Extrema derecha en Italia, un gobierno fracturado

A pesar de ganar los comicios, el partido de Giorgia Meloni deberá gobernar en alianza y legitimarse en un país donde el ambiente político es volátil

Bruselas. Todo indica que la tercera economía más grande de la Unión Europea (UE) tendrá su primer gobierno de extrema derecha desde la Segunda Guerra Mundial, luego del triunfo alcanzado en las urnas por Giorgia Meloni y su partido con elementos post-fascistas, “Los Hermanos de Italia”.  

La fracción ultra se llevó el 26% de los sufragios en las elecciones generales del domingo, con lo cual se convirtió en el partido más grande en la Cámara, al tiempo que obtuvo la mano para formar el próximo gobierno de coalición.  

Sin embargo, en un país en donde el ambiente político es extremadamente volátil, por Roma han pasado 69 gobiernos de distinta ideología desde 1945, el éxito no está garantizado.  

El primer experimento de un gobierno de extrema derecha en Italia desde el dictador fascista Benito Mussolini, plantea dificultades desde su concepción.  


Meloni no obtuvo la mayoría absoluta, por lo que debe compartir el poder con otras fuerzas políticas y eso puede resultar problemático, de acuerdo con los analistas que participaron en un foro convocado por el think tank European Policy Centre (EPC) para analizar las implicaciones de la victoria de la líder de extrema derecha.  

“Fue una victoria de Meloni y su partido, no de la extrema derecha como bloque”, precisó Tommaso Grossi, analista del EPC.    

Para formar gobierno, tendrá que aliarse con Fuerza Italia de Silvio Berlusconi, un veterano de la política italiana y cuyo comportamiento es impredecible.  


También deberá trabajar con la Liga de Matteo Salvini, que no tuvo un buen desempeño en las urnas, perdió votos en comparación con la elección pasada, se quedó con 8.9%.   

La Liga incluso perdió terreno en su bastión más fuerte, en la región de Lombardía; los votos fueron transferidos a la bancada de Meloni, quien se apoderó de la retórica ultranacionalista, xenófoba y contra la migración, temas que por muchos años fueron estandarte electoral de la bancada encabezada por Salvini.  


El periodista italiano Michele Barbero sugiere moderar las expectativas de un eventual gobierno ultra, pues Berlusconi y Salvini no están dispuestos a ceder sus “reinados”.
  
“Ya estamos viendo fracturas”, dice haciendo referencia a los ataques lanzados por Salvini contra Meloni durante la campaña electoral.  

Además, no en todos los ámbitos hay sintonía. Por ejemplo, Meloni simpatiza con seguir apoyando a Ucrania con armamento, mientras que Salvini es un firme defensor del presidente ruso Vladimir Putin, al igual que el antiguo premier Berlusconi.  

Otro desafío ineludible para Meloni será legitimar la presencia de su partido en el sistema, así como mantener la armonía al interior de “Hermanos de Italia”.  

Manuela Caiani, profesora de ciencias políticas en la Scuola Normale Superiore de Florencia, afirma que supo capitalizar el descontento popular hacia la clase política recurriendo a la clásica retórica populista. El 80% de los italianos desconfía en los partidos políticos.  

Meloni se presentó ante el electorado como una persona de afuera del sistema y con un partido sin compromisos políticos, que supuestamente no se había ensuciado las manos, aunque en realidad tiene en sus filas a veteranos de la política, pertenecientes a distintas fracciones y con compromisos asumidos desde mucho a nivel local.  

En cuanto a las relaciones con Europa, los expertos anticipan un alineamiento del próximo gobierno con las políticas comunitarias, al menos en el ámbito económico y financiero.  

Ciertamente recurrió al discurso euroescéptico para obtener el voto de los inconformes y clase que se siente olvidada por el sistema, pero para evitar que el país vuelva a entrar en recesión requiere de los fondos de la Unión Europea. Italia pasa por tiempos difíciles, la inflación escala al igual que el coste de vida.  

Está previsto que la nación del Mediterráneo reciba el importe más grande del paquete de estímulo jamás financiado por la UE, un total de 191 mil 500 millones de euros durante el periodo 2021-2027, 68 mil 900 millones en subvenciones y 122 mil 600 en préstamos.   

Los analistas coinciden en que el próximo inquilino en Palazzo Chigi es consciente de que hay más que perder que ganar con una posición radical ante el proyecto comunitario, por lo que buscará llegar a compromisos con Bruselas.  

“No habrá ningún cambio radical en la participación de Italia en la UE, pero sí cambiará el discurso”, sostiene Caiani.  

Con los radicales establecidos en Roma, habrá espacio para propagar la retórica de una Europa fortificada, conservadora y fiel a su identidad cristiana.   

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, adelantó que trabajará con cualquier gobierno electo democráticamente, pero advirtió que, si las cosas se ponen difíciles, como ocurre actualmente con Hungría y Polonia, cuenta con las herramientas para actuar.  

El Ejecutivo comunitario tiene la competencia de iniciar procedimientos para condicionar la asignación de fondos comunitarios al respeto al Estado de Derecho. También puede actuar ante el Tribunal de Justicia de la Unión, si hay acciones en perjuicio de derechos como el aborto y la identidad de género.   
 
Marconi ha dicho que no tiene intención de restringir derechos, pero es una férrea defensora de lo que concibe como “valores de la familia” y tiene sólidos vínculos con grupos de presión antiaborto y hostiles a la comunidad LGBT.  

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