AGENDA CIUDADANA
Es vieja la existencia de intereses organizados y en competencia para alcanzar y mantener el poder dentro de un sistema político. Ya Tucídides tenía una “bancada” para votar en la asamblea ateniense. Pero los partidos políticos tal y como los conocemos ahora son un fenómeno del siglo XIX. Sólo entonces se puede hablar de proto partidos en México o de conjunto de notables reunidos en dos logias masónicas o de grupos que se identificaban como conservadores o liberales en lucha a muerte por imponer su “proyecto nacional”. Sin embargo, es en el siglo XX cuando aquí y en otros países con sistemas electorales cuando surgen organizaciones que buscan movilizar a los ciudadanos en apoyo de programas políticos alternativos de organización nacional e imponerlos ya fuese por el voto o por las armas o por una combinación de ambas y encausar los procesos de la nueva nación de acuerdo a su visión del mundo y los intereses de sus dirigentes.
En México el Partido Antirreelecionista que en 1910 buscó llevar a Francisco I. Madero a la presidencia primero por el voto y luego vía una insurrección que desembocó en revolución, abrió la época de la política de partidos y también de la desilusión con los mismos por sus contradicciones entre sus principios, sus prácticas y sus resultados.
Cuatro partidos destacan en la historia política mexicana a partir del siglo XX: el Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), el Partido Comunista Mexicano (PCM) y hoy el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). El PRI en su versión original fue un partido de cuadros, de los profesionales de la política generada por la Revolución Mexicana. Sin embargo, el reparto agrario y la política obrerista del cardenismo en los 1930 lo transformaron en apartido de masas organizadas y controladas corporativamente. Ese partido mantuvo el poder ininterrumpidamente de 1929 a 2000 usando un arsenal de mecanismos antidemocráticos. El PAN nació en 1939 fue un partido de cuadros de clase media con ideario democrático y que jugó el papel de “oposición leal” en un ambiente autoritario. El PCM nació al calor de las revoluciones bolchevique y mexicana y fue también un partido de cuadros, pequeño y con frecuencia perseguido, pero su importancia reside en haber sido el proveedor de una alternativa ideológica de izquierda radical al PRI y al PAN.
MORENA nació en 2011 cuando el sistema priista ya se desmoronaba, el PC había desaparecido y el PAN ya había mostrado no ser una opción real y efectiva al PRI. Tal coyuntura permitió que un liderazgo moldeado por años de oposición desde la izquierda no armada, con trabajo ininterrumpido en la base de la sociedad mexicana, no manchado por la corrupción endémica, carismático y con un proyecto que contrastaba tanto con las promesas incumplidas de las élites como con la corrupción institucionalizada, emergió como la alternativa que captó la imaginación de una mayoría de votantes. En siete años y a contracorriente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) supo llevar a MORENA de asociación civil a partido y a ganar el poder.
Hoy MORENA acaba de entrar en una nueva y complicada etapa: busca ser lo que el PRD intentó y no pudo. Al hacer público su proceso interno de reorganización mostró que se había transformado en un nuevo partido de masas en ascenso. El de masas es siempre un tipo de partido que nace de tanto de una división social profunda como de la voluntad de ser vocero de las clases más desfavorecidas.
Ahora MORENA deberá ser capaz de consolidarse justo en una coyuntura muy difícil. Su indiscutible líder político y moral, AMLO, anunció que en 2024 dejará no sólo la presidencia sino la política activa pese a que ninguno de sus posibles sucesores pose una trayectoria comparable a la suya ni, menos, su carisma. La incertidumbre es el signo de los tiempos.