JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO //Edicto en contra de Hidalgo

         El 31 de diciembre de 1810, tres meses y medio después de que se gestara el movimiento independentista en el Virreinato de la Nueva España y más de un mes después de que don Miguel Hidalgo estuviera por unas horas en nuestra ciudad, el licenciado don Mariano de Escandón y Liera, caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos Tercero, Conde de Sierra Gorda, en quien recayó el gobierno por la ausencia del Ilustrísimo Obispo Manuel Abad y Queipo, quien había huido por la llegada de las tropas insurgentes a Valladolid, envía el siguiente Edicto a esta villa de Zamora, donde da cuenta de “las fatales noticias que llegaron a esta ciudad, exageradas hasta el último grado de consternación de la entrada de los insurgentes en la ciudad, lo que hizo que muy precipitadamente y con bastante desconsuelo de este público se ausentaran el ilustrísimo señor obispo y superintendente, acompañados de los vecinos más principales y que causara un terror universal en los ánimos de todos, creyendo que era inevitable la muerte, o la dura y estrecha comunicación con los revolucionarios que por momentos se esperaban”. (Libro de Providencias perteneciente al archivo parroquial de esta Villa de Zamora)

         El Edicto estipula el temor que causó el levantamiento revolucionario, “causó mucho mayor novedad en los conventos de religiosos y colegios de niñas educadas, que por la razón de su poco discernimiento se llenaron de inquietud y ansiedades de espíritu; igual conmoción había en la gente baja, aunque por diversos principios” (Ídem). Dicha diversidad se refiere al tema de la excomunión, la que fue utilizada en contra de los insurgentes y en específico en contra de sus líderes.

         Así, por ejemplo, al referirse a don Miguel Hidalgo, el edicto estipula: “puedo yo manifestar como encargado del gobierno espiritual que la censura impuesta al cura don Miguel Hidalgo por el Ilustrísimo Señor Dr. Don Manuel Abad y Queipo, así contra él, como contra todos los que lo siguieron es válida y se necesitó en poder calificarse de legítimamente suspendida, yo en uso de la autoridad que en mi reside los declaró incursos en ella, como igualmente los han declarado todos los ilustrísimos señores diocesanos de este Reino; y exhorto a todos los fieles a la debida obediencia, esperando de los curas, vicarios y demás eclesiásticos seculares y regulares, que como depositarios de la santa doctrina harán conocer así en exhortaciones públicas, como privadas, el respeto y obediencia que a pesar de las seducciones deben prestar a la iglesia sus verdaderos hijos” (Ídem)

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JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO

Jesús Alvarez del Toro, licenciado en Historia. Director del Museo de Zamora, Cronista de la ciudad de Zamora.

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