Rusia empieza a crujir

El mensaje es claro: la invasión de Putin a Ucrania es un parteaguas y Rusia debe ser tratada como un paria internacional.

Pablo Hiriart

MIAMI, Florida.- Las sanciones contra Rusia comienzan a dar frutos y Putin responde, acorralado, con mentiras y arengas patrioteras. No hay engaño que dure mucho tiempo.

El lunes, la presidenta del Banco Central ruso, Elvira Nabiúllina, con frialdad y precisión, dio la señal de alerta en reunión con diputados de la Duma: Rusia se está quedando sin reservas.

La crisis comenzará a golpear en este trimestre, el segundo del año.

Hasta el momento, dijo a los diputados, “las sanciones nos afectaron ante los mercados financieros, pero, a partir de ahora, empezarán a perjudicar cada vez más a los sectores de la economía real”.

¿Por qué?

Porque “el periodo en que la economía ha podido vivir de las reservas se está acabando”.

Las revelaciones de la presidenta del Banco Central encendieron a Putin, que salió de inmediato a controlar daños con un desmentido patriotero: “La política contra Rusia ha fracasado”.

El presidente dijo a los ciudadanos que “Rusia ha resistido una presión sin precedentes” y “la situación se está estabilizando”.

Vaya descaro, ahora resulta que la víctima es Rusia. La que ‘resiste’ es Rusia.

Los populistas de todo el mundo suelen hacerse las víctimas cuando ellos han infligido daño y destrucción.

Apelan al patriotismo para cubrir las consecuencias de sus malas decisiones.

Putin está en una carrera contra reloj. Debe ganar la guerra contra Ucrania antes de que empiecen a golpear con fuerza los efectos de las sanciones económicas y comerciales.

Y, hasta el momento, la rendición de Zelenski sólo existe en los mensajes de propaganda rusa.

De este lado del mundo, la tuerca se sigue apretando.

En Washington, el arquitecto de las sanciones contra Rusia, Wally Adeyemo, funcionario del Departamento del Tesoro, dio una detallada explicación del avance obtenido con los castigos, en el Peterson Institute for International Economics.

Se espera que la economía rusa se contraiga este año 10 por ciento, la inflación llegue a 22 por ciento, que las importaciones caigan 37 por ciento y la demanda interna podría disminuir más de 11 por ciento.

Imposible que Putin salga indemne y que la situación rusa se esté ‘estabilizando’. Las restricciones comerciales y los controles de exportaciones establecidos contra Rusia, explicó el director de orquesta de las sanciones, están siendo implementadas por una coalición que incluye a más de 30 países de todo el mundo, que representan más de 50 por ciento de la economía global.

En efecto, la coalición contra la guerra de Putin es la más grande que se ha formado desde el ataque terrorista al Pentágono y a las Torres Gemelas en 2001.

La postura de Estados Unidos, bajo esta administración, es continuar adelante con la presión hacia el agresor, porque “no se puede violar la soberanía de otro país y continuar disfrutando de los privilegios de la integración en la economía global”.

Adeyemo dio un dato interesante: después de la invasión rusa a Crimea (2014), el Banco Central ruso movió 80 mil millones de dólares en activos fuera de Estados Unidos, realizó cambios en su régimen de tipo de cambio y acumuló reservas por aproximadamente 600 mil millones de dólares.

Sin embargo, Rusia sigue dependiendo del sistema financiero estadounidense: 80 por ciento de sus transacciones en divisas fue en dólares.

Y las reservas fabulosas para amortiguar sanciones se agotan. “El periodo en que la economía ha podido vivir de las reservas se está agotando”, dijo la presidenta del Banco Central.

Putin se equivocó en Ucrania. La guerra va para largo y pronto estará en aprietos internos, cuando la economía lo alcance.

Mientras, en la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la delegación rusa recibe el trato de los apestados. Janet Yellen, secretaria del Tesoro, no asistirá a la mayoría de los eventos a los que acudan los rusos, y promueve más sanciones.

El mensaje es claro: la invasión de Putin a Ucrania es un parteaguas y Rusia debe ser tratada como un paria internacional.

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