América Latina: campo de batalla de las mafias

La CEPAL alertó en diciembre de 2021 que la delincuencia organizada ocupa un “lugar central en la agenda de seguridad de gran parte de los países de América Latina y el Caribe”

Las autoridades colombianas custodian a dos venezolanos del Tren de Aragua, que nació en la década de 2000 en Venezuela como sindicato de construcción y mutó a red criminal.

San José. – Un elenco de misteriosos apelativos —“Tren de Aragua”, “Los Rastrojos”, “Los Cachiros”, “Normandie Locos”, “Los Choneros”, “Los Tiguerones”, “Los Lobos”, “Los Lagartos”, “La Mirada Locos 13”, “Mao-Mao”, “Relámpago”, “Los Cascabeles”, “Los Elenos”, “La Piedrita”, “Chamelecón”, “Los Mutantes”, “Los Chirizos”, “Los Gadeones”, “G9” o “Turbas Divinas”—  atraparía atención popular en cualquier cartelera artística internacional. 

Otro reparto atractivo sería con “Los Yardies”, “Los Carasucias”, “Los Gaticas”, “Los Polvorines”, “Crazy Vatos Locos”, “Los Duendes”, “Los Perversos”, “Los Lorenzana”, “Los Valle Valle”, “Banda de El Indio”, “El Grupo de los 27”, “George Street Gang”, “Primer Comando de la Capital”, “Comando Vermelho”, “Los Rojos”, “Los Urabeños”, “Los Malaguas”, “400 Mawozo”, “Sangre por dolor”  y los “Grapa Boys”. 

Detrás de esos sugestivos nombres hay una trama criminal: son “coyotes” o traficantes (trata) de personas o migrantes irregulares, contrabandistas de drogas, joyas, armas, municiones, metales y maderas preciosas, bienes culturales, licores, alimentos, animales protegidos y plantas silvestres, sicarios, secuestradores, bandas y turbas paramilitares, guerrillas, pandillas, grupos armados irregulares y disidencias guerrilleras y “lavado” de dinero. 

También son cadenas de tráfico de órganos, robo de ganado, automóviles, combustibles, teléfonos celulares, alcantarillas, cables telefónicos, energía eléctrica y agua potable y de fraudes, estafas con tarjetas de crédito y de “piratería” de marcas registradas o derechos de autor (música, películas, literatura, obras de arte, ropa o calzado, entre otras). 

Los títulos remiten a grupos de México, Venezuela, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Jamaica, Haití, Belice, Puerro Rico, Brasil, Argentina, Colombia, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua, Perú, Argentina o Chile. 

Convertidas en crimen organizado local, nacional, regional y transnacional de alta, media o baja gravedad y complejidad, las mafias se afianzaron en el siglo XXI como factor clave: las exportaciones de América Latina y el Caribe de mano de obra criminal en la zona atizaron la violencia y la inseguridad y estimularon la migración irregular hacia EU. 

En incesante avance, convirtieron a América Latina y El Caribe en mortal y sangriento campo de batalla de múltiples modalidades de mafias y, sin límites, también en las cárceles como escenarios de frecuentes, violentos motines con saldos de muertos y heridos. 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), puntualizó que la región llegó en 2022 a unos 665 millones de habitantes y que en 2020 registró 21.2 homicidios intencionales de ambos sexos por cada 100 mil habitantes: unos 140 mil 980. 

La CEPAL precisó que la tasa de 2020—ya en ataque de coronavirus—aumentó frente a 2019, cuando llegó a 21.1. El fenómeno tuvo altibajos: 24.2 en 2012, 23.6 en 2013, 23.2 en 2014, 22.6 en 2015, 23.4 en 2016, 23.9 en 2017 y 23.2 en 2018. 
“América Latina y el Caribe permitió transformarse en santuario para el asentamiento de un sinnúmero de estructuras delictivas”, afirmó el coronel ecuatoriano en retiro Mario Pazmiño, exdirector de Inteligencia del Ejército de Ecuador, escritor y profesor de seguridad y defensa en la (no estatal) Universidad Regional Autónoma de los Andes, de ese país. 

“Esto se disparó rápidamente. Ningún país se exceptúa de estas estructuras que comenzaron a irradiarse como cáncer, generando una metástasis delictiva”, narró Pazmiño a EL UNIVERSAL. 

“Se posicionaron y crearon ‘microEstados’ en los mismos estados. Hay barrios y ciudades enteras y centros carcelarios enteros copados por estas estructuras que desplazaron al Estado al erigirse como administradores de justicia, extorsión y otras cosas”, advirtió. 


Homicidios 

Un informe de CEPAL de diciembre de 2021 planteó que “los altos niveles de homicidio” en la región tienen “una importante explicación en la delincuencia organizada”. 

El fenómeno está “muy enraizado” en América Latina y el Caribe “con enormes implicaciones” en seguridad, política, economía y cultura y “ocupa hoy un lugar central en la agenda de seguridad” de cada país, agregó. 

El narcotráfico alcanzó “una dimensión de empresa transnacional en que América Latina ocupa una posición complicada, pues tiene frente a sí al principal consumidor mundial de drogas, los Estados Unidos”, ya que la región en su conjunto participa en todas sus fases: producción, tráfico y consumo, aseveró. 

 Con Perú, Colombia y Bolivia, “América Latina concentra la totalidad de la producción mundial de hoja de coca, que es la base de la cocaína y otras drogas”, aparte de que se produce marihuana, amapola y opio, materias primas para elaborar heroína, y “más recientemente” fentanilo (mortal sintético opiode), subrayó. 

Para la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, organización no estatal de Venezuela de seguridad y defensa, lo principal “es entender cómo opera la economía criminal”. 

“A partir de allí establecer marcas legales punitivas que permiten planes de acción para capturar a estas bandas, procesarlas y evitar que se reproduzcan y operen en las prisiones. Mientras persistan las variables que alimentan la economía criminal, el crimen organizado irá en expansión en cualquier parte del mundo”, recalcó. 

A consulta de este periódico, señaló que la impunidad alimenta, expande y consolida a los criminales y que “los vínculos del crimen organizado con funcionarios del Estado las han hecho poderosas. (Tienen) capacidad con su economía ilegal de sustituir a los estados (…) para satisfacer las necesidades de las comunidades”. 

Con sus curiosos nombres de marquesina, “Los Malandros”, “Los Chávez”, “La Mafia de Independencia”, “Los Panaderos”, “Los Satánicos”, “Los Ilegales”, “Los Menores”, “Los 12 Discípulos”, “Los Aguacates”, “Los Gatos”, “Los Garrobos” y “Los Polleros” se asentaron en el mercado criminal latinoamericano y caribeño. Y uno de los más famoso es “Los Intocables”. 

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