La descripción del presidente López Obrador no resulta de malquerencia alguna, sino de evidenciar características que son comunes a los líderes autoritarios populistas.
Esta columna ha dicho que está enfermo, que es incapaz y, recientemente, que es criminal. Tantos calificativos pueden hacer pensar a muchos que más que una descripción, se trata de una reacción visceral del columnista, de animadversión o, como dicen ahora, de odio. Por otra parte, habrá quien crea que no es posible cumplir simultáneamente esas tres condiciones. Finalmente, no faltará el que califique de absurdo que alguien así pudiera escalar tan alto.
Me parece que las tres condiciones se refieren a tres facetas diferentes: la sanidad psicológica, la capacidad mental y la orientación moral. En ese sentido, me parece que pueden ocurrir simultáneamente en una persona.
El calificativo sicológico, obviamente no un diagnóstico, resulta de la llamada ‘tríada negra’ en la psicología pop: narcicismo, maquiavelismo y psicopatía. Primero, todo se trata de él, no creo que aquí haya discusión. Segundo, actúa de manera oblicua, indirecta, torcida, y por eso siempre imagina complots y conspiraciones en su contra (el león cree…). Finalmente, creo que también es evidente su falta de empatía con amplísimos grupos de la población, que contrasta con su acercamiento a grupos criminales.
Al respecto, los costos humanos de sus decisiones, desde el menosprecio a la pandemia hasta el desprecio a los derechos humanos, han sido muy elevados. Y aunque no se le pueda culpar directamente de una muerte, es responsable de miles de ellas. Por omisión, por dirección errónea de las políticas públicas, por la construcción de un ambiente, ése sí, de odio. Por eso creo que la palabra criminal es apropiada.
Finalmente, está el tema de la incapacidad. Y aquí sí hay variantes significativas. Los párrafos anteriores describen a varios populistas autoritarios en el planeta: Putin, Xi, Modi, Orbán, Erdogan, Kaczynski, o en esta parte del mundo, Trump, López, Bukele, Bolsonaro. Me parece que todos ellos comparten esa tríada oscura, que da como resultado el comportamiento criminal al que he hecho referencia. Hay sin duda diferencias en la manera en que enfrentaron la pandemia, porque algunos de ellos (Xi, Modi) la tomaron más en serio. Hay alguno (Putin) que sí puede acusarse personalmente de muertes. La actitud criminal, contra grupos específicos de su población, es general.
En cuanto a la capacidad, la mayoría de ellos tiene dificultades para entender la dimensión económica. Incluso Xi ha puesto en riesgo la economía china. Si buscamos la excepción, me parece que es Modi. Todos los demás son mercantilistas, y por ello antiglobalización.
Todos ellos han intentado eliminar la intermediación entre sociedad y poder, para convertirse en indispensables. Han tenido diferente éxito. Países con una institucionalidad más sólida, como China o Estados Unidos, han resistido mucho, aunque Xi ha logrado modificar el esquema de Deng para acercarse al de Mao. En próximos meses veremos qué tanto obtuvo.
También comparten una visión geopolítica muy particular, que resulta de las dos áreas previas: para poder aislarse económicamente y consolidar su poder personal, necesitan un nacionalismo agresivo: el imperio ruso, la gran China, ‘America great again’, el nacionalismo revolucionario.
Como puede ver, la descripción que esta columna ha hecho del presidente López Obrador no resulta de malquerencia alguna, sino de evidenciar características que son comunes a los líderes autoritarios populistas que hoy abundan. Se pueden discutir los grados en que cada uno de ellos está enfermo psicológicamente, o la magnitud de su vacío moral, pero será un asunto de detalles.
Tal vez lo más llamativo de nuestro caso es el tamaño de la incapacidad, que apenas parece comparable con Bukele o Bolsonaro. A lo mejor es la versión tropical lo que falla. La razón por la cual este tipo de líderes escala a ese nivel, sin contar con el perfil psicológico, la estatura moral o una mínima capacidad, habrá que platicarla pronto. (El Financiero)