FRANCISCO MARTÍNEZ G. // Hacia nuevos fascismos latinoamericanos…

         A la espera de la segunda vuelta, Brasil está encarando lo que, de terminar triunfante Bolsonaro (que ojalá y no) bien pudiese constituir la consolidación de del integralismo brasileiro impulsado por Plinio Salgado en 1932. Sus primeros miembros, que llegaron a cientos de miles, comenzaron por cambiar un símbolo: la svástica por la sigma, la playera café por la verde.

         Y con la sigma, la siguiente divisa: “Deus, pátria e familia”, que englobaba sus valores referenciales: “ordem, hierarquia, disciplina, poder com autoridade moral e mental. Um só hino, uma só bandeira, una só concepção de patria e de justiça e de liberdade”. A lo que habría de sumar un posicionamiento fundamentalista y un ataque sin piedad a todo lo que huela a izquierda.

         De ahí, como consecuencia, sólo cinco años después, el golpe integralista -político y militar- que llevó al poder a Getulio Vargas, quien, bajo una nueva Constitución corporalista y autoritaria, termina por instaurar el “Estado Novo”. Ni qué añadir, sino que un movimiento como éste pronto fue emulado: Chile, Bolivia, Argentina y, bajo un disfraz izquierdista: Venezuela, Nicaragua, El Salvador…

         En el fondo, un engaño que ha conducido a caer en la propia trampa. Porque los fascistas siempre alegan que este proceso es indispensable para virar de un régimen decimonónico a otro tecnocrático fincado en un fuerte poder del ejecutivo. Con un agravante: en vez de fomentar la reflexión en los ciudadanos, se pasa a las consignas, de modo que en la práctica termina por imponerse un caudillo y por instaurarse el fin de las ideologías.

         Se trata de que el ciudadano, siempre bajo un aparato gubernamental de carácter asistencialista y paternal, deje que su caudillo le diga qué pensar, cómo hacerlo y cómo actuar. Al igual que a quién o a quienes denostar y atacar. Se trata de que el caudillo asuma en sí el control de los demás poderes bajo la consigna implícita: “ningún poder arriba o al lado de mí”.

         Porque el ordem, será el que el caudillo imponga; la hierarquia, una en la que el caudillo no pueda estar sino arriba; la concepção de patria e de justiça e de liberdade, sólo la que él decida, porque a quienes piensen diferente sólo les queda o integrarse o quedarse como parias de su propia patria. Así que, ante cualquier situación, sea vestida de derecha o disfrazada de izquierda, o sea, que huela a Bolsonaro u Ortega, habrá que verla con harta reserva.

Francisco Martínez

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FRANCISCO MARTÍNEZ GARCIÁN

Estudió Filosofía y Teología, en el Seminario Diocesano de Zamora, Historia en la Normal Superior Nueva Galicia de Guadalajara y fundador de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.

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