Don Vicente es conocido como El Señor de las Dalias, pues tiene registradas hasta 14 especies de su creación
Cosechar una dalia no es tan simple como enterrar un camote en la tierra, es una trabajo que requiere de imaginación, explica el productor.
Tlaxcala.— Cuando don Vicente Macías recorre con la vista los campos de dalias que él mismo siembra y cosecha, se le hace un nudo en la garganta al evocar eventos de su oficio, como la imagen de su padre que le heredó el amor por las dalias y de su yerno que no llegó a su casa para enterarse que sería papá de un niño.
Él es un campesino de Huamantla, uno de los dos pueblos mágicos de Tlaxcala, donde ha ocupado sus terrenos de maíz para sembrar miles de flores. Entre la comunidad se ha ganado la fama como El Señor de las Dalias, por ser el principal productor y porque ha dedicado gran parte de su vida a la siembra y cosecha de la flor mexicana.
“Sí me reconocen por ser un buen productor de dalia y eso nos hace ser mejores, de ir con un pie adelante sobre los demás”, afirma sin dudarlo.
Son miles de flores, y a cada una de ellas las reconoce por su nombre y por la historia que guardan de alegría, de drama y también de luto. Por ejemplo, Ireri es una dalia que a don Vicente le recuerda el día en que falleció el joven que sería su yerno.
Recuerda que él, su hija y toda la familia lo esperaban para celebrar su cumpleaños y darle la noticia de que sería papá de una niña, pero no llegó; murió en el trayecto en un accidente.
Tras 22 años consecutivos dedicados al cultivo de dalias, en 2020 padeció por la pandemia de Covid-19. El confinamiento y la suspensión de actividades no esenciales significaron la pérdida total de la cosecha de dalias en 2020 y en 2021. Hubo siembra, pero toda se fue a la basura.
“Prácticamente toda la gente lo padeció, lo padecimos”, reconoce agobiado.
Sin embargo, para este 2022, don Vicente alistó su cosecha y cortó miles de dalias los días 13 y 14 de agosto para llevarlas a las alfombras y tapetes de Huamantla, para la feria local y la famosa “Noche en que Nadie Duerme”.
“Ya superamos todo eso, ya eso lo dejamos atrás y tenemos que seguir trabajando y seguir siendo mejores personas, porque eso nos enseñó la pandemia, a estar mejor con uno mismo, con la familia y con toda la gente”, exclama don Vicente.
De catálogo nacional
Cosechar una dalia no es tan simple como enterrar un camote en la tierra; es un trabajo que requiere de imaginación y técnica para crear una flor única que merezca un registro en el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales que administra el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas.
Don Vicente imagina la flor que desea crear; la técnica, en principio, consiste en sembrar en dos surcos paralelos dos colores diferentes, cuidados de la tierra, riego, temperatura, y también dejar que las abejas hagan su trabajo.
“Así como lo ven, no es nada fácil, es mucho trabajo que tenemos que enfocarnos en hacer estos cultivos. Desde abril comenzamos a meter los bulbos a la tierra, a comenzar a darles vida también a ellos”, explica.
Con esa técnica fue como creó la dalia Ireri, asimismo a Jatziri, Emily, Caridad, Yalit, Itayetzi, Quetzaly, Asunción de María, Yuritzi, Erandi, Jade, Maczil, Italivi y Mariam; todas ya poseen un registro que significa que son especies únicas y que requieren de un procedimiento legal del propietario para su reproducción y venta.
El registro está sustentado en la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas, y su respectivo reglamento.
Don Vicente y otros productores de la región dedican el cultivo de la dalia a la Virgen de La Caridad, la imagen religiosa que veneran los católicos en este municipio y a quien festejan cada año en agosto.
Por eso, la venta principal de la cosecha de dalias ocurre en agosto, aunque a partir de la pandemia de Covid-19, idearon otras formas de colocar esta flor en el mercado a través de arreglos florales para toda ocasión.
“Aquí no es mucho decir que voy a sembrar porque voy a sacar o me voy a hacer de dinero, casi es por tradición y mantener a la familia”, afirma.