¿Quién da voz a América latina en la ONU?

La región, pese a estar en crisis, no se encuentra en llamas, y los organismos, dicen expertos, responden de forma reactiva, no preventiva

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (der.), en el funeral de Estado de Isabell II. El líder latinoamericano inaugura hoy la Asamblea General de la ONU.

San José. – Con la democracia bajo amenaza, la pobreza con cifras al alza, el narcotráfico en aumento, la migración irregular en avalancha y la factura en derechos humanos en rojo, la agenda de urgencias de América Latina y el Caribe quedará relegada a los últimos puestos del debate de asuntos preferenciales de la Asamblea General del Organización de Naciones Unidas (ONU) que empezará hoy en Nueva York. 

La guerra que Rusia desató contra Ucrania hace casi siete meses acaparará la atención global en la ONU y robará las luces a una zona que, como la latinoamericana y caribeña, está golpeada por la ausencia de liderazgos, la creciente ingobernabilidad y los añejos fantasmas de ser “repúblicas bananeras” sin rumbo signadas por los abusos políticos y el caos institucional. 

“América Latina no figura en la agenda prioritaria de la Asamblea General (…), ni del Consejo de Seguridad, tampoco en la del gobierno de Estados Unidos, una potencia con intereses geopolíticos declarados en el hemisferio”, afirmó el economista guatemalteco Edgar Gutiérrez, excanciller de Guatemala, consultor internacional y analista y estratega político y de seguridad. 

“Eso obedece a dos razones: no poseemos un peso estratégico en las disputas de las grandes potencias en el nuevo orden multipolar que se comienza a dibujar, y, por otro lado, no estamos en llamas. Por lo general los grandes foros se ocupan de las emergencias de manera reactiva, nunca preventivamente”, dijo Gutiérrez a EL UNIVERSAL.

“¿Hay motivos para estar en esa agenda global? Hay uno apremiante y es el desmantelamiento de las democracias en Centroamérica, los riesgos de que se mine uno de los pilares básicos de la democracia en Brasil, como ya sucedió en EU: no aceptar la voluntad popular manifestada en las urnas”, agregó, en alusión a que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, rechace los resultados electorales del mes próximo en ese país. 

“América Latina y el Caribe asisten a estos foros fragmentados y sin propuestas, sea en el campo de la democracia, el cambio climático, la integración regional o el combate al hambre, la pobreza y la desigualdad, que se han agudizado” en la pandemia del coronavirus, recalcó.
 
Al advertir que Haití, que en 2022 se hundió más en un acelerado caos institucional y una violencia callejera indiscriminada, “si estará en las preocupaciones” de la ONU, Gutiérrez lamentó que eso ocurrirá “cuando la situación ya está fuera de control”. 

“La comunidad internacional debe examinar por enésima vez por qué lleva tres décadas fracasando pertinazmente en sus operaciones de paz (en Haití) y otras formas de intervención para restaurar la gobernabilidad”, añadió. 

Para el abogado, diplomático y consultor internacional boliviano Jaime Aparicio, exembajador de Bolivia en la Organización de Estados Americanos (OEA), el debate en la ONU será dominado por la guerra en Ucrania y su impacto en asuntos ambientales, energéticos e inflación. 

Las cuestiones latinoamericanas y caribeñas “estarán ausentes” y es “más evidente por la fragmentación actual, las obsesiones ideológicas que se reflejan en discursos conspiratorios y acusatorios de los populistas de la región contra EU y occidente y sobre todo en la pobreza de los liderazgos”, adujo Aparicio a este diario. 

Al respecto, el analista, periodista y escritor hondureño Manuel Torres coincidió en que “la tendencia” es la división y el choque y la tribuna de la ONU “será, como siempre, un reflejo de esa crisis”. 

 “Lo que se puede prever, lamentablemente, serán discursos repetitivos, retóricos, ideologizados y carentes de propuestas o decisiones sólidas en materia de democracia, desarrollo, libertad, paz y seguridad. De nuevo, como suele ocurrir, la realidad de nuestros pueblos será rehén de gobernantes que no los representan”, indicó Torres a este periódico. 

Centroamérica llegará a la ONU en “uno de sus momentos históricos de mayor desintegración e incluso regresividad. Más cerca del autoritarismo que de la democracia”, señaló. 

Radiografía 

La ofensiva de los cárteles mexicanos del narcotráfico siguió sin cesar en Centroamérica y Suramérica y agravó la violencia, la inseguridad, la migración irregular, la corrupción y la impunidad. 
 
La tormenta política y socioeconómica de represión, violaciones a los derechos humanos, autoritarismo o totalitarismo cercó, con variado matiz e intensidad, a los gobiernos latinoamericanos y caribeños. 

América Latina y el Caribe deben pedir en la ONU reconstruir “la democracia en Nicaragua, Venezuela y Cuba”, aseveró el politólogo, sociólogo y relacionista internacional boliviano Franco Gamboa, profesor de Estudios Latinoamericanos y Política Comparada en la (no estatal) Universidad Marymount, de Virginia, EU. 

“Cuba (…) está influyendo poderosamente en mantener las dictaduras en Nicaragua y Venezuela. (…) En un momento pensamos que (en Cuba) las cosas podían mejorar dejando que el sistema pudiera cambiar, pero ahora no es así”, declaró Gamboa a este diario. 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que pertenece al sistema de la ONU, precisó que la pobreza en la zona aumentó de 185,5 millones de personas en 2019 a 230,9 millones en 2020, con un incremento de 45,4 millones en 12 meses entre sus 650 millones de habitantes por el coronavirus. 

La miseria extrema o moderada subió sin indicios de que retrocedió en 2021 o 2022 y atizó la migración irregular sin visa, a pie, en lanchas y por otras vías del sur de América hacia EU. El gobierno panameño informó que el número de migrantes irregulares que cruzó el Tapón del Darién, selva del occidente de Colombia al oriente de Panamá, creció de 70 mil 351 personas de enero a agosto de 2021 a 102 mil 67 de enero a agosto de 2022. 

La migración irregular de centroamericanos y venezolanos es “un problema de fondo” e “inaguantable”, recalcó Gamboa. Son migrantes “que consideran que es mejor establecer una nueva vida y etapa de progreso y satisfacción económica en EU. Pero el recibimiento en EU ha sido traumático y negativo”, subrayó. 

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