SILVIO MALDONADO BAUTISTA // Golpes bajos II

LA MEDICINA CUBANA

Antes de abordar esta segunda parte, debo aclarar que, en materia de servicio social fui fundador y jefe del Plan Nacional de Servicio Social en Zonas Ejidales, organización orgullo del Instituto Politécnico Nacional, institución magistral en ese tipo de prestaciones; y mi preparación como estudiante médico se complementó con asistencia asidua y constante a las cátedras del Departamento de Medicina Social y Preventiva de mi escuela que conllevaba la participación semestral en brigadas de servicio social en comunidades alejadas de los centros urbanos, en el Distrito Federal y estados de Michoacán y Sinaloa. Finalmente terminé por estudiar la Maestría en Salud Pública en la Escuela de Salud Pública de la Secretaría de Salubridad y Asistencia.

Por eso me atrevo a decir que el servicio social de pasantes de medicina del país no alcanza a cubrir las necesidades de México que, de acuerdo con lo determinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalados en su informe al mundo en 2008, “requiere de personal con capacidades técnicas y de manejo cultural comprobado”. Como quien dice no alcanza la cobija nacional.

Complementariamente la OMS agrega  “que no es aceptable que en países de ingresos bajos y medios la atención primaria deba ser sinónimo de baja tecnología y de atención no profesionalizada para las poblaciones pobres de zonas rurales que no pueden afrontar una atención de mejor calidad”.

Por lo que se refiere a las unidades de salud, de acuerdo con los datos oficiales México alcanzó la cobertura universal de aseguramiento en salud a partir de 2012 para poblaciones importantes. ¡Y las otras?

Sin embargo, existen deficiencias en la disponibilidad de recursos necesarios para ofrecer una atención de calidad en miles de ellas que reciben financiamiento del Sistema de Protección Social en Salud (SPSS).

Uno de los hechos más sorprendentes es que más de una tercera parte de esas unidades de atención primaria de la Secretaría de Salud (SSA) tienen como responsable a un estudiante de medicina en servicio social. 

Con el tiempo el servicio social se convirtió en una fuente de oferta de trabajo médico para zonas rurales cuyos habitantes eran receptores principales de una política de beneficencia por parte del Estado nacional. Históricamente, esto ha permitido a las autoridades de salud federales y estatales suplir la fuerza de trabajo profesionalizada que por razones financieras y laborales no podía ser atraída para prestar servicios en zonas rurales. La desigual distribución geográfica de los médicos ha sido ampliamente documentada y las razones de esto tienen que ver con una compleja red de situaciones, incluidas la incapacidad de las autoridades de salud para generar una política acorde, la resistencia de actores corporativos, principalmente los sindicatos, y las legítimas preferencias de los médicos de practicar en zonas donde puedan contar con satisfactores individuales, familiares y sociales.

Hay que considerar también que la oficialidad señala que en 1936 inicia, en nuestro país, el servicio social en medicina con el objetivo de cerrar una brecha que parece no tener fin. Hace casi cien años comenzamos a enviar médicos en formación a los lugares más necesitados y marginados de la nación, pero hasta el día de hoy persiste la desigualdad; los ricos se atienden con médicos especialistas y los más pobres con pasantes de servicio social, y nunca se cubre la totalidad.

El servicio social tendría que haber sido una medida provisional mientras se mejoraba la infraestructura e inversión en salud en todo el país, pero, tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales, prefirieron abusar del estatus jurídico de los pasantes para no tener que invertir en servicios de salud para la población marginada.

Como conclusión, el pasante de servicio social es un estudiante con autorización para ejercer la profesión de manera temporal que debería de estar bajo la supervisión de un médico y contar con un programa académico, pero sabemos que esto es excepcional. El pasante, por desgracia, es mano de obra barata y sin derechos.

Si existe un “lugar” en donde es urgente reformar el estatus jurídico del médico es en el caso del pasante en servicio social.

Por otra parte, la propia organización de las instituciones del sector salud (muy lejos de funcionar como sistema) tan independiente una de la otra, manifiesta fallas estructurales y funcionales que hacen que cada una de ellas saque al buey de la barranca como pueda. En otras palabras, están muy alejadas de funcionar como un verdadero sistema nacional de salud, lo que lleva al gobierno mexicano -repito- a contratar médicos y por eso recurre a la hermana república de Cuba; pero…

¿Por qué Cuba?

