FRANCISCO MARTINEZ GRACIAN // Mayo 15: ¡maestr@s forever!

         En griego, escuela se dice oxoin que, curiosamente quiere decir “tiempo de recreo”, si bien, en sentido más amplio, refiere el “tiempo consagrado a las tareas del espíritu”. ¡Cómo no dedicar entonces estas líneas a quienes en nuestra etapa de formación se han dedicado a recrearnos con sus conocimientos y a compartirnos sus experiencias! Por algo el adagio latino: delectare docendo = enseñar agradando.

         Como centro de encuentro y de socialización, de desarrollo identitario y de la personalidad y como lugar de capacitación profesional, la escuela constituye una de las instituciones torales de la sociedad. Vital para el individuo, indispensable para el progreso de la humanidad. Pues bien, a cargo de su buen desempeño se halla el maestro.

         Maestro no sólo es el que enseña un arte o un oficio. O quien es práctico en una disciplina del conocimiento y la desempeña con desembarazo. Tampoco nomás quien presuma contar con un título. Maestro es quien tiene y acepta la vocación para participar desde el rol docente en el autodescubrimiento y la conducción autagógica de su alumno.

         Tarea apasionante, sí, pero nada fácil. Tarea que no puede permitirse el lujo a fuerza de degradarse, de realizarse por sólo por oficio. De pender de una estructura burocrática o de reducirse a ella. En el sentido socrático, se trata de una vocación peripatética de acompañamiento leal y eficaz.

         Enseñar, capacitar, conducir, acompañar: no sólo por esos lapsos de tiempo llamados “clase”, ni sólo dentro de ese espacio llamado “aula”, sino a la manera de como lo suelen hacer, en su casa y con su familia, los padres. De esta manera dentro de ese oxoin que solemos llamar escuela, dentro y fuera de sus muros podrá cumplirse el objetivo de comunicar con eficacia y buen gusto el conocimiento global de ese inmenso complejo cultural que hasta ahora ha ido capitalizando la humanidad.

         Y de ahí en adelante capacitar y entrenar al alumno hasta coronar un día no sólo una formación profesional sino social, de modo que éste consiga en un momento dado constituirse en factor de un cambio social que encamine a una sociedad justa e igualitaria. Justo la que ahora, más que nunca, necesitamos.

         ¡Muchas felicidades, querid@s maestr@s!

Deja un comentario

FRANCISCO MARTÍNEZ GARCIÁN

Estudió Filosofía y Teología, en el Seminario Diocesano de Zamora, Historia en la Normal Superior Nueva Galicia de Guadalajara y fundador de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.

Gracias por visitarnos