“En tiempos de guerra vemos cómo el enemigo lo que más intenta es despreciar a la mujer. Hemos visto, hemos escuchado varias grabaciones de conversaciones de los ocupantes hablando con sus mujeres en Rusia. Conversaciones donde la mujer de un soldado ruso le anima a violar a las mujeres ucranianas para que él pueda sentirse mejor. Vemos con qué ligereza las mujeres rusas esperan el dinero por sus maridos muertos o heridos”, dice en este mensaje Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk.
(ZENIT).- Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk reflexiona en este mensaje, el 52 desde el inicio de la invasión de Rusia, en el mandamiento de no desear el marido o mujer ajenos. Comenta la ligereza con que se vive este tema por parte no sólo de los soldados rusos sino incluso de algunas mujeres rusas en su propio país. A continuación el mensaje completo en español en este Sábado Santo del calendario romano-latino.
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¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es sábado 16 de abril de 2022 y el pueblo ucraniano lleva 52 días en que lucha, resiste y derrota al ejército del agresor injusto, al soldado ruso, que pisotea nuestra sufrida tierra.
Esta noche en particular, Ucrania entera se estremeció por los golpes de los misiles. Esta mañana, literalmente al lado nuestro, no muy lejos de nuestra iglesia Patriarcal nuevamente dispararon con misiles. Dispararon misiles rusos contra Kyiv, contra Lviv, Dnipropetrovsk, Kropivnitska y Poltava. Nuestras ciudades en el este y en el sur de Ucrania nuevamente se estremecieron por las explosiones. La ciudad mártir de Mariúpol se mantiene en pie. También se mantiene de pie y luchando la herida Kharkiv.
Pero Ucrania cada vez más siente que la victoria está de nuestro lado… Cada día nos hacemos más fuertes. Nuestro espíritu se va fortaleciendo más y más. Y rezamos, suplicamos a Dios para que esta locura se termine lo más pronto posible, rezamos por la justa paz para nuestra Patria.
Hoy quiero meditar sobre el noveno mandamiento de la ley de Dios, que dice: “No codiciarás la mujer de tu prójimo”. Este mandamiento de Dios protege la dignidad de la persona humana que fue creada a su imagen y semejanza. Del ser humano que es el corazón del universo y que corona la creación de Dios. Este mandamiento nos dice que el hombre nunca puede ser reducido al nivel de una cosa, a un mero objeto de deseo. Esta ley de Dios protege de manera especial la dignidad de la mujer. Porque la mujer no es propiedad del hombre. El Señor dice: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”. El hombre y la mujer crean un solo cuerpo. Este es un espacio único de su presencia en el mundo visible y material.
Una mujer nunca puede ser un objeto, un objeto de deseo, un objeto de comercio. Peor aún, no puede ser un objeto para ser humillado. La persona, el ser humano, nunca puede ser utilizada como un instrumento para algo. La persona humana no es algo, no es una cosa que se puede sacrificar fácilmente para conseguir objetivos políticos, ni económicos ni tampoco de puro consumismo.
Hoy la mujer ucraniana es la heroína de esta guerra. Ella es la que va con un arma en la mano junto a nuestros héroes, junto a los hombres que dan su vida por la patria. Ella es la que heroicamente se esfuerza en el frente de la ayuda humanitaria. Ella es la varona, la protectora de la vida humana durante la guerra en Ucrania. Es la guardiana del solaz familiar y del calor del hogar. Es la madre la que custodia, la que mantiene a sus hijos a salvo mientras van de camino como refugiados obligados a huir de su patria… Qué importante es hoy para nosotros proteger la dignidad humana y la dignidad de la mujer.
En tiempos de guerra vemos cómo el enemigo lo que más intenta es despreciar a la mujer. Hemos visto, hemos escuchado varias grabaciones de conversaciones de los ocupantes hablando con sus mujeres en Rusia. Conversaciones donde la mujer de un soldado ruso le anima a violar a las mujeres ucranianas para que él pueda sentirse mejor. Vemos con qué ligereza las mujeres rusas esperan el dinero por sus maridos muertos o heridos. Este mandamiento de Dios nos enseña a respetar la dignidad de la persona humana.
Hoy rezamos: Oh Dios, incluso en medio del infierno de la guerra, ayúdanos a ser seres humanos dignos, decentes. Ayúdanos a respetar a los nuestros, pero también respetar a los demás, a respetar también su dignidad.
Hoy rezamos por las mujeres ucranianas. Hoy las honramos y queremos mostrarles nuestro respeto para que así la Palabra de Dios, la ley de Dios, siga estando del lado de la vida en nuestra Ucrania, nuestra Madre, nuestra Madrecita…
Oh Dios, bendice a nuestro pueblo y a nuestra tierra ucraniana.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!