Es importante resistir al colonialismo cultural mafioso, a través de la investigación, el estudio y las actividades educativas, destinadas a demostrar que el progreso civil, social y medioambiental no surge de la corrupción y los privilegios, sino de la justicia, la libertad, la honestidad y la solidaridad”, dijo el Papa.
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano).- El jueves 23 de junio el Papa recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los participantes en un encuentro promovido por la Pontificia Academia Mariana Internacional, en ocasión del 30 aniversario de la institución de la Dirección Investigativa Antimafia.
El Papa inicio su mensaje manifestando su alegría por encontrar a este grupo: “Me alegro de encontraros hoy y de compartir, junto con todos los que formáis parte de las instituciones que representáis y con vuestras familias, el 30º aniversario de vuestro trabajo al servicio de los ciudadanos. Agradezco las palabras del Presidente de la Pontificia Academia Mariana Internationalis. La convivencia fraterna y la amistad social son posibles donde hay «casas» que ponen en práctica el «pacto entre generaciones» preservando sinodalmente las «sanas raíces» de quienes han creído y creen en la belleza de estar juntos que se desarrolla en el diálogo, la bondad y el apoyo a la justicia para todos. Gracias a estas «casas», es posible construir como una gran familia abierta al bien común, a la altura de la difusión de una cultura de la legalidad, el respeto y la seguridad de las personas y también del medio ambiente”.
Refiriéndose a continuación a los grupos criminales, el Papa mencionó: “Todos ustedes participan activamente en la construcción de estas «casas»: actúan como suaves y fuertes anticuerpos contra los intereses creados, la corrupción, la codicia y la violencia, que son el ADN de las organizaciones mafiosas y criminales. Las mafias ganan cuando el miedo se apodera de la vida, por eso se apoderan de las mentes y los corazones, despojando a las personas de su dignidad y libertad desde dentro. Los que estáis aquí trabajáis para que el miedo no gane: sois, por tanto, un apoyo al cambio, un rayo de luz en medio de la oscuridad, un testimonio de libertad. Os animo a seguir por este camino: sed fuertes y llevad la esperanza, especialmente entre los más débiles”.
El Papa también subrayó que “Cuando faltan la seguridad y la legalidad, los primeros perjudicados son, de hecho, los más frágiles y todos aquellos que, de diversas maneras, pueden ser llamados «últimos». Todos ellos son los esclavos modernos sobre los que se construyen las economías mafiosas; son las sobras que necesitan para contaminar la vida social y el propio medio ambiente”. Por eso el Santo Padre instó “a que se pongan al lado de todas estas personas, víctimas del acoso, tratando de prevenir y oponerse a la delincuencia. También es importante resistir al colonialismo cultural mafioso, a través de la investigación, el estudio y las actividades educativas, destinadas a demostrar que el progreso civil, social y medioambiental no surge de la corrupción y los privilegios, sino de la justicia, la libertad, la honestidad y la solidaridad. Además, el pensamiento mafioso entra como si hiciera una colonización cultural, hasta el punto de que convertirse en mafioso forma parte de la cultura, es como el camino que hay que recorrer. ¡No! Esto no va. Este es un camino de esclavitud. Su trabajo es tan grande para evitar esto: ¡gracias!”.
Sobre el trabajo que desarrolla la asociación, el Papa refirió que “Su trabajo, delicado y arriesgado, merece ser apreciado y apoyado. Por mi parte, os animo a seguir con entusiasmo, a pesar de la presencia en el tejido social -e incluso eclesial- de algunas zonas grises en las que es difícil percibir el claro distanciamiento de viejas formas de actuar, erróneas e incluso inmorales. Es necesario que todos, a todos los niveles, tomen con decisión el camino de la justicia y la honestidad. Y donde ha habido connivencia y opacidad, hay que investigar las causas, dejando espacio para una sana «vergüenza», sin la cual no es posible el cambio y la cooperación mutua por e
l bien común sigue siendo una quimera”.
El discurso terminó con unas palabras de aliento por parte de Francisco: “Queridos hermanos y hermanas, os doy las gracias por lo que sois y por lo que hacéis. No os canséis de estar al lado del pueblo con ternura y compasión; haceos cada vez más promotores de este amor por el pueblo, por su vida y por su futuro, que representa la síntesis de vuestros propios ideales, sabiendo que este amor es capaz de generar nuevas relaciones y de dar vida a un orden más justo a través de «hogares» y «familias» vivificados por el fermento de la igualdad, la justicia y la fraternidad”.