Las noticias de la semana iluminadas con un toque de irreverencia y desenfado
Más que un pésimo manejo de las normas elementales de seguridad, la orden dada a los reporteros por Marco Antonio Mosqueda, jefe de Protección Civil de la Presidencia, mientras ya saben quién y su séquito abandonaban el Salón Tesorería de Palacio Nacional por el sismo que se registró el jueves durante el monólogo matutino, resume por entero el sentir de la cuatro tés hacia los periodistas, pues cada vez le parecen más molestos por el simple hecho de cumplir su chamba e informar a los mexicanos de los problemas que enfrentamos.
«Sólo había pasado una hora con 20 minutos de conferencia cuando el sonido de la alarma sísmica hizo que el presidente Andrés Manuel López Obrador interrumpiera su mensaje en Palacio Nacional por primera vez en tres años de gobierno», señaló la crónica que publicamos aquí, por lo que con tranquilidad, el Mandatario dejó el salón para dirigirse al patio central. «Atrás salió su equipo de Ayudantía: Leticia Ramírez, titular de Atención Ciudadana; Carlos Torres, secretario técnico del gabinete y corriendo, su vocero, Jesús Ramírez. Sin embargo y contra las medidas básicas de seguridad, Marco Antonio Mosqueda, jefe de Protección Civil de Presidencia, pidió a los reporteros, camarógrafos y fotógrafos no salir y que permanecieran sentados», afirmó.
«‘¡Siéntense, siéntense!’, ordenó el funcionario en el recinto histórico, donde hay cuatro torres de más de seis metros de altura que soportan luces.
‘Permanezcan sentados, sentaditos’, reiteraba». Luego de un par de minutos, ya pasado el temblor, Mosqueda -¿será de los que brincaron de la selecta Ayudantía a cargos federales con altos sueldos?- permitió que los abnegados periodistas que cubren la mañanera (no cualquiera aguanta eso todos los días, la verdad) también salieran del Tesorería. Añade nuestra crónica que «un par de horas más tarde [Mosqueda] informó que dio esa orden porque los reporteros ‘andan detrás de la noticia y van a salir corriendo'».
Sólo faltó, por una ironía del destino, que el movimiento telúrico hubiera ocurrido un día antes durante el gustado segmento cómico a cargo de Ana Elizabeth García Vilchis, quien posiblemente habría declarado «es cierto que está temblando, pero se exagera». Bueno, pues dejando la terrible ineptitud aparte, que en la Casa Blanca, el Kremlin, la Casa Rosada, el Palacio da Alvorada, Downing Street, o el Elíseo le hubieran costado el puesto a Mosqueda por impedir que los reporteros se resguardaran en un sitio más seguro, aquí van algunos ejemplos de por que su frase quedará inscrita en la historia de la tragicomedia nacional, por sintetizar fielmente los sentimientos de la cuatro tés hacia el periodismo:
Sentados y quietos, porque son representantes de un «pasquín», de nuestros «adversarios», de los «fifís» y «conservadores».
Sentados y quietos, porque reportaron el escándalo de la casa gris, en vez de hacer preguntas a modo como Lord Molécula y los youtubers.
Sentados y quietos, porque no revelan sus salarios y encima, entrevistan a «machuchones» que defienden a los organismos autónomos que protegen los datos personales, la integridad de los procesos electorales y la transparencia de la información pública.
Sentados y quietos, porque «están obsesionados» con llevar la cuenta de las víctimas de la pandemia.
Sentados y quietos, porque investigaron la cadena de fallas que llevó al desastre de la Línea 12 del Metro y eso es «una campaña de linchamiento político», puesto que la «gente humilde, trabajadora, buena, entiende que estas cosas desgraciadamente suceden y ahí no impacta política-electoralmente».
Sentados y quietos, porque publican información sobre el daño ambiental que provocará en la selva el Tren Maya.
Sentados y quietos, porque informan sobre la impunidad del crimen organizado que se apodera de regiones enteras.
Sentados y quietos, porque exigen que se detenga la violencia contra los periodistas. (El Universal)
