La policía, brazo del gobierno, acusa a un obispo incómodo de “organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz”.
Por:Enrique Villegas
(ZENIT Noticias / Managua).- El gobierno nicaragüense dirigido por el matrimonio Ortega-Murillo (el esposo es presidente y la esposa es vicepresidenta) continúa en su acoso a personalidades de la Iglesia católica críticas con el régimen dictatorial del matrimonio que encabeza al país.
Desde principios del mes de agosto se impulsó una persecución al obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, quien se había manifestado contrario al cierre de varias emisoras de la diócesis que preside. Hizo notar que él mismo había presentado los documentos pertinentes a la instancia competente para poder continuar operando, pero la única respuesta que recibió fue la notificación del cierre de las emisoras.
Pero no todo paró ahí, se le ha impedido la libre circulación tanto al obispo como a varios sacerdotes mediante “arresto domiciliario”. Hasta 50 policías cercan la casa donde el obispo y 10 personas más están recluidas. El 5 de agosto la policía nicaragüense (que está dirigida por el consuegro del presidente Ortega) emitió un comunicado en el que se decía:
La Policía Nacional informa al pueblo de Nicaragua:
Ante la situación que se ha generado nuevamente en el departamento de Matagalpa, bajo el auspicio de las altas autoridades de la iglesia católica, diócesis de Matagalpa, encabezada por el Obispo, Monseñor ROLANDO JOSÉ ÁLVAREZ LAGOS, quienes prevaliéndose de su condición de líderes religiosos, utilizando medios de comunicación y redes sociales, están intentando organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz y la armonía en la comunidad, con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales.
La Policía Nacional, como autoridad competente para garantizar la paz y la seguridad ciudadana, ha establecido medidas de protección a la población, para que estos hechos no se vuelvan a repetir. Asimismo, ha iniciado un proceso de investigación, con la finalidad de determinar la responsabilidad penal de las personas involucradas en la comisión de estos actos delictivos, de los cuales se ha informado al Ministerio Público y al Poder Judicial. Las personas investigadas se mantendrán en sus casas.
Nuestra institución reitera su compromiso de continuar trabajando para fortalecer la seguridad de las personas, familias y comunidades.
En síntesis, la policía, brazo del gobierno, acusa a un obispo incómodo de “organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz”.
Un artículo publicado en The Washington Post hacía notar cuanto sigue:
Rolando Álvarez, titular de la diócesis de Matagalpa, es el jerarca católico más crítico que sigue en Nicaragua y el más perseguido por la dictadura. Al punto de que, por segunda ocasión en menos de tres meses, ha sido cercado por un desproporcionado aparataje de policías antimotines. Desde el mediodía del 3 de agosto, Álvarez está secuestrado junto a otros sacerdotes y laicos en la curia episcopal donde vive. Los Ortega-Murillo abrieron una investigación en su contra por “intentar organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población (…) con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”. Al prelado le impusieron casa por cárcel, en una forma de amedrentarlo y decirle que está a un paso de ser encarcelado por no someterse a una pareja que se siente elegida por un designio divino para gobernar. Los mandatarios sandinistas quieren humillar a Álvarez porque el obispo ha expuesto su podredumbre y crueldad desde el púlpito.
Después del exilio forzado del obispo Silvio Báez en 2019, Álvarez se convirtió en uno de los principales flancos de acoso. El obispo de Matagalpa ha sufrido además la cancelación de todas las radios y televisoras católicas que dirigía en Nicaragua. El oficialismo ha empezado también a barajar el destierro de esta voz pastoral incómoda que, en estos días, es el centro de la persecución que los Ortega-Murillo mantienen contra la Iglesia católica.
Una fuente ligada al entorno presidencial me dijo que la visceralidad contra Álvarez no solo se debe a su postura crítica hacia el gobierno, sino a las oraciones de exorcismo del monseñor. El rito encoleriza a la pareja presidencial, fundamentalmente a la vicepresidenta Murillo. Ella es una mujer muy supersticiosa debido a sus creencias eclécticas.
Mientras tanto, decenas de organizaciones humanitarias se han manifestado contra el gobierno sandinistas de la pareja Ortega-Murillo. Una de esas voces es la de Bianca Jagger, activista de derechos humanos: “Le ruego, le suplico, al Santo Padre que se pronuncie (..) que no abandone a sus obispos y a sus sacerdotes, en particular a monseñor Rolando Álvarez, cuya vida corre peligro”, refería desde Londres el martes 9 de agosto. Otras organizaciones han evidenciado que el Papa no se ha pronunciado al respecto.
Por su parte, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos emitía un comunicado en el que hacía notar las acusaciones falsas que sobre varios sacerdotes y Mons. Álvarez estaba haciendo circular el gobierno nicaragüense: “Denunciamos al mundo estos crímenes, denunciamos ante el mundo a Daniel Ortega y Rosario Murillo (presidente y vicepresidenta, respectivamente). ¿Qué más se puede hacer en Nicaragua? (…) Generar noticias falsas pareciera ser la nueva arma de destrucción mental del régimen”.