Movimientos sociales, educación popular y eco-tecnología:

Una integración necesaria en la incipiente transmodernidad.

Ignacio Dueñas García de Polavieja
España

Sin las TICs no se entenderían el movimiento zapatista, la resistencia al golpe contra Chávez en Venezuela en 2002, las protestas en España contra la guerra, el chapapote y la versión de Aznar sobre los atentados de Atocha; el 15-M, Occupy Wall Street, la primavera árabe y el movimiento de los indignados de 2011. Tampoco sin los medios alternativos de comunicación (Rebelión, Indymedia, Aporrea, Insurgentes…). Tampoco sin los twitts de Rafael Correa desde Bruselas, y sin sus “guerreros digitales”, se entenderían las recientes elecciones en Ecuador. Así se refirió a este maridaje entre movimientos sociales y tecnología, el poeta, místico y revolucionario nicaragüense Ernesto Cardenal:

“¿Habrá salida? La evolución encuentra siempre una salida. Y es por eso es que ahora vemos a esas inmensas oleadas de juventud convocadas por algo nuevo que es el Internet. Quienes estaban apáticos se reúnen de pronto espontáneamente, sin partido, sin líder, ni organización, ni ideología. Primero han sido concentraciones de jóvenes en todas partes del mundo en una ciudad determinada y ahora empiezan a ser movilizaciones simultáneas en múltiples ciudades del mundo entero”

Es curioso cómo el poeta nicaragüense ha sabido interpretar de modo lúcido el cambio emancipatorio según orienta el novedoso paradigma de la Transmodernidad, hacia cuya plenitud nos encaminamos en transición.

De este modo, la Modernidad, que transcurre desde el Renacimiento del Siglo XVI hasta el surgimiento de la Postmodernidad, su epígono de a finales del siglo XX, afirma que la realidad tiene unas determinadas características, tales como lo cuantitativo, lo rígido, lo materialista, lo masculino, lo independiente, lo racional. Características que portan el germen del fracaso de dicho paradigma, si bien aún hegemónico.

A su vez, según la presente Transmodernidad, la realidad presenta las características opuestas, siendo cualitativa, flexible, no material, femenina, interdependiente y vitalista.

Es fácil observar lo importante de lo que estamos analizando, pues nos encontramos, epocalmente hablando, en plena transición de la Modernidad a la Transmodernidad, transición en la que se comienzan a aplicar los elementos de lo transmoderno a los movimientos sociales, a la educación popular, a la tecnología y a la integración entre todos éstos.

1.Con respecto a los movimientos sociales, éstos ya no son la mera masa comandada por la vanguardia revolucionaria (o partido), para, de modo rígido y vertical tomar el poder mediante la insurgencia (lucha armada) o mediante las urnas (lucha institucional). Todo esto implica que por movimientos sociales se consideraba a las masas que, de modo disciplinado, debían cumplir con las consignas de la dirigencia del partido.

El novedoso paradigma consiste en una gran cantidad de pequeñas iniciativas (sindicatos alternativos, cooperativas integrales, anticonsumismo, banca ética, medios de contrainformación, trueque, banco del tiempo, economías en transición, red de ecoaldeas, ateneos libertarios, feministas radicales, ecologistas biocéntricos e integrales, animalistas…) interconectadas entre sí en red, generando un empoderamiento popular de naturaleza contracultural, y que, al menos en primera instancia, tienda más a diluir el poder que a tomarlo, en función del criterio de lo “glocal” (pensar en mundial actuando en local). Se reivindica pues la comarca como unidad natural administrativa, de producción, consumo y convivencia, como apunta Luis Racionero en su obra “Del paro al ocio”, y recordando, con Friedrich Schumacher, que “lo pequeño es hermoso”. Como sostienen Negri y Hardt, “este nuevo ciclo de luchas es una movilización de lo común que reviste una forma de red abierta y distribuida, donde ningún centro ejerce Una integración necesaria en la incipiente transmodernidad. 97 q control y todos los nodos se expresan libremente”.

