LA EDUCACIÓN POPULAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y LIBERACIÓN

Centro de Educación Popular del Instituto Sedes Sapientiae. –CEPIS

São Paulo – Brasil

Imagínate como una partera: acompañas el nacimiento de alguien sin exhibición ni alardes. Tu tarea es facilitar lo que está sucediendo. Si debes asumir el comando, haz esto de tal modo que auxilies a la madre y la dejes que ella continúe libre y responsablemente. Cuando nazca el niño, la madre dirá con razón: “nosotros tres realizamos ese trabajo”.

Adaptado de Lao Tse, siglo V a.C

El debate sobre educación popular, revela conceptos e intereses contradictorios para algunos. La educación es una herramienta en la lucha por la emancipación y liberación de todas las formas de opresión; otros reducen la educación al proceso de enseñanza y aprendizaje, o a metodologías para provocar la participación; los populistas la usan como lenguaje en sus capacitaciones; también es un vehículo para facilitar la reproducción de ideas de la clase dominante; finalmente, se le coloca ropaje académico para insinuar una pretendida neutralidad y negar el carácter político de la educación.

La educación es una de las maneras de tornar común el saber, una idea, o una creencia considerada como buena. La educación por sí sola no transforma la realidad, pero sin ella la sociedad no cambia y se mantiene siempre igual. La educación tiene un papel primordial en la organización de la sociedad para ordenarla, reformarla o hasta revolucionarla. No hay una sola forma o modelo de educación. La intencionalidad política de la educación popular es direccionar la acción a partir de una idea que da fuerzas sociales y políticas presentes en el medio de los pobres.

La educación es una disputa de hegemonía: una clase tiene hegemonía sobre otras cuando ejerce sobre ellas un proceso de dirección en el plano político cultural e ideológico. La hegemonía se construye y se recrea en la vida cotidiana, por medio de ella se interiorizan valores y se construyen sujetos domesticados o críticos. El capitalismo, por ejemplo, incluso sin resolver los problemas, convence al pueblo de que no hay alternativa de vida fuera de ese sistema.

La política trata del poder, como la fuerza necesaria para decidir en todos los espacios de la sociedad, de una sociedad de clases. No puede haber una educación que favorezca a todos: será siempre a favor de alguien y contra alguien. En un caso servirá para que una persona se acomode al mundo o se comprometa en su transformación; en caso de ser una educación conservadora se colocará al servicio de grupos que se benefician manteniendo la dominación.

La educación sucede generalmente en la escuela, que en su origen significaba un espacio de ocio y creativo. Hoy la escuela puede educar o escolarizar; en la mayoría de los casos entrena sujetos pasivos para que se conviertan en fuerza de trabajo a ser vendida en el mercado, a cambio de un salario que les garantice su sobrevivencia. En cambio, el saber libera cuando es más que alfabetización y repetición de conceptos. Así, la educación es la información que se usa, que se convierte en acción práctica. Este conocimiento se torna parte de la vida que ayuda a conocer el mundo para transformarlo.

La educación popular es una concepción político-pedagógica en la formación de los oprimidos dentro de una sociedad de clases. Son todos aquellos esfuerzos de movilización, organización y calificación (política técnica y cultural) que preparan a las clases populares para el ejercicio del poder que necesariamente deben conquistar. Su misión es despertar y des atrofiar el cuerpo, la mente y el corazón y con eso, devolverle la voz al pueblo, transformándolo en sujeto político capaz de decidir su destino y el de la sociedad.

La educación popular no se reduce a dinámicas y metodologías. El “pedagogismo” y el “metodologismo” infantilizan las personas; exacerban la euforia de lo participativo, pero no preparan actores políticos para entender y comprometerse con la transformación de la realidad. Quién practica solamente pedagogía o solo metodología sin visión política, hace la contra-educación popular. Pues no existe educación popular fuera de procesos de lucha popular. Ella prepara a la clase oprimida para romper con la lógica del capital y construir un nuevo orden social.

La educación popular parte de la afirmación de que toda historia tiene dos lados. Adopta así el método dialéctico que ve la realidad en permanente tensión e intenso proceso de lucha, incorporando el conflicto en la esencia de la vida. Dicho conflicto genera el movimiento, los cambios en la vida social y la historia. La educación popular entonces enfrenta la contradicción como desafío y posibilidad. La contradicción es chance de cambio; el movimiento generado por conflictos da la certeza de que el mundo no fue y ni será siempre igual: todo puede cambiar, pues todo lo que fue construido puede ser deconstruido y reconstruido.

La educación es vista como una herramienta de la organización popular que ayuda a traducir, divulgar y recrear el saber que contribuye y acompaña la elaboración e implantación de su estrategia; que califica personas que se disponen a transformar, de raíz, el sistema capitalista. Por eso, ayuda a elevar el nivel de conciencia de la clase oprimida; busca incorporar a la masa como actor político; facilita la asimilación y la aplicación de metodología participativa y compromete al educando en la multiplicación creativa del aprendizaje.

Para obtener eso, la organización construye procesos de convencimiento que fortalecen al grupo en la lucha para tornar posibles sus conquistas e implantar un proyecto que garantice sus intereses de forma permanente. Por lo tanto, no forma una persona y después ve lo que ella va hacer. Apuesta en quien ya lucha, pues el contenido, el método y el ritmo de la formación se orientan por un concepto de mundo y objetivos concretos. Prioriza hombres y mujeres que trabajan desde su capacidad para cambiar las condiciones de la existencia.

Hablar de educación es referirse al proceso pedagógico de extraer. Por eso, acoge lo que el pueblo ya sabe, pero problematiza sus certezas para ayudarlo a dar otros pasos y con una postura de diálogo donde no hay superiores. Comparte el saber acumulado de la práctica social. Es “popular” ya que es una pedagogía que se pone de un lado, que polariza la lucha de clases. La clase explotada es la que tiene una intencionalidad, la cual consiste en formar actores políticos para la construcción de un nuevo orden social.

La pedagogía de la educación popular tiene en cuenta el querer de los educadores, su visión del mundo y su experiencia acumulada, pero sobre todo el interés de la clase trabajadora, expresado en demandas económicas, históricas, culturales, políticas, sociales. Todo eso dentro de una dinámica de intercambio entre educadores y educandos. En los procesos de lucha y organización, la formación apuesta a personas y experiencias que, en olas, puedan irradiar prácticas ejemplares.

La eficiencia y eficacia de la educación popular se comprueba cuando es capaz de animar y apasionar el oprimido a rescatar su identidad y autoestima; de romper el adormecimiento y la sensación de impotencia generada por la opresión; de movilizarse por conquistas concretas de personas para actuar en la realidad social; de elevar el nivel de conciencia; de provocar la multiplicación creativa; de canalizar los procesos legítimos de lucha por la emancipación y de articular prácticas, en niveles cada vez más amplios.

En resumen, la educación popular entiende como tarea educativa el proceso de recoger las ideas dispersas en el medio del pueblo y transformarlas en ideas sistematizadas. Volver y devolver esas ideas al pueblo para que las asuma y las traduzca en acción, verificar la certeza de esas ideas en la vida concreta. Para eso sólo hay un camino: ir al encuentro del pueblo, aprender con él, extraer de las experiencias principios y métodos y ayudar a ponerlas en práctica para resolver sus problemas y alcanzar la libertad y la felicidad.

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