagún de Michoacán, porque en medio de una sociedad cuyo núcleo celular se halla tan dañado, el ejemplo de un clan familiar que ha sabido navegar y llegar a buen puerto, a pesar de las tempestades de este siglo, invita a rescatar esa célula básica de la sociedad, sin la cual no cesarán las acciones que la violentan y la fracturan.
¡A continuar escribiendo, Eduardo!