Con su irrefrenable pulsión expansionista, Vladímir Putin, quien lleva ya largos años acaparando el poder presidencial de Rusia (2000-2008 / 2012-2022), preparó a ojos vistos el mayor ataque militar en suelo europeo desde los conflictos yugoslavos. Fue así como, contra todo el derecho internacional, el pasado 22 de febrero de este año inició la invasión rusa a Ucrania, causando miles de víctimas mortales, una enorme ola de refugiados e inestabilidad mundial.
Porque se trata de una guerra que está afectando a toda la humanidad y porque, de acuerdo a sus propias declaraciones, puede llegar un día en que no dude en utilizar armas nucleares, no llegue a parecer descabellado el plantear si en estos momentos nuestra civilización tenga ya un futuro incierto. El hecho es que, al ser como somos: una especie demasiado contenciosa, una vez más resulta claro que nuestros pleitos locales terminan por importarnos más que nuestra propia supervivencia.
Contenciosos por naturaleza, los humanos, en vez de limitarnos a luchar por tener casa, vestido y sustento, lo que hacemos es tramar siempre planes a largo plazo para esquilmar a los demás. Y a ejecutarlos sin importar la legitimidad de los medios. En el ínterin, enervados por un espasmo de voracidad adquisitiva, ni el alimento, ni el apareamiento, ni la seguridad de los hijos, nos llenan.
Lo que nos alela es la posesión y acumulación materialista. El hacernos de cualquier cosa que a nuestros ojos sea valiosa. Por ejemplo, en el caso de Vladímir Putin, arrebatar por la fuerza, sin límite de muertos y contra toda ética, la independencia de un país entero. Empotrado y envalentonado en su gran arsenal nuclear y convencional, se muestra insanamente seguro de cumplir su cometido.
Tanto, que este dictador se ha pasado por el arco del triunfo la citación que recibiera a la Corte internacional de Justicia y al Palacio de la Paz en La Haya, acusado de violar la Convención sobre Genocidio. De modo que el mundo pudiera hallarse al borde de que la potencialidad destructiva de las armas termonucleares, de usarse, termine por sobrepasar la capacidad de recuperarse y de reconstruirse de tipifica a la especie humana.