FRANCISCO MARTINEZ GRACIAN // No más grados escolares, dice Delfina

         Aún más que el nivel socioeconómico, es el educativo el que de veras constituye un índice fiable del grado de desarrollo integral en el que se halla un país. A diferencia de Finlandia, Israel, Corea del Sur y Singapur, cuyo nivel educativo es de los más altos, México se encuentra entre los más bajos del mundo.

         Sin un sistema educativo de calidad total, indubitablemente probado, por más ‘mañaneras’ que a diario nos recete López Obrador, por más obras emblemáticas de infraestructura que nos siga restregando: Tren Maya, Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, etc., su Cuarta Transformación, cualquiera que ésta sea, quedará en transformación de cuarta.

         Por muy buena maestra de escuela que Delfina, nuestra Secretaria de Educación, haya sido; su reciente propuesta de sustituir los grados escolares por fases de aprendizaje de acuerdo al Marco Curricular y Plan de Estudios vigentes, no asegura en realidad ningún beneficio.

         De proceder esa iniciativa, de aquí en delante, en vez de organizar el sistema educativo nacional en tres tipos de educación: básica (preescolar, primaria y secundaria), media superior (bachillerato) y superior (universidad: técnico superior, licenciatura y posgrado -especialidad, maestría y doctorado-) y en cuatro formas de administración: federal, estatal, autónoma y particular; seis serán las fases de aprendizaje: fase uno, educación inicial = primeros tres años de los infantes; fase dos, educación preescolar; fase tres = primero y segundo de primaria; fase cuatro = tercero y cuarto de primaria; fase cinco = quinto y sexto de primaria y fase seis = primero, segundo y tercero de secundaria. A lo que habrá que sumar la educación inicial (entre los 45 días y tres años de edad), la educación especial y la educación para adultos.

Además de esos tres tipos de educación, el sistema educativo nacional comprende la educación inicial, la educación especial (personas con capacidades diferentes) y la educación para adultos (para individuos de 15 años en delante que no hayan concluido la educación básica: alfabetización, primaria, secundaria y capacitación para el trabajo).

Arquitrabe que constituye el andamiaje sobre el que descansa nuestro actual sistema educativo; aunque lo que en realidad importa, lo que lo hace o no efectivo, son la calidad de su contenido y la calidad didáctica con la que sea transmitido. Podrá Delfina cambiar el andamiaje sustituyendo los grados escolares por fases de aprendizaje, mas no asegurará con hacerlo un mejor beneficio.

         Cierto, las fases del aprendizaje conllevan motivación externa e interna, contextualización de los contenidos, clara formulación de los objetivos formativos, materiales y recursos, comprensión, aplicación de lo aprendido y retroalimentación. No obstante, esas fases no son ajenas a los grados escolares. Porque en este México nuestro, más que andar cambiando los andamiajes del sistema educativo, lo que en realidad hace falta es, por una parte, mejorar infinitamente los contenidos e infinitamente también las maneras de transmitirlos; por la otra, en vez de andarse por las ramas y rehuyendo una y otra vez las pruebas o exámenes evaluativos, establecerlos con todo rigor con el fin de comprobar o no la efectividad de nuestro sistema educativo. 

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FRANCISCO MARTÍNEZ GARCIÁN

Estudió Filosofía y Teología, en el Seminario Diocesano de Zamora, Historia en la Normal Superior Nueva Galicia de Guadalajara y fundador de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.

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