SILVIO MALDONADO BAUTISTA // Porfirio “ave de las tempestades”

No cabe duda de que una andanada de chismes, vituperios, falsos y mentiras llovió en los cielos políticos de México, cuando Porfirio Muñoz Ledo enfrentó al presidente de México, presumiendo de sabedor de secretos turbios del hacer de la política presidencial. Lo menos que mostró en ese malestar fue que le ha dolido severamente que el Presidente lo haya botado al cajón de la basura política, donde por cierto está acostumbrado a vivir a plenitud unas veces sí y otras también.

Claro, en esa podredumbre vive a sus anchas pues no le han faltado abastecedores consuetudinarios y más que eso, cotidianos, de billetes y, sobremanera de su líquido etílico favorito.

En tales circunstancias no ha faltado la andanada de “rosas y claveles” emitidos por la Prensa conservadora y enemiga de López Obrador, encabezados como siempre por Pepe Cárdenas y su titipuchal de voces y achichincles uno de ellos, de los más lucidores, Carlos Marín “los demonios andan sueltos”) que aprovecharon el momento porfirista tan característico y suyo de él…

Claro que al presidente AMLO, los insultos y estupideces emitidos por las ¿pulcras? bocas y plumas de la Prensa nacional, le hacen lo que el viento a Juárez. Todas ellas estaban acostumbradas a participar con rica “chayotiza” que al año les significaban excelentes dividendos; ahora con López Obrador se les pasmó la milpa y no les cayeron ni “los aguaceros de mayo”. Sólo hay que ver los recientes resultados del proceso electoral que por poquito dejan a los antilopezobradoristas en cero carreras, cero hits, pero eso sí, muchos errores.

(No es exagerado pensar que casi cualquier mexicano o mexicana ha usado o escuchado la expresión «Me hizo lo que el viento a Juárez», que supuestamente hace alusión a la entereza del presidente Benito Juárez. Pero, exactamente, ¿cuál es su origen? Aunque nadie puede asegurar a ciencia cierta de dónde viene esta frase —que manifiesta un sentimiento de fortaleza o invulnerabilidad ante los enemigos o las adversidades—, es muy interesante conocer las distintas versiones que buscan explicarlo…

… En su libro ‘Un indio zapoteco llamado Benito Juárez’, Fernando Benítez recoge una leyenda —de esas que abundan en los libros de historia de México— que dice que, cuando era niño, don Benito solía ir a cazar animales pequeños acompañado por otros niños; pero en una ocasión se embarcaron en una pequeña canoa y fueron sorprendidos por un ventarrón: los niños, asustados, abandonaron la embarcación y nadaron a la orilla, sólo Benito se quedó en ella y aguantó hasta que terminó el ventarrón. Según Benítez, en los siguientes días nació la frase en el pueblo de Guelatao…

Sin embargo, una rápida investigación de este tema arroja un sinfín de respuestas, las cuales van de lo sorprendente a lo verdaderamente chusco. Por ejemplo, algunas versiones hablan, no de Juárez en persona, sino de un cuadro donde aparecía él portando una bandera que ondea violentamente por el viento, mientras su peinado —el famoso peinado ‘de Benito Juárez’— permanece impasible y en su sitio; ante esa incongruencia, la gente, con la chispa y la picardía que siempre ha distinguido al pueblo mexicano, empezó a decir que tal situación era imposible y de ahí surgió la frase burlona que vincula al prócer con las inclemencias del tiempo…

… hay otras versiones, pero nos quedamos con estas.

Regresando a Porfirio, lo que hace es natural; está acostumbrado a ello siempre y cuando ande en las naderías políticas; en otras palabras, siempre y cuando no tenga hueso que roer. Se comprende; ahora está ampliamente dolido porque después de ocupar el privilegiado sitio de presidente de la H. Cámara de Diputados e imponer la banda presidencial a López Obrador al asumir la titularidad del Poder Ejecutivo del país, lo mandó ni más ni menos que al cajón de la basura; como quien dice, poco menos que ¡al carajo! 

Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega fue -en sus inicios- un político de grandes alturas, con un algo envidiable que hacía suponer que llegaría a la Presidencia de México; pero terminó por chaquetearle a todo y hoy lo vemos como “el ave de las tempestades” de la política mexicana; y que me perdone Lorenzo Garza a quien le endilgaron ese motete en el toreo por su comportamiento tan flamenco: hoy, cortaba orejas y rabo y salía a hombros del coso taurino; y mañana salía a empellones de la autoridad, hacia el “botellón” correspondiente.

 Termino: por razones obvias de toda obviedad, el barco de Porfirio Muñoz Ledo terminará por encallar en el mar de excremento que él mismo se ha creado.

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SILVIO MALDONADO BATUISTA

Silvio Maldonado Bautista. Dr. en Medicina por el IPN. Novelista. Director emérito del CIIDIR (Poner el nombre completo). Radica en Morelia, Michoacán.

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