A propósito del Día Internacional de la mujer
Si analizamos la historia de las mujeres en la ciencia, vemos un camino de grandes inventos presentes hasta hoy en nuestras vidas. Por ejemplo, Hedy Lamarr desarrolló en 1940 un sistema de comunicaciones que sirvió de base para todas las tecnologías inalámbricas que usamos en la actualidad, como el WiFi y el Bluetooth.
La científica neoyorquina Patricia Bath es considerada madre de la oftalmología moderna, inventó el láser ocular para el tratamiento de cataratas, con el que se logró devolverle la vista a millones de personas en el mundo.
Margaret Hamilton, matemática e ingeniera, codificó el software del Apolo 11, programación clave para que el hombre llegara a la Luna.
A pesar de su importancia, el trabajo de las mujeres científicas tardó en hacerse conocido y sus protagonistas se han enfrentado a la desigualdad y los prejuicios para acceder a la educación, desarrollarse en sus campos académicos y recibir el crédito en la sociedad por sus aportes.
Para lograr los objetivos del desarrollo sostenible, la ciencia, tecnología e innovación son aceleradores del desarrollo con igualdad de género. Las niñas y las mujeres representan un talento desaprovechado, hasta el día de hoy existen factores que les impiden acceder, permanecer y prosperar en las áreas de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Estos obstáculos son principalmente el poco acceso a la educación de calidad, la falta de referentes mujeres en las áreas académicas y sobre todo, los sesgos de género y expectativas que minan la motivación y rendimiento de las niñas y adolescentes en sus estudios.
Las brechas de género, es decir, la distancia que existe entre mujeres y hombres para acceder a las mismas oportunidades, beneficios y calidad de recursos, también se manifiestan en el ámbito digital y en el acceso de las niñas y adolescentes a la tecnología.
Según un estudio que analiza brechas digitales de género en población adolescente, realizado en 2022, las adolescentes entre 12 y 17 años reportan que sus habilidades en el ámbito digital corresponden a un nivel de dificultad intermedia, mientras que los adolescentes hombres se muestran más seguros de sí mismos al desempeñarse en habilidades avanzadas; como por ejemplo, en el empleo del lenguaje de la programación. Además, esta investigación nos muestra que el 53.92% de las mujeres adolescentes respondió que no ha considerado estudiar carreras dentro de la rama STEM, a diferencia del 32.25% de los hombres adolescentes.
La investigación señala que el acceso a internet es clave para una mayor autonomía económica, corporal y profesional, así como el desarrollo en los campos de las STEM. También concluye que si bien el sector público, privado y la academia buscan la expansión de la conectividad y las competencias digitales, todavía no hay consenso sobre la brecha digital de género como una problemática en sí misma, aun cuando sí se reconoce diferencias en el uso de tecnologías por parte de mujeres, niñas y adolescentes.
Las estadísticas de las brechas de género
Recientes estudios demuestran que hay un trabajo pendiente para lograr la paridad en la participación de las mujeres en las áreas de la ciencia y la tecnología. De acuerdo con un estudio del BID, en el mundo sólo el 10% de las mujeres eligen estudiar una carrera de las áreas STEM,
A nivel mundial solo el 33% de investigadores en las llamadas ciencias duras son mujeres, según el informe de Unesco “Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnologías, ingeniería y matemáticas (STEM)” (2019). El mismo documento señala que la matrícula de estudiantes mujeres en el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) es de tan sólo 3%; en las áreas de ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, 5%; y en ingeniería, manufactura y construcción, únicamente representa el 8%.
Según un diagnóstico que desarrolló la ONG Laboratoria, el 59.8% de las participantes del estudio dijeron no sentirse capaces de seguir una carrera STEM. Las barreras a nivel personal –no sentirse capaz de desempeñarse en este ámbito– son reforzadas por las barreras sociales: el 39.2% consideró que no identifica a mujeres referentes en áreas STEM, y las barreras familiares: el 24.7% refiere que sus familias preferirían que se dediquen a otro tipo de carreras, y sólo por el hecho de ser mujeres: 55.6% refirieron que dedican entre dos y cuatro horas diarias a realizar labores domésticas y 36.1% dedican las mismas horas al cuidado de familiares, responsabilidades designadas que les dificulta dedicarse a sus estudios.
Los efectos de las diversas barreras que enfrentan las adolescentes mujeres se reflejan también en la realidad de las estudiantes de las facultades de ciencias e ingeniería, ya que hay más hombres que mujeres matriculados en estas disciplinas, por lo que la Unicef lanzó la iniciativa “Más chicas TEC”, programa que tiene el objetivo de cerrar las brechas de género en las carreras STEM, a través de la capacitación a adolescentes mujeres y hablar de la problemática para darle visibilidad y que sea un tema relevante a resolver en la sociedad.
Para que la realidad cambie y las estadísticas mejoren, es necesario que las normas sociales y culturales presentes en la formación de las niñas, las adolescentes y el entorno de las mujeres que se encuentren estudiando o trabajando, no sean limitantes, sino que las motiven a seguir desarrollándose y convertirse en lo que deseen y puedan llegar a ser. Es un trabajo en conjunto de los sistemas de educación, la familia y la sociedad para reconocer la existencia de las brechas de género y apoyar a las mujeres para que estas barreras disminuyan, este cambio permitiría el auge de mujeres profesionales con potencial y talento, que brinden sus aportes para el desarrollo del país y su comunidad.