Everildo González Álvarez
El infierno, como todos sabemos, es el lugar al que lleva la luz roja que envuelve a quienes han muerto en este planeta llamado Tierra, porque cierto es que los que fallecen en algunos otros planetas, deben tener su propio infierno con su estructura organizativa, bueno y que por su comportamiento en este mundo, han hecho méritos suficientes para que la luz que los transporta, ya cuando se encuentra fuera de la atmósfera, en vez de continuar por el camino por donde va la luz blanca que envuelve y transporta a quienes tienen como destino final el espacio llamado cielo, –esto después de haber hecho un tour por el Universo–, viran hacia la derecha y a pocos minutos, tiempo del espacio, llegan a un lugar no visible porque una luz amarilla impide ver al otro lado, pero que una vez traspasada el olor a azufre es el primer indicio de que se ha llegado al infierno.
Es conveniente mencionar que cuando alguien fallece, el alma se separa del cuerpo pero que inmediatamente es envuelta por una luz que, según el color, es el destino de esa alma, que un poco arriba de donde se encuentra el cuerpo, voltea y lo ve por última vez, de igual manera ve a quienes lloran y lamentan su fallecimiento, su cuerpo yace y lo ve y lo vuelve a ver, es su cuerpo en él estuvo el tiempo que tuvo vida. Unos instantes después, la luz que lo envolvió emprende el camino hacia su destino, ya sea que sea de color blanca o roja. Esa alma, desde ese momento, puede ver y su comportamiento será como si aún tuviera la cabeza, puede ver, oler, tocar, menos alimentarse ni hablar, claro que piensa y recuerda.
A diferencia de quienes van al infierno, aquellos que la luz blanca los envuelve y los lleva al cielo, tienen el privilegio de admirar lo que ha hecho el creador, Dios nuestro señor, el Universo, y podrán ver el fin de una estrella, la formación de mundos, cómo el hoyo negro se come estrellas del tamaño que sean, satélites y todo lo que se encuentra a decenas de años luz de ahí, verán que hay vida en otros lugares del universo y que junto con ellos viajan quienes han fallecido en otros planetas, en fin, verán las maravillas que solo pueden ver los que han muerto en el planeta que sea y que son arropados por la luz blanca que es la encargada de su transportación, porque una cosa es cierta, sean del planeta que sean si los envolvió la luz blanca, todos seguirán el mismo camino, un paseo para conocer el universo y luego ya hacia donde Dios ha dispuesto, lo que llamamos cielo, si fue la luz roja irán al infierno pero aquí al que cada planeta tiene, el de la Tierra para quienes habitan este planeta y así cada uno según el planeta o luna de que se trate.
Ya desde dos siglos atrás, los problemas en el infierno exclusivo para almas de la Tierra iban en aumento y los conflictos en este planeta que ocasionan que más almas lleguen a donde habita Satanás, habían llevado a un saturamiento de almas en dicho lugar y el hacinamiento, en algunos lugares, estaba creando serios conflictos que ameritaban la intervención del diablo mayor Satanás, pero él, como buen gobernante, decidió como en otras ocasiones, no tomar decisiones solo sino que en asamblea del Honorable Consejo General Infiernino, se tomaran acuerdos y decisiones sobre medidas a llevar a cabo, por lo que dirigió sus pasos hacia su oficina y giró instrucciones a Escribita que era la secretaria de él, a fin de que convocara a una Asamblea Extraordinaria para dos días después. La oficina del Supremo Gobernante tenía todo lo necesario pero generalmente poco era usada pues los recorridos por el propio infierno y el planeta no le daban tiempo de despachar en dicha oficina, pero sí ésta tenía comunicación directa con la Sala de Cabildo. No eran salas grandes, pero sí cómodas y con lo necesario para las asambleas.
La convocatoria a la asamblea extraordinaria del Consejo General Infiernino, fue elaborada por la diabla Escribita que tenía poco en el infierno pero que por su perfil, prontamente ascendió, de atiza fuego en la oficina de Satanás, a secretaria ejecutiva de éste, la otra ayudanta, de nombre Azufrina, encargada de proveer el azufre en la misma oficina, seguía como tal pues no mostraba interés en ascender y hacerse acreedora a tener más fuego y azufre en su hábitat que era el pago por servicios prestados.
La convocatoria fue entregada en tiempo a los integrantes del Consejo y tenía como único punto a tratar, después de lista de asistentes, lectura del acta de la sesión anterior y de la aprobación de la misma, el de tratar los problemas que se tienen en la tierra y también los del propio infierno, claro que los de la Tierra eran menores, vaya, insignificantes por el buen trabajo realizado, pero los internos ameritaban la Asamblea Extraordinaria.
La cita era en la sala de Cabildo ubicada a un lado de la entrada principal, cerca de donde se encuentra el módulo de información y a pocos metros de la oficina del diablo mayor, por ser el recinto oficial en el infierno, contaba con todo lo necesario para llevar a cabo las sesiones ordinarias y extraordinarias y otras se llevaban a cabo según el acuerdo de Cabildo como el Salón Satán que poco uso tenía.
Continuará