Muchos sintieron que las diferencias sobre cómo celebrar la liturgia “a veces alcanzan un nivel de hostilidad. Las personas en cada lado de la cuestión aseguraron que se sienten juzgados por aquellos que difieren de ellos.
(ZENIT Noticias / Roma).- La Iglesia católica en los Estados Unidos ha hecho público los resultados de su proceso sinodal. De los 66,8 millones de católicos que hay en las 178 circunscripciones eclesiásticas del país (más 18 eparquías de rito oriental), 700 mil se involucraron en la fase diocesana del sínodo.
En la síntesis publicada este lunes 19 de septiembre se hace notar que al principio hubo aprensión e incluso oposición pues se consideraba inútil. Posteriormente se vio como una riqueza y se superaron las expectativas. Al final se recogió un total de 22 mil informes.
Entre las constataciones destacables está la herida de los abusos sexuales y su relación con la confianza:
«La confianza en la jerarquía de la Iglesia es débil y necesita ser fortalecida. Los escándalos de abusos sexuales y la forma en que el liderazgo de la Iglesia gestionó la situación se consideran una de las causas más fuertes de la falta de confianza y credibilidad por parte de los fieles. Los comentarios revelaron la fuerte y persistente herida causada por el abuso de poder y el abuso físico, emocional y espiritual de los más inocentes de nuestra comunidad. Se reconoció que este dolor ha tenido un efecto agravante en la disponibilidad de los sacerdotes y ministros laicos para desarrollar relaciones más cercanas con las personas a las que sirven debido al temor de ser malinterpretados o acusados falsamente».
La síntesis sinodal refleja que la pandemia ha dejado estragos en el sentido de comunidad:
«ha llevado, de algunas maneras, a debilitar a nuestras comunidades, acelerando así una tendencia a la desconexión e intensificando el aislamiento y la soledad de muchos, en particular, jóvenes y ancianos. Un gran número de fieles aún no ha regresado al culto. Muchos reconocieron los avances logrados durante la pandemia en encontrar formas nuevas e innovadoras de llegar a la comunidad y permanecer conectados, y que «la ausencia realzó el sentido de la gran importancia de la experiencia de la Iglesia y, más particularmente, la Eucaristía para la vida de fe».
Otra herida constatada es la de la división derivada de la política pero también de la liturgia:
«“Las ideologías políticas divisivas presentes en nuestra sociedad se han filtrado en todos los aspectos de nuestras vidas. La división en cuanto a la celebración de la liturgia se reflejó en las consultas sinodales”. “Lamentablemente, la celebración de la Eucaristía también se vive como un área de división dentro de la iglesia. La cuestión más común con respecto a la liturgia es la celebración de la Misa preconciliar”. Se lamentó el acceso limitado al Misal de 1962; muchos sintieron que las diferencias sobre cómo celebrar la liturgia “a veces alcanzan un nivel de hostilidad. Las personas en cada lado de la cuestión aseguraron que se sienten juzgados por aquellos que difieren de ellos”».
Otra herida constatada es la que perciben los laicos acerca de los obispos:
«Muchas síntesis regionales citaron la percepción de falta de unidad entre los obispos de los Estados Unidos, e incluso de algunos obispos individuales con el Santo Padre, como fuente de un grave escándalo. Esta aparente falta de unidad dentro de la jerarquía parece, a su vez, justificar la división a nivel local. “Las personas en ambos extremos del espectro político se han establecido en oposición a los ‘otros’, olvidando que están unidos en el Cuerpo de Cristo. La política partidista se está infiltrando en las homilías y la pastoral, y esta tendencia ha creado divisiones e intimidación entre los creyentes”. Otra síntesis regional destacó cómo “nuestro uso de los medios de comunicación sirve cada vez más para reforzar nuestras nociones preconcebidas o nuestra ideología preferida”».
Finalmente se habla también de la herida de la marginación y a continuación se refiere que todo eso ha «puesto de manifiesto una profunda hambre de sanación y un fuerte deseo de comunión, comunidad y sentido de pertenencia y unidad».
La síntesis sinodal de la Iglesia estadounidense propone fomentar la comunión y la participación por medio de una vida sacramental y la acogida (deseo común más expresado en las consultas). En este segundo rubro se destacó que «gente quiere que la Iglesia sea un hogar para los heridos y quebrantados, no una institución para los perfectos. La Iglesia parece priorizar la doctrina por encima de las personas, las reglas y las normas por encima de la realidad vivida. La gente quiere que la Iglesia sea un hogar para los heridos y quebrantados, no una institución para los perfectos. Quieren que la Iglesia encuentre a las personas donde están, dondequiera que estén, y que camine con ellas en lugar de juzgarlas; construir relaciones reales a través del cuidado y la autenticidad, no de la superioridad».
