Lo más polémico fue una resolución para la «Promoción y Protección de los Derechos Humanos» que insta a los líderes a reforzar «el acceso a la salud sexual y reproductiva» y a garantizar «la integración de la perspectiva de género en todas las organizaciones y órganos de la OEA». También pide que se eduque a los dirigentes y al público en general sobre las «personas de género diverso» y otros términos homosexuales/trans.
Por: Craig-Austin Rose
(ZENIT Noticias – Center for Family and Human Rights / Lima).- Los líderes de la Organización de Estados Americanos parecieron oponerse a su propio pueblo la primera semana de octubre cuando codificaron el aborto y la ideología de género como derechos humanos.
Los delegados de las Américas se reunieron la semana pasada en Lima, Perú, para la 52ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Los Estados miembros se reúnen anualmente para debatir la política internacional y el desarrollo de la democracia, con sesiones que funcionan de forma similar a las Naciones Unidas. Este año, la proclama de la Asamblea fue «juntos contra la desigualdad y la discriminación».
Lo más polémico fue una resolución para la «Promoción y Protección de los Derechos Humanos» que insta a los líderes a reforzar «el acceso a la salud sexual y reproductiva» y a garantizar «la integración de la perspectiva de género en todas las organizaciones y órganos de la OEA». También pide que se eduque a los dirigentes y al público en general sobre las «personas de género diverso» y otros términos homosexuales/trans.
La mayor parte de la resolución afirma las ideologías y el lenguaje de género progresista, en el que insisten los países más grandes, como Estados Unidos, Canadá y México. El lenguaje pro-aborto y homosexual/trans también se utilizó en los discursos de muchos delegados durante los procedimientos. Ya no se hablaba de las mujeres como mujeres, sino de «las mujeres en toda su diversidad».
A pesar de la abrumadora presencia de líderes progresistas y sus documentos de apoyo, el público de la Asamblea de la OEA estaba formado en su mayoría por organizaciones conservadoras de la sociedad civil. En la Asamblea, las coaliciones de grupos de la sociedad civil dispusieron de tiempo para presentar sus puntos de vista a los delegados. Muchos expresaron su frustración por el carácter ideológico de la Asamblea, que no prestó atención a los problemas acuciantes de las Américas, como la pobreza, la corrupción y las causas fundamentales de la desigualdad y la discriminación en América Latina.
«El discurso de género resta visibilidad a los problemas reales de las mujeres», dijo María Luisa Neira, de la Coalición para el Desarrollo Humano, «a la definición de la persona humana, y socava el papel de la familia».
La palabra «pobreza» se mencionó una vez en la resolución de 56 páginas. «Género» se incluyó más de treinta veces.
Nohemí Manzanera, una joven mexicana de 16 años, dijo a los delegados: «Nuestras sociedades no están en el camino del progreso. Aunque la gente se declara progresista, lo que estamos viviendo es una decadencia política y social».
Casi todas las coaliciones conservadoras criticaron a la OEA por despreciar la cultura y los valores de los países latinos, arraigados en las tradiciones cristianas, citando la discriminación de las libertades religiosas y la imposición de la ideología en las instituciones. El delegado de Guatemala se mostró de acuerdo y citó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, recordando a los delegados que las verdaderas democracias protegen la vida y la familia como fundamentos de la sociedad.
Perú ha sido históricamente objeto de discriminación contra las familias numerosas. A finales del siglo XX, los anticonceptivos, las esterilizaciones forzadas y el «exterminio total» de los pobres de Perú en aras del «interés económico» fueron programados por el gobierno peruano. Durante este tiempo, USAID y otras ONGs occidentales se asociaron con Perú con fines de «planificación familiar». Para muchos peruanos, la nueva resolución de derechos humanos es una continuación de esta agenda occidental de las potencias extranjeras, que pretenden hacer ingeniería cultural de las sociedades de izquierda en América Latina.
Más de veinticinco mil peruanos y otros latinos se reunieron en las calles de Lima para protestar contra el sesgo pro-abortista y de género de la Asamblea.
Con un documento tan controvertido en consideración, los observadores se sorprendieron cuando el presidente sólo concedió 30 minutos para el debate. Se dice que Estados Unidos y Canadá fueron los impulsores del aborto y del lenguaje homosexual/trans en el documento.