Nuestro dolor se equilibra con la acogida que hemos encontrado aquí, la Iglesia de Costa Rica nos ha abierto los brazos. Que se haga la voluntad de Dios», dice una de las 18 religiosas expulsadas.
Enrique Villegas
(ZENIT Noticias / Costa Rica).- 10 días después de la expulsión de las religiosas de Madre Teresa de Calcuta de Nicaragua, podemos conocer más detalles y también qué llevan en su corazón esas mujeres. Su expulsión acontece en una escalada de persecución del régimen dictatorial del matrimonio Ortega-Murillo, presidente y vicepresidenta del país, quienes en el pasado reciente expulsaron también al nuncio del Papa en el país, Mons. Waldemar Stanislaw Sommertag. En fechas más cercanas impulsan un ataque directo contra el episcopado local.
“Nos fuimos con una gran pena en el corazón, dejando a nuestros pobres allí”, dice la hermana Agnesita, una de las 18 misioneras de la caridad expulsadas, a la agencia del episcopado italiano. Y agrega: “Nunca hemos hecho ningún tipo de actividad política, y recordamos que el presidente Ortega había conocido a la Madre Teresa. Nuestro pensamiento siempre ha sido servir a los pobres. Por supuesto, el país está sufriendo, especialmente la Iglesia, que es perseguida. No hay libertad, pero la situación económica también es difícil, y cada vez hay más falta de trabajo”. Y puntualiza también: “Nuestro pensamiento es el de servir a los pobres”.
La religiosa de madre Teresa cuenta cómo fue que se enteraron de la expulsión: “Para nosotros la comunicación del gobierno fue una completa sorpresa, tuvimos que dejar nuestras casas rápidamente”. En Nicaragua gestionaban tres estructuras: dos en la capital y otra en Granada. Al respecto refieren: “En Managua, en una primera estructura, teníamos un hogar de ancianos, una guardería, atendíamos a los pobres dándoles una comida básica. La segunda instalación estaba dedicada a la vida contemplativa. En Granada, atendíamos a las adolescentes en riesgo social, y también teníamos una guardería, un comedor, y dábamos cestas de comida a los pobres. Además, tanto en Managua como en Granada también participamos en actividades de catequesis”.
Las 18 religiosas dejaron Nicaragua, y ahí a los cientos de pobres que atendían, el pasado miércoles 6 de julio. Fueron escoltadas a la frontera con Costa Rica para luego introducirse en este nuevo país, donde fueron acogidas inicialmente por el obispo de Tilarán-Liberia. Al respecto refiere la hermana Agnesita: “Nuestro dolor se equilibra con la acogida que hemos encontrado aquí, la Iglesia de Costa Rica nos ha abierto los brazos. Que se haga la voluntad de Dios”.