2. Con respecto a la educación popular, mucho y bueno se ha publicado, desde Leon Tolstoi hasta Iván Illich, pasando por el propio Paulo Freire. Y abundan las apuestas prácticas (escuelas anarquistas, colegios Waldorf, ateneos libertarios, método Montessori, la Institución Libre de Enseñanza…). Pero la tendencia es que la teoría se vuelve mero objeto de discusión erudicionista, y la práctica suele ir burocratizándose y adaptándose al sistema tradicional, olvidando la dimensión popular. Frente a este contexto, proponemos: a) Renovar el marco teórico, y adaptarlo a la realidad. b) Crear nuevas iniciativas desburocratizadas y fuera de la visión convencional de la educación. c) Abrirse a las clases populares, con una actitud “encarnada” (por usar la terminología cristiana) en los barrios populares, superando el elitismo cultural y social. d) Crear métodos no académicos de formación (utilizando la música, el deporte, las TICs, el ocio), en integración con los movimientos sociales, recordando la máxima de Borges de que “mi educación fue excelente, hasta que me la interrumpió la escuela”, en correspondencia con Iván Illich, que abogó por una “sociedad desescolarizada”.

3. Con respecto a la tecnología, su actual uso cuantitativo, acrítico y compulsivo, no solo está generando una gran cantidad de adictos (hikikomoris, smombies, nomofóbicos…), sino que la casi totalidad de la población se está deshumanizando, tecnificando e incomunicando. Según Yuval Harari, en pleno transhumanismo, en un par de generaciones la inteligencia artificial habrá superado a la humana. Ello podría suponer la extinción de la especie, como han apuntado, entre otros, pensadores como Stephen Hawking o diseñadores tecnológicos como Bill Joy.

La rapidez con que se han popularizado las TICs ha impedido la nula reflexión acerca del peligro al que nos lleva. Así, salvo unos pocos pensadores (Einstein, McLuhan, Fromm, Illich, Bergoglio y alguno más), los filósofos, sociológos, psicólogos, teólogos y educadores apenas han tomado conciencia del peligro. Ni por tanto la opinión pública.

Contra todo esto, nos proponemos un uso prudente y crítico de la tecnología. Para ello, aplicaremos el modo de funcionamiento de la realidad según la Transmodernidad ¿Cómo? Mediante los siguientes criterios: a) La tecnología como medio, no como fin per se. b) Pasar de su uso cuantitativo al uso cualitativo. c) Dejar de ser sustituto a ser complemento, con respecto a las capacidades del ser humano.

Esto que proponemos es pasar de la presente barbarie tecnocrática a una necesaria “eco-tecnología”, que pronto emergerá como movimiento social, aportando el siguiente protocolo a la hora de optar por aceptar o no cada nueva aplicación o modelo: a) Los pros. b) Los contras. c) La prescindibilidad. d) El plan B.

4. Con respecto a la integración entre los movimientos sociales, la educación popular y la ecotecnología, consideramos que la educación popular debe ir junto con los movimientos sociales (a la par que se desburocratiza y se des-intelectualiza), y a su vez, aplicarle un uso crítico de las TICs. Esta triple integración posibilitará las siguientes manifestaciones, que de hecho ya se vienen desarrollando, pero que se deben intensificar: a) La creación y popularización de nuevos medios alternativos de comunicación. b) El surgimiento de militantes que trabajen en las redes sociales, especialmente los twitts, que hagan inteligente labor de creación y difusión, y combate de las “fake news”, a modo de los “guerreros digitales “. c) La ciber-convocatoria (virtual) a marchas, protestas y manifestaciones (presenciales). d) La creación de material educativo liberador virtual, mediante textos, audios, juegos, música, entrevistas, ejercicios… e) El diseño y aplicación masiva de cursos on line de diversa temática liberadora (pobreza, no-violencia, feminismo, ecología, contracultura, anarquismo, ecotecnología, eco-socialismo…).

Decía José Martí que “trinchera de ideas es más útil que trinchera de piedras”, y Víctor Hugo que “el pueblo que hoy abre una escuela, mañana cerrará un penal”. Y en América Latina, si bien la izquierda va a retomar su hegemonía social y política, a la década de los “gigantes” (Chávez, Lula, Evo, Correa…) la debe sustituir no otros gigantes, sino el pueblo organizado. Es decir, los movimientos sociales con una estrategia inteligente de educación popular y el uso de la eco-tecnología.

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