Mensaje del Papa a la FAO en el contexto del II Foro Mundial de la Alimentación.
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano-Roma).- En ocasión del II Foro Mundial de la Alimentación que se celebra en la sede de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), que se encuentra en Roma, el Papa envió un mensaje especial «a quienes se comprometen y esfuerzan cada día por erradicar el hambre y la pobreza en el mundo».
En ese mensaje el Papa recordó que «La alimentación es fundamental para la vida humana, de hecho, participa de su sacralidad y no puede ser tratada como cualquier mercancía. Los alimentos son signos concretos de la bondad del Creador y frutos de la tierra. Me vienen a la memoria nuestros abuelos y el respeto que tenían por el pan; lo besaban al traerlo a la mesa y no permitían que nada se desperdiciara. Cristo mismo, en la Eucaristía, se ha hecho pan, pan vivo para la vida del mundo (cf. Jn 6,51)».
El Papa exhortó a «Respetar los alimentos y otorgarles el puesto preeminente que tienen para la vida del hombre sólo será posible si, además de interesarnos por su producción, disponibilidad y acceso, así como por las medidas técnicas del comercio agrícola, tomamos conciencia de que son un don de Dios del que somos meros administradores. Como he dicho en los otros mensajes dirigidos recientemente a vuestra Organización, nuestra primera preocupación ha de focalizarse en el ser humano como tal, considerado en su integridad y teniendo en cuenta sus necesidades reales, en particular las de aquellos que carecen del sustento básico para su supervivencia».
Refiriéndose a la actual situación mundial, el Papa finaliza diciendo que «en este período de crisis interconectadas, el mensaje de Cristo, incluso para los no creyentes, nos interpela a no dar simplemente de comer sino a darnos a nosotros mismos en el servicio a los demás, reconociendo y garantizando la centralidad de la persona humana. Esta prioridad sólo podrá ser salvaguardada si volvemos a creer en la fraternidad y la solidaridad que deben inspirar las relaciones entre las personas y entre los pueblos».