P. JAIME EMILO GONZÁLEZ MAGAÑA // ¿Qué debe suceder para que reaccionemos?

            No es mi intención contar esta historia como si se tratase de la crónica de nota roja, sino que nos ayude a reflexionar sobre lo que estamos viviendo en una sociedad que intenta asesinar los valores más elementales. En estos días, Italia se ha visto conmocionada con una tragedia que comenzó el 13 de junio a última hora de la tarde. La fotografía de una pequeña era compartida en las redes sociales, con una llamada angustiosa: «Buscamos a Elena Del Pozzo, nacida el 12 de julio de 2017, residente en vía Euclide 55 en Mascalucia, Catania, Sicilia. Pequeña secuestrada en la zona de Piano Tremestieri sobre las 15 horas. Los posibles autores son tres personas encapuchadas en coches de los que se desconoce modelo, color y matrícula. Pase este mensaje». En pocos instantes, la foto se hizo viral. Inmediatamente los Carabinieri lo confirmaron: «Investigaciones en curso, pero se ruega mantener la máxima confidencialidad». El fiscal mencionó que se trataba de un «momento delicado en la investigación que no nos permite dar más información».

            El misterio que rodeaba la desaparición de la niña se complicaba cada vez más y, a última hora de la tarde, se descartaron algunas pistas. Para la Fiscalía y los Carabinieri, el posible secuestro no parecía estar relacionado ni con el crimen organizado ni con una petición de un rescate. La única hipótesis la filtró el alcalde de Mascalucia, Enzo Magra, para quien se trataba «simplemente de una dinámica familiar». Por la noche, el Ministerio Público, mientras intentaba reconstruir lo sucedido -porque el factor tiempo en un secuestro es fundamental para resolver el caso- autorizó la difusión de dos fotos de Elena. Una, tomada el 12 de junio: la niña se ve en un reflejo borroso, con una camiseta blanca de manga corta y unos pantalones cortos amarillos. La otra es del 8 de mayo: la niña lleva la parte superior de un conjunto deportivo y, sonriendo, muestra una tarjeta con las palabras «Mis mejores deseos mamá», en la parte inferior. Durante la noche, la búsqueda y el interrogatorio a todos los miembros de la familia no cesaron.

            Se supo que los padres de la niña desaparecida están separados y él tiene otra “pareja” como se les dice ahora. A las 7.30 de la mañana del 14 llegaron los carabinieri del servicio de investigación científica a la casa de Martina Patti -la madre de la pequeña Elena-. Al cabo de unas horas, la investigación se trasladó del interior de la casa al exterior, en las cercanías de algunas casas vecinas en una zona despoblada. El helicóptero que sobrevolaba la zona ya presagiaba lo peor. Tras unos minutos, llegó la confirmación de que el cuerpo sin vida de la pequeña Elena fue encontrado a 200 metros de la casa de su madre, en un terreno baldío. Según la información, tras la «presión ejercida durante los interrogatorios» por los investigadores, la madre se derrumbó, e indicó ella misma el lugar exacto en el que se encontraba el cuerpo sin vida de su hija, y luego, confesó el asesinato. El recuerdo del último abrazo que le dio su hija cuando la recogió en el jardín de niños, pudo más que su mente desquiciada que fríamente había planeado el homicidio.

            En el interrogatorio, Martina Patti no pudo explicar cómo y por qué había cometido el delito y declaró que el secuestro fue solo un montaje para encubrir el asesinato y acusar a su ex pareja de quien seguía morbosamente obsesionada. El cuerpo de la niña fue llevado a la morgue de un hospital de Catania. Según las informaciones, la pequeña Elena, quien cumpliría cinco años el próximo mes de julio, fue presuntamente asesinada por su madre en su casa. A continuación, la mujer, de 23 años, supuestamente llevó y escondió el cuerpo de la niña en un campo cercano para intentar cubrir el cadáver con tierra y ceniza de lava. Según el fiscal de Catania: «De la información del médico responsable de la autopsia se puede decir que Martina Patti masacró a la niña de cinco años de once puñaladas y los golpes fueron infligidos con un arma compatible con un cuchillo de cocina (aún no encontrado). Sólo una de las puñaladas fue letal, «porque seccionó los vasos de la arteria subclavia». Elena no murió inmediatamente: la muerte se produjo más de una hora después de la comida que la niña había tomado en el colegio, alrededor de las 13.00 horas». A una semana de la tragedia, Alessandro, el padre, afirmó que su ex pareja «No está loca, es un monstruo. Ni siquiera se ha arrepentido. Un asesinato premeditado, estudiado en cada detalle por miedo a que se encariñara con mi nueva pareja». ¿Hasta dónde iremos a llegar? ¿Qué debe suceder para que reaccionemos?

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JAIME EMILIO GONZÁLEZ MAGAÑA

RP Jaime Emilio González Magaña, sacerdote jesuita que radica en Roma.

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