Hace cuatro semanas dieron inicio en la Cámara de Diputados los denominados Foros de Parlamento Abierto para la Reforma Electoral, que está previsto finalicen el próximo viernes. Aunque varios partidos políticos nacionales han presentado en los últimos meses propuestas de reforma al marco electoral, la iniciativa que motivó la realización de los foros fue la enviada por el Presidente de la República con la que propone modificar cuestiones fundamentales de nuestro marco constitucional en materia electoral.
Me parece que ya no es momento para una nueva reforma electoral. No deben cambiarse las reglas del juego cuando ya todos los posibles candidatos del partido en el gobierno están en plena campaña. Además, me parece que la reforma electoral es completamente innecesaria de cara al 2024. Y, si lo que se pretende con dicha reforma es destruir al Instituto Nacional Electoral (INE), con mayor razón debe de ser rechazada. El INE ha dado sobrada muestra de su pericia e imparcialidad y de que puede organizar los procesos electorales con indudable calidad democrática. Apenas en junio pasado, nos dio muestra de ello al organizar las elecciones locales en seis entidades del país, con prácticamente cero cuestionamientos. Todos fuimos testigos de cómo el INE superó, una vez más, una prueba muy difícil. Se hablaba de zonas del país en las que no iba a ser posible votar por amenazas de grupos violentos, pero al final, hubo elecciones. Ahora, más que nunca, quien puede sacar adelante el proceso electoral del 2024 que se vislumbra tan complejo, es sin duda el INE.
También es digno destacar el papel que han venido jugando los ciudadanos en apoyo al INE. Siempre son la mejor noticia de los procesos electorales. Ya sea en calidad de funcionarios de casilla, de observadores electorales, o de votantes, los ciudadanos apuestan por vivir en democracia y, con ello, dan todo su respaldo a la institución electoral.
No tengo duda de que nuestra democracia electoral goza de buena salud. Vale la pena recordar que el voto libre, secreto y respetado se empezó a ejercer hace apenas algunos años. En 1989 se reconoció por primera vez el triunfo de un candidato de oposición a un gobierno estatal. Con Ernesto Ruffo Appel en Baja California, inició la alternancia, y, en el 2000, el Partido Revolucionario Institucional perdió por primera vez la Presidencia de la República. No debemos olvidar nunca que antes de 1991 las elecciones las organizaba el gobierno.
En los últimos 30 años, México ha registrado cambios y transformaciones a la velocidad y profundidad exigidos por la ciudadanía, cambios necesarios y útiles en democracia. Estas transformaciones se han dado no por voluntad exclusiva o predominante de un partido político, sino por voluntad de todos los que quieren construir un país mejor.
La democracia es resultado de un largo camino de cambios que han costado vidas, tiempo y múltiples esfuerzos. Es un camino que no tiene retrocesos. En la continuidad del fortalecimiento de nuestras instituciones y cultura democráticas, está el camino de México. Defendamos al INE diciendo no a la reforma electoral.
José González Morfín @jglezmorfin
Abogado