En el mismo ámbito de la acogida se relacionó este aspecto con las personas con atracción hacia el mismo sexo y los divorciados vueltos a casar. Acerca de los primeros la síntesis recoge:
«Muchos de “quienes se identifican como LGBTQ+ creen que están condenados por las enseñanzas de la Iglesia”. Hay “una necesidad urgente de orientación como suplicó [una parroquia], ‘creemos que nos estamos acercando a una crisis real en la forma de atender a la comunidad LGBTQ+, algunos de los cuales son miembros de nuestras propias familias. Necesitamos ayuda, apoyo y claridad’”. Con frecuencia, las familias “se sienten en conflicto entre permanecer en la iglesia y apoyar a sus seres queridos”. Para convertirse en una Iglesia más acogedora, existe una profunda necesidad de un discernimiento continuo de toda la Iglesia sobre la mejor manera de acompañar a nuestros hermanos y hermanas LGBTQ+».
Y con relación a los divorciados vueltos a casar civilmente:
«Las personas que se han divorciado, ya sea que se hayan vuelto a casar o no, a menudo no se sienten bienvenidas dentro de la Iglesia. “Un número significativo de [consultas] incluyeron comentarios de que las personas divorciadas se sienten juzgadas por otros en la iglesia, en algunos casos incluso si han pasado por el proceso de anulación, pero ciertamente si no lo han hecho. El proceso de anulación se considera como indebidamente oneroso y condenatorio también”. Este dolor dejó a muchos católicos divorciados y vueltos a casar “con el sentimiento de estar sujetos a un estándar más alto, mientras que las personas que han cometido otros pecados continúan recibiendo la comunión”. Las consultas sinodales expresaron una súplica constante por un proceso de anulación más transparente y claro como una posible forma de avanzar en crear un mayor sentido de acogida».
También se habla de acogida con relación a personas con discapacidad y de comunidades culturales y étnicas. En este sentido se subrayó el racismo. La síntesis sinodal manifiesta una preocupación por la desafección de los jóvenes.
Entre las propuestas también destaca la propuesta de formación permanente para la misión. En esta área se habla de la misión social de la Iglesia, la responsabilidad compartida por todo el pueblo de Dios (mediante consejos parroquiales que involucren a los laicos) y de la esperanza de mejorar la comunicación:
«Muchos comentaron que “la mejora en la comunicación entre (arqui)diócesis y parroquias, entre parroquias y feligreses, y entre parroquias en la misma (arqui)diócesis, podría conducir a la unidad y reducir la difusión de información errónea”. Otras consultas consideraron que el uso de los medios digitales por parte de la Iglesia es esencial para llevar la fe a la plaza pública. Una síntesis señaló la necesidad de que la Iglesia mejore en “el uso de los medios y la tecnología para las comunicaciones para servir en el discipulado misionero —compartiendo el evangelio— y cubriendo distancias geográficas, para servir como la voz de la Iglesia en los ámbitos sociales y políticos, y ser un lugar para conocer la demografía y las necesidades y conectar a la Iglesia con la sociedad”.
Varias personas reflexionaron sobre la importancia de una comunicación clara, especialmente en el espacio digital, para llegar a los jóvenes e involucrarlos. Sin embargo, casi todas las consultas sinodales advirtieron que la Iglesia y los medios católicos se deben involucrar en las comunicaciones sociales y digitales de manera responsable y respetuosa, evitando caer en ideologías que exacerban la división.
Los informes señalaron la gran variedad de destacados medios católicos y recursos digitales, pero también lamentaron el desafío de identificar medios católicos responsables. Entre las preocupaciones expresadas con los medios, se observó que las perspectivas más destacadas suelen ser las más divisivas o sensacionalistas. Es probable que los medios de comunicación informen sobre temas candentes, no sobre el ministerio consistente que regularmente brindan las parroquias y organizaciones católicas. Nuestro uso de los medios de comunicación sirve cada vez más para reforzar nuestras nociones preconcebidas o nuestra ideología preferida.
Más incisivamente, casi todas las consultas sinodales consideraron que la comunicación clara, concisa y consistente es clave para el fuerte deseo de transparencia adecuada. “La categoría general de transparencia se mencionó una y otra vez: transparencia en la crisis del abuso sexual, transparencia en la toma de decisiones difíciles, transparencia en asuntos financieros, transparencia en admitir cuando algo sale mal, transparencia en la planificación, transparencia en el liderazgo. La transparencia conlleva la responsabilidad que muchas personas sienten que falta en la Iglesia. Para ser una Iglesia confiable, la transparencia deberá ser un componente esencial en todos los niveles y aspectos”. A medida que la Iglesia busque avanzar en el camino sinodal, será crucial un compromiso con una comunicación clara, transparente y coherente. “Una clave para mejorar la colaboración entre el clero y los laicos será la comunicación. Los miembros laicos en bastantes diócesis dijeron que desean una mayor transparencia con respecto a la toma de decisiones».
Finalmente, otro ámbito de trabajo es el así llamado «discernimiento participativo»:
«Se informó con frecuencia que los participantes agradecerían más oportunidades de ser escuchados y escuchar las expresiones de los puntos de vista de otros sobre la fe y la vida de la Iglesia. Se pensó que esto podría contribuir de manera significativa a superar la polarización que se siente en todas partes. Algunos notaron las pocas oportunidades que se ofrecen para escuchar de verdad en una cultura en la que habitualmente hablamos a los demás sin escucharlos».