Con amor, admiración y respeto fue velado en la capilla de la funeraria Gayosso de Félix Cuevas, el poeta y ensayista David Huerta, ganador de algunos de los premios más importantes de la literatura mexicana
Fue velado en la capilla de la funeraria Gayosso de Félix Cuevas, el poeta y ensayista David Huerta, ganador algunos de los premios más importantes de la literatura mexicana: el Xavier Villaurrutia en 2005 por Versión; el Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y Lingüística 2015 y el FIL de Literatura en Lenguas Romances en 2019.
A las siete de la noche empezaron a colocarse las coronas de flores para velar al poeta. Prevalecen la amistad, la admiración, el respeto y el amor frente al desconcierto de su muerte inesperada. Su viuda, Verónica Murguía, su hermana Eugenia Huerta Bravo, y escritores como Tedi López Mills, Vicente Quirarte, Christopher Domínguez Michael, Geney Beltrán y Antonio Malpica, entre otros, acudieron a la capilla ardiente para darle el último adiós.
También llegaron a darle el último adiós Eduardo Vázquez Martín, coordinador ejecutivo del Mandato del Colegio de San Ildefonso, y Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Sobre el féretro se acumularon los ramos, arreglos y rosas blancas que fueron dejando sus alumnos, así como sus compañeros, profesores de la Universidad; no faltó un folio con el poema “Ayotzinapa”, acompañado de flores de cempasúchil; tampoco el paliacate naranja ni las fotos de varios momentos de David Huerta en la Universidad, rodeado de alumnos, chicos a los que tanto quiso y con los que compartió su pasión por la literatura y la escritura.
Para el escritor Francisco Hinojosa, la muerte de Huerta no sólo representa la partida de uno de sus grandes amigos desde hace tiempo, sino que “era el poeta vivo en México más grande que teníamos hasta hoy”.
El escritor Mauricio Montiel Figueiras se dijo afortunado de su amistad con Huerta, quien tuvo la gracia de haber sido muy leído estando vivo, de haber sido homenajeado y haber recibido muchos y merecidos premios.
“A diferencia de muchos escritores que cuando mueren les empiezan a hacer homenajes, con David fue lo contrario: se lo ganó a pulso porque fue un hombre que trabajó incansablemente en la poesía, el periodismo, el ensayo y la docencia, los cuatro vectores más importantes en su vida y trayectoria”.
El hispanista y poeta Jorge Gutiérrez Reyna dijo que “David fue uno de los escritores más grandes en lengua española de nuestra época. Sobra mencionar los premios, los reconocimientos, las publicaciones; décadas y décadas de trabajo hacen que su obra esté allí, a la vista de todos”.
Y lo recordó como una de las personas más generosas que ha conocido; generoso con sus alumnos y con la gente que estuvo en contacto con él. “Se comprometió con la sociedad, con las causas que creyó justas. Además de un gran poeta fue un gran ser humano, un gran profesor”.
Para Hernán Bravo Varela, editor del Periódico de Poesía de la UNAM, David Huerta no sólo fue un amigo y maestro querido; fue también contemporáneo de todos sus alumnos, tres generaciones de poetas que ayudó a formar y que promovió con generosidad. “Esto es paralelo a su incesante y brillante trayectoria. La poesía mexicana no fue la misma desde títulos como «Versión», «Cuaderno de noviembre e Incurable», su magnum opus”.
Lo increíble, precisa, es que en 2022 él cumplía 50 años como poeta: en 1972 se publicó «El jardín de la luz», “su primerísimo título, y acababa de publicar «El viento en el andén», un libro donde vuelve a ponerse a prueba, se reencuentra de manera armoniosa y magníficamente problemática con espectros de la tradición y su pasado personal. Hasta el último momento, David nos dio lecciones de cómo leer y escribir, algo que en un fragmento hermoso de Incurable define como «la lumbre de todos los principios». Ojalá que esa lumbre permanezca prendida, que atraviese más generaciones y que ayude a nuevos poetas de todos los costados del mundo. La extraordinaria obra de Huerta merece eso y más”, concluyó el también poeta.
Todo el respeto y admiración frente al vacío que deja la ausencia de David Huerta.