El déficit de México en alimentos como el maíz y el trigo se refleja en altos precios de la tortilla y el pan; la producción de ambos cultivos crece de forma marginal: experto
El valor de importaciones de granos y oleaginosas, de los cuales México es deficitario, aumentó más de 80% en los últimos dos años en buena medida por el alza en sus precios internacionales, lo que ha incidido en la carestía de alimentos en el país, muestran datos del Banco de México (Banxico).
“No somos autosuficientes en granos y oleaginosas, pues sólo producimos 52% de lo que consumimos, por lo que debe ser complementado con compras en el exterior con altos precios. Esto ha provocado que muchos productos que usan este tipo de insumos tengan incrementos importantes y que estemos teniendo una inflación importada”, advirtió Juan Carlos Anaya, director general de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas.
En su opinión, ningún país es autosuficiente en la producción de alimentos, pero tampoco se debe depender tanto del exterior. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda que lo mínimo que debe producir un país es 75% de los bienes que consume.
México no tiene problemas en la producción de frutas y hortalizas ni en el azúcar, mientras que el sector pecuario produce 83% del consumo interno, en términos generales.
“El segmento más débil del país es el de granos y oleaginosas, porque no hemos incrementado la productividad, aún con todos los apoyos, que principalmente han sido de carácter asistencial”, destacó Anaya.
En los primeros seis meses del año el valor de las importaciones de maíz, trigo, arroz, soya y otras semillas y frutos oleaginosos ascendió a 6.5 mil millones de dólares, cifra 86.7% superior a la reportada dos años antes, en la primera mitad de 2020.
De este grupo, el maíz es el que concentra la mayor parte de las compras al exterior, cuyo valor se ubicó en 2 mil 791 millones de dólares en la primera mitad del año, 87.7% superior al observado en la primera mitad de 2020. En el mismo periodo, el precio internacional del maíz amarillo casi se duplicó.
Ello se refleja en el alza del precio de productos básicos como la tortilla de maíz y la masa y harina del grano, que subieron 30.4% y 26.7% entre la primera quincena de agosto de 2020 y el mismo periodo de 2022.
Además, en lo que va del sexenio, en lugar de aumentar, la producción de maíz ha disminuido 0.6%, afirmó Anaya.
“Seguimos produciendo 27 millones de toneladas y consumimos 45 millones de toneladas. Aunque le han metido fertilizantes y precios de garantía, no promueven la productividad”, recalcó.
El caso del trigo es peor que el del maíz, pues se produce sólo 46% de lo que se consume internamente. El valor de las importaciones de este grano llegó a más de mil millones de dólares en el primer semestre de 2022, cifra 92.9% superior a la reportada dos años antes, con alza en precio de 46% en el periodo.
Eso contribuyó a encarecer productos básicos como la harina de trigo y el pan blanco, con alzas en los últimos dos años de 46.5% y 37.4%, respectivamente, hasta la primera quincena del mes pasado.
Anaya reconoce que, en general, hay dos factores que han incidido en el alza de precios de alimentos: en primer lugar, hay factores externos, considerando que México es importador.
Sin embargo, también hay factores internos, detalló. México es un gran productor de frutas y hortalizas, pero sus precios son más volátiles entre alimentos por estacionalidad y clima.
“Tenemos incrementos repentinos de precios como en la naranja, que subió más de 45.7% a tasa anual debido a que se acabó la cosecha en Veracruz, pero para noviembre o diciembre va a caer el precio”, dijo.
Además, Anaya advirtió sobre el impacto de la inseguridad en los costos logísticos y en la oferta en algunas regiones. Este problema se percibe en el aguacate, limón, tortillas y pollo, agregó.
Sobre la posibilidad de que los precios internacionales de los granos se estabilicen para fin de año, consideró que dependerá de la nueva cosecha de granos de Estados Unidos, que es la más importante y viene a partir del bimestre septiembre-octubre.
Ahí se podrán conocer algunos efectos y una eventual disminución de los precios, dijo.
“No es que diga que ya se van a caer. Vamos a ir ya a una estabilidad, y a la mejor a una pequeña disminución, pero va a tardar más de un año a un año y medio para que volvamos a niveles de precios más estables”, destacó Anaya.
“Si hay oferta suficiente y no hay sorpresas en las economías mundiales por guerras, clima y otros aspectos, volveremos a tasas de inflación menores”.