La Prensa Nacional contesta en el cotidiano atacar de los dolidos de siempre:

“Porque el presidente es comunista”…

“Porque desprecia y se burla de los médicos mexicanos”…

Y demás injurias que la Prensa nacional difunde y multiplica. Ni por asomo quiere aceptar que la medicina cubana es una de las mejores del mundo y funciona como verdadero sistema de salud, que lo dice todo.

Si bien la educación y el modelo socialista explican una parte importante del éxito de los médicos en Cuba, cabe recalcar que una de las razones más importantes de las estadísticas tan buenas de salud es el enfoque en la prevención y educación de la población.

En Cuba existe como unidad de salud lo que se llama un ‘consultorio familiar, que es, en esencia, una clínica médica. Sin embargo, el médico de cabecera no solo es responsable de quienes lo visitan, sino también de aproximadamente 150 familias en la vecindad de su práctica. Su deber es ofrecerle a la población tratamientos, información sobre salud, prevención, nutrición, etc.

Al tener una relación más personal con las familias, los médicos son capaces de conocer a fondo los problemas socioeconómicos que los afectan, por ende, prevenir enfermedades antes de que se requiera un procedimiento médico costoso.

Los servicios que ofrece son gratuitos y de calidad para todos los ciudadanos.

El gobierno socialista de Cuba considera que el acceso a la salud es un derecho humano y fundamental. Además, a diferencia de otros países donde el sistema de salud incluye empresas privadas que monetizan la enfermedad, en Cuba todo está cubierto por el Estado.

Si bien la educación y el modelo socialista explican una parte importante del éxito de los médicos en Cuba, cabe recalcar que una de las razones más importantes de las estadísticas tan buenas de salud es el enfoque en la prevención y educación de la población. En Cuba existe lo que se llama un ‘consultorio familiar,’ que es, en esencia, una clínica médica. Sin embargo, el médico de cabecera no solo es responsable de quienes lo visitan, sino también de aproximadamente 150 familias en la vecindad de su práctica. Su deber es ofrecerle a la población tratamientos, información sobre salud, prevención, nutrición, etc. Al tener una relación más personal con las familias, los médicos son capaces de conocer a fondo los problemas socioeconómicos que los afectan y por ende, prevenir enfermedades antes de que se requiera un procedimiento médico costoso. El trabajo de los médicos familiares incluye atención pre y postnatal, inmunizaciones, mamografías y apoyo nutricional, psicológico y emocional.


Cuba es una eminencia mundial cuando se habla de medicina. En el 2015 gastó 11% de su PIB en el sistema de salud y aproximadamente un 0.4% en investigación y desarrollo médico: uno de los índices más altos en Latinoamérica, a pesar del tremendo bloqueo de más de sesenta años que le imprimen los  gringos.

Sus estadísticas de mortalidad infantil, desnutrición y esperanza de vida siguen siendo de las mejores en la región; y ahora que se ha abierto una rendija entre las relaciones con Estados Unidos, ambos países planean trabajar juntos para seguir innovando en el campo médico.

Todo esto ha dado frutos: “la exportación de servicios de salud es la principal fuente de ingresos económicos de la isla” y le ha permitido subsistir, aunque en condiciones precarias para la población en general.

No obstante, no dejan de aparecer los bemoles. Recientemente un médico cubano radicado ahora en Estados Unidos comentó que, si un moderno avión aterrizara en Cuba y pidiera médicos a voluntad, la isla se vaciaría.

La pregunta que queda, sin embargo, es el costo personal que su modelo tiene para médicos y pacientes dentro de Cuba. ¿Puede conservarse la innovación y la calidad de la medicina con un modelo en el que los médicos se sientan bien recompensados económicamente y los pacientes dentro de Cuba tengan acceso a los mismos medicamentos que su país exporta?

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SILVIO MALDONADO BATUISTA

Silvio Maldonado Bautista. Dr. en Medicina por el IPN. Novelista. Director emérito del CIIDIR (Poner el nombre completo). Radica en Morelia, Michoacán.

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