Hace 235 días que Putin lanzó su “Operación Especial” contra Ucrania; advirtió que no farolea cuando evoca el empleo de armas nucleares. Hace exactamente 60 años, en una tarde gris en París, bajaba por el Boul’Mich’ cuando vi a ocho columnas: “¿Conflicto nuclear en el Caribe?”. El presidente Kennedy anunciaba a su nación y al mundo que nos encontrábamos en medio de una crisis que llevaba al mundo a la catástrofe. En abril de 1961, los EEUU habían fracasado en su intento de derrocar a Fidel Castro, en el desastre de Playa Girón. Moscú ofreció a la Habana instalar misiles nucleares en la isla para protegerla definitivamente.
En una reunión del Comité Central del PC Cubano, el 25 y 26 de enero de 1968, Fidel hizo un análisis crítico de la conducta de la URSS: “En esta época una delegación de militares soviéticos… nos propuso la instalación de misiles estratégicos… Con todos los camaradas acordamos firmar un acuerdo militar”. En agosto de 1962, Cuba manifestó a Moscú que no estaba de acuerdo con el secreto guardado y que debía publicarse el acuerdo para disuadir a EEUU de toda agresión. Su delegación preguntó: “¿Qué ocurre si los Yanquis y Kennedy se enteran?”. Khrushchov que era muy vulgar dice: “no te preocupes, a Kennedy lo voy a agarrar de los cojones, si se presenta ese problema”.
Se presentó cuando los aviones espías de los EEUU, el 15 de octubre de 1962, descubrieron los misiles nucleares. La crisis duró 13 días durante los cuales estuvo muy cercano un posible conflicto nuclear. Kennedy sopesó como contestar: bloqueo de la isla, bombardeo de las rampas de lanzamiento, bombardeo masivo, invasión directa o negociación. En la reunión del Comité de Crisis del día 18, frente a los “halcones” hay solamente dos “palomas”, el embajador L. Thompson y el Secretario de la Defensa, Robert McNamara que pregunta: “¿En qué estas armas en Cuba modifican la situación militar nuestra frente a la URSS? Pienso que no cambia nada. El problema no es militar, es político”. Thompson subraya que un bombardeo mataría a muchos soldados soviéticos. Hay 50,000 soldados soviéticos en la isla, 38 misiles nucleares. Cuatro submarinos soviéticos con torpedos nucleares escoltan los 26 buques que vienen con otros misiles.
Kennedy contesta: “La sola oferta que podría hacer, para ofrecer una puerta de salida (a Khrushchov) sería los misiles de Turquía”. En noviembre de 1961, los EEUU, en el marco de la OTAN, habían instalado 15 misiles nucleares en Turquía, y 30 en Italia. Si no se le ofrece una retirada digna al soviético, no queda más opción que la guerra: “Actuar por sorpresa, es como Pearl Harbor, EEUU no puede hacer eso”. Kennedy: “Debemos pensar en un mensaje, diciendo que, si la instalación de los misiles sigue, instalaremos el bloqueo y si persisten, los destruiremos; no necesitamos una declaración de guerra si no vamos hasta la invasión”.
Thompson dice a los halcones: “Al rechazar toda negociación, ustedes juegan a la ruleta rusa y eso bien podría terminarse con una guerra mundial”. En la noche del 18, Kennedy toma su decisión que da a conocer solamente el 21 y 22 de octubre: el bloqueo. Los halcones no están de acuerdo. El jefe de la aviación, Curtis Le May es partidario de “la intervención militar directa… en seguida”. David Shoup, comandante de los Marines, también y se expresa con una vulgaridad digna de Nikita K. “Si no, la tienes en el culo. Si existe un p… medio para hacer este p… de chamba, es que dejen de hacer los p…, por dios, hay que entrarle y destruir los misiles”. El 22 Kennedy anuncia a la nación, en televisión, la presencia de los misiles nucleares y el bloqueo total de Cuba. Pierden los halcones, mientras negociaciones secretas llevan a una salida satisfactoria para ambas partes.
Después de unos días de terrible suspense, los buques y los submarinos soviéticos dan la media vuelta antes de ser interceptados. El acuerdo implica el retiro de los misiles de Cuba, de Turquía e Italia, la promesa estadounidense de no invadir nunca a Cuba. Ambas partes cumplieron, después de ese tango al borde del abismo. ¿Quién será capaz de encontrar una salida a la guerra en Ucrania?
Jean Meyer, historiador en el CIDE