Como requisito estipulado en las leyes secundarias y reglamentos emanados de la constitución de 1857, respecto al pago de las contribuciones, lo que hoy es el pago de impuestos; los funcionarios federales de finales del siglo XIX cumplían de manera formal (que no estricta en la mayoría de los casos) con su encargo.
En nuestra ciudad, por ejemplo, se cumplía con el encargo de una manera por demás diplomática y hasta cierto punto con la tibieza que justificaba la buena relación entre la autoridad civil y la religiosa.
Tal es el caso de la circular número 399 que don Jesús Rubio, administrador de rentas en nuestra ciudad, envía al párroco de la parroquia de la Inmaculada Concepción, el 28 de marzo de 1893 y que a continuación transcribo:
“Circular N° 393… Para que esta administración pueda perfeccionar el cobro de la contribución de 27 de enero de 1879, en conformidad con las prescripciones de la Ley N° 12 de 30 de mayo de 1870, fracción 1ª, 2ª y 8ª del artículo 30, he de merecer a usted se sirva transmitirme una manifestación detallada de las personas que en la actualidad perciban sueldos o salarios a cargo del curato que usted dignamente administra. En ese dato han de considerarse los sueldos o emolumentos cuyo valor anual sea de trescientos pesos en adelante, ha de comprenderse el valor compensado de los alimentos de que disfruten algunos dependientes y han de tenerse así mismo presentes los honorarios o asignaciones indeterminadas, sujetos a aumento o disminución por algún motivo, según la misma fracción 8ª.
Libertad y Constitución, Zamora, marzo 28 de 1893
Jesús Rubio (firma) (Archivo parroquial de la Purísima…..)
Como podemos observar la redacción del documento es no sólo amable, sino que deja a criterio del señor cura la decisión de enlistar a quienes percibían salarios en la parroquia.
Mucho se ha dicho sobre el tema y más habrá de decirse, sin embargo los documentos son claros y precisos sobre este aspecto.
