B. Miguel Gómez Loza
Nació en Paredones (hoy El Refugio), Jalisco, el 11 de agosto de 1888.
Sus padres fueron los humildes campesinos, Petronilo Loza y Victoriana Gómez, tuvieron dos hijos, Elías, el primogénito y Miguel, quienes quedaron huérfanos de padre a muy tierna edad. Su madre supo cuidar muy bien de ellos, y estos en agradecimiento, invirtieron sus apellidos poniendo en primer lugar el de su madre, esto sucedió cuando Elías decidió entrar al seminario conciliar de Guadalajara, quedando Miguel como cabeza de familia. Miguel se dedicó a cuidar a su madre, pero anhelaba el estudio y la superación.
Hizo sus primeros estudios en Paredones, se le reconoció por ser un jovencito servicial y piadoso, fue acólito, luego sacristán y más tarde catequista, ayudó a realizar actividades sociales en beneficio de su comunidad. Tuvo contacto con el Lic. Miguel Palomar y Vizcarra y de ese trato surgió en Paredones, la caja rural Raiffeisen.
En 1912 inició su trato personal con Anacleto González Flores. Estos encuentros le ayudaban a afianzar su deseo de estudiar y prepararse, deseo que no había realizado por el cuidado a su madre; pero por fin se decidió y se inscribió en la preparatoria del Seminario de Guadalajara, pero salió pues no tenía vocación sacerdotal. En 1913 se afilió al Partido Católico Nacional y se matriculó en el Instituto del Sagrado Corazón de Jesús, en Guadalajara, para estudiar derecho. También en ese año se unió al grupo estudiantil La Gironda; donde asumió gustoso ser asistente de Anacleto. Gracias a su valentía y audacia accedía a las misiones encomendadas en defensa de la Iglesia, convirtiéndose junto con Anacleto en referentes inevitables para la juventud mexicana.
Junto con Anacleto para mantener la representación de los valores sociales en la política asumieron la dirección de la Unión Latinoamericana, corporación cívico política que recién se había creado. Ambos en 1913 representaron a Tepatitlán, en la convención del Partido Católico Nacional, celebrada en Guadalajara.
Miguel Gómez, con ardor y celo no dudaba en enfrentarse a quien se pusiera en contra de los principios cristianos. Eso le acarreó disgustos y contratiempos, entre otros, un arresto en el que pasó una semana en las celdas de la Inspección de Policía, acusado de cometer delitos de orden común retirar libelos contra la religión de lugares públicos, sustituyéndolos por otros que expresaban lo contrario.
En 1914 siendo estudiante universitario en Morelos, mostró su frontal oposición a las tesis sostenidas por un partidario del presidente Juárez, interrumpiendo las disertaciones de tal partidario. No tenía miedo de decir la verdad y de defenderla asumiendo cualquier consecuencia por ello.
En los inicios de ese 1914 una atea española, llamada Belén de Sárraga, anticlerical y feminista que alborotaba con sus conferencias, fue un estímulo para que Miguel impulsara la prensa católica, al efecto, funda y preside la sociedad de Propagación de la Buena Prensa. También Miguel definió su campo de acción: el sindicalismo cristiano. Creó una bolsa de trabajo, cajas de ahorro, cooperativas de consumo y el círculo de estudios para obreros, León XIII.
A mediados de 1914, los enfrentamientos bélicos entre carrancistas y villistas lo hicieron regresar a Paredones, donde permaneció hasta 1915, año en el que pudo volver a Guadalajara para proseguir sus actividades.
En 1916, terminó la preparatoria y se inscribió en la Escuela Católica de Derecho, posteriormente Escuela Libre de Leyes. El 14 de julio, participó como socio fundador de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.
En el año de 1917, fundó los círculos obreros José de Jesús Ortiz, para jóvenes operarios; Niños Héroes, para aprendices de artesanos; y Don Bosco, para tipógrafos. También hizo su aparición la Sociedad Mutualista Obrera, que él promovió. Al disolverse en ese año La Gironda, se estableció con su madre, doña Victoriana Gómez, en una vivienda en el barrio del Santuario.
La prensa católica auspiciaba por Miguel emprendió la publicación de la obra La Cuestión Religiosa en México, de Regis Planchet.
En enero de 1919, fue elegido presidente de una sociedad cooperativa de consumo, La Popular. En abril, participó activamente en la organización del Congreso Regional Católico Obrero, realizado exitosamente en Guadalajara. Al término de la asamblea, entre otras responsabilidades se le confió una diputación.
En 1920, fundó un nuevo círculo dentro de la A.C.J.M., el Trinidad Sánchez Santos, y coordinó la reimpresión de “La Cuestión Religiosa en México”, en una versión autorizada por la diócesis de Guadalajara y aumentada por el apéndice “La Cuestión Religiosa en Jalisco”, de Anacleto González Flores.
Por su defensa de la fe también tuvo problemas profesionales, de hecho, no logró que avalaran sus estudios con el título acreditativo correspondiente. Aun así, no se daría por vencido.
Llegaron a Guadalajara algunos líderes bolcheviques, portadores de un mensaje ateo y agresivo quienes, el 1º de mayo del año 1921 colocaron en el asta de la Catedral tapatía la bandera rojinegra. En cuanto la noticia se supo entre los jóvenes de la Acción Católica, Miguel Gómez Loza fue el primero en acudir al lugar, y sin medir los riesgos pasando entre la turba, ascendió la escalinata, retiró la bandera del asta y la hizo pedazos, todo en la presencia de decenas de adversarios, quienes le propinaron una golpiza a Miguel después de su hazaña.
En las elecciones para elegir autoridades locales del Estado, en julio de 1921, contendió como candidato independiente a uno de los puestos de elección popular. Su contrincante fue el anticlerical, José Guadalupe Zuno, quien a la fuerza le arrebató los votos que el pueblo emitía en favor de Gómez Loza.
Al inicio de 1922 Miguel se dispuso a ser examinado para obtener el título de abogado. Después de superar un sinfín de obstáculos pudo, el 24 de junio de 1922, presentar el examen final en la escuela de jurisprudencia del Estado, obteniendo la aprobación de los jueces sinodales.
Se casó con Mª Guadalupe Sánchez Barragán a finales de 1922 con quien tendría tres hijas. Se asentaron en Arandas Jalisco, pero Miguel sufrió el destierro de manera arbitraria e injusta por el alcalde de Arandas, que era enemigo de la labor social de Gómez Loza. Durante tres meses vivió en Jalpa de Cánovas trabajando como siempre, siendo promotor activo de los valores cristianos. Regresó a Guadalajara donde se reunió con su familia e ingresó en la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento.
Cuando en 1924 el gobernador de Jalisco decretó el cierre del seminario, tuvo en Miguel un bravo competidor a través de la Unión Popular fundada por él junto a Anacleto en 1925. La Santa Sede por su excepcional labor, le otorgó la cruz Pro Ecclesia et Pontifice, siendo galardonados también sus compañeros.
Miguel sufrió decenas de encarcelamientos, por ejemplo en febrero de 1926 fue encarcelado y continuaba ahí su labor apostólica orando junto a los reclusos y difundiendo la Palabra de Dios. En abril salía de la cárcel, cuando fue nuevamente apresado por la policía secreta. En ese instante se libró, quizá de una muerte segura, por la mediación ejercida por unos amigos. Ya libre lideró un movimiento de jóvenes afines a la Unión Popular que partieron dispuestos a todo con el fin de establecer sus principios en distintos lugares. Todo ello en medio de precariedades económicas, a causa del boicot del que eran objeto. Miguel Gómez Loza, hombre católico e inteligente, se distinguió por su valor y temeridad, tanto así que se dice que el gobierno anticlerical, lo castigó con cárcel en 59 ocasiones.
En enero de 1927 Miguel partió hacia los Altos. Se unió a una vía de resistencia pacífica contra el estado anticlerical. Fue nombrado gobernador de Jalisco en abril de 1927, nombramiento conferido por los católicos de la resistencia, se estableció en la Presa de López sosteniendo con firmeza la fe de la gente, al tiempo que mantenía activa la revista «Glaudium».
Miguel Gómez, como gobernador civil del Estado, atendía los múltiples y complejos problemas derivados de la lucha armada. Luego de la muerte de Anacleto González, la responsabilidad moral de la resistencia activa de los católicos recayó en él, aceptó sabiendo que estaba su vida de por medio. Desde entonces, vivió a salto de mata, primero en La Presa de los López, del municipio de Arandas y finalmente en Palmitos o San Rafael, en el municipio alteño de San Julián, Jalisco, de donde pocas veces salía. Pero el 21 de marzo de 1928 salió de Palmitos hacia Guadalajara para hablar con los directivos del movimiento en esta zona. Partió acompañado de su asistente y, en un rancho cerca de Atotonilco, se detuvo a hablar con el jefe civil de la región. Charlaban cuando advirtieron que se dirigían hacia ellos varios soldados federales a acaballo. Sin tiempo para escapar Miguel Gómez y su asistente Dionisio Vázquez fueron asesinados. A Gómez Loza lo lazaron y arrastraron antes de acribillarlo al pie de un encino. Al día siguiente, 22 de marzo, llevaron sus restos a Guadalajara entregándolos a su esposa, y a su madre. Los muchachos de la ACJM y los obreros que Miguel había ayudado tanto, hicieron la guardia, con una numerosa asistencia ese mismo día 23 fue sepultado en el panteón de Mezquitán en Guadalajara. El 1º de abril de 1947, sus restos fueron colocados en el Santuario de Guadalupe, en Guadalajara, sirviendo de pedestal, como lo hizo en vida, a su entrañable amigo Anacleto González Flores. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005
Miguel Gómez haciendo honor al lema de la ACJM (Acción Católica de la Juventud Mexicana) dio testimonio de sus virtudes hasta el grado de ofrendar su vida “Por Dios y por la Patria”