Para cambios en los derechos a La Tierra para una solidaridad social
Paolo Pezzi
New Jersey, Estados Unidos
El contexto en que vivimos está compuesto de muchos versos trágicos, debido al agudizamiento de las contraposiciones de tipo ideológico, político, económico y social que alimentan las desigualdades a todo nivel. Unos cambios sociales y de comportamientos se han vuelto hoy una exigencia si queremos caminar hacia ese mundo que todos anhelamos y en el que nadie quede rezagado. La pandemia del virus no ha creado ni las desigualdades ni las contraposiciones, pero sí las ha potenciado y transformado en señuelo de conflictos.
Los movimientos sociales, populares y otros colectivos organizados han tenido siempre un rol esencial en moldear la fisionomía, las expectativas y las iniciativas de la sociedad civil. Este rol, hoy agigantado, se ha hecho más exigente y de una cierta manera más complejo debido a la realidad en que vivimos.
Al decir, “movimientos sociales y populares (MSP)” se hace de entrada unas diferenciaciones implícitas con otros tipos de movimientos, tales como los movimientos revolucionarios o políticos, o también religiosos e ideológicos. ¿Dónde situamos estas diferencias si, fuera de toda duda, los MSP tienen preocupaciones también políticas, se desarrollan en contextos religiosos, ostentan matices ideológicos y son vistos, con o sin razón, como heraldos y portadores de revoluciones?
Creo que, a tres niveles, el de los contenidos o valores, sin duda, pero también el del método de lucha y de las estrategias consideradas.
Las revoluciones militares, armadas y hasta violentas llevan a resultados inmediatos, a corto plazo a veces encomiables que, sin embargo, tienden a repetir la historia de las injusticias sociales. Las primaveras árabes lo enseñan. Su último ejemplo, el de Sudan, donde el dominio árabe y musulmán se reviste de piel de cordero para seguir siendo el lobo. Las revoluciones que apuestan sobre el compromiso no llegan ciertamente muy lejos. Myanmar es una maestra de la historia, donde Aung San Su Kyi intentó dialogar con los militares sus temas discutibles.
Plantear cambios sobre bases ideológicas conduce a profundizar las fracturas sociales. Las movidas de los demócratas con Obama, llevó al poder a Trump, cuyas posturas provocaron tan fuertes reacciones que nunca en los Estados Unidos se vio una participación en el voto tan masiva como en las elecciones del 2020. Esto derrocó a Trump, pero fortaleció el trumpismo cuya muerte parece estar lejos de ser anunciada.
El mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2021, La Cultura del Cuidado como Camino de Paz, nos da una primera pauta a nivel de metodología:” Cuidado dice defensa, dice abogacía”. El método de lucha de los movimientos populares debe ser la abogacía por un mundo justo donde sea erradicada y ya no exista la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación.
Cuando hablamos de abogacía, más que en resultados económicos, pensamos en cambios en las políticas, en los valores que guían la sociedad, en la toma de conciencia y en los conocimientos. Se trata de influir en las personas que tienen poder en los asuntos que interesan a la gente, sobre todo a los pobres y marginados. Se trata de lograr organizaciones fuertes y democráticas que hagan responsables a los que tienen el poder y amplíen la comprensión de los ciudadanos sobre cómo funciona el poder.
Se trata también de provocar cambios comportamentales en los de abajo que son excluidos del proceso político. Un aspecto que toda lucha social de los movimientos que no se enfocan en la abogacía tiende a olvidar, son los cambios en las personas o grupos, sean ellos opuestos a la justicia social y al pueblo o sean ellos favorables, se piense en agrupaciones como de los terratenientes, del clero, de la burocracia, de los curas, representantes de los pueblos, policías y militares.
Plantear el método de lucha de los movimientos sociales como abogacía exige implementar los conocimientos, las habilidades, las actitudes para lograr un empoderamiento de los movimientos sociales y de sus miembros, implica escoger estrategias de lucha que sean inclusivas. Porque nunca la abogacía es contra alguien siempre es para, con y por los pobres y marginados. No se lucha por otro mundo que sea mejor sino por este único mundo posible para que en ello haya paz y justicia.
Y aquí el segundo nivel de diferenciación, las estrategias. Una estrategia es el conjunto de acciones que se llevan a cabo para lograr un determinado fin.
Desde 1972, cuando sufrí siendo testigo de la guerra entre Tutsi y Hutu en Burundi, me interesé en temas de Justicia y Paz y es El Segundo Sínodo Especial de los Obispos sobre África (2009) el que me abrió los ojos para que comenzara a ocuparme del asunto del Acaparamiento de Tierras (AT). Un asunto muy grave que provoca en todo el mundo protestas, denuncias, campañas de divulgación, estudios, llamados de atención; cada día se promulga leyes, acuerdos, y nacen iniciativas; la ONU, los organismos internacionales, las Iglesias, las ONGs se interesan en el tema. Se ha definido el objetivo central: contrarrestar el fenómeno, obstaculizarlo, frenarlo, exigir una moratoria en el tráfico de tierras, oponerse al fenómeno con todos los medios.
Sin embargo, el fenómeno continúa. ¿Por qué? Porque es un asunto global y necesita de respuestas a nivel global que debe de ser inclusiva, llevada adelante con una estrategia también global e inclusiva. Una estrategia global e inclusiva que haga resonar un grito de dolor, de rebeldía y condena que se oiga en todos los rincones del planeta, despierte a gobiernos, empresas privadas, organismos nacionales e internacionales, y obligue a ver la injusticia, que en el caso del AT es la destrucción de la naturaleza, del trabajo y de la vida de personas y comunidades, y la asfixia del futuro de los jóvenes.
A modo de ejemplo, en mis cursos propongo la estrategia inclusiva que he formulado en un acrónimo o slogan de 4 P: Prevención, Planificación, Participación y Prosecución. Términos más elocuentes en inglés, y que en español piden explicaciones bastante sencillas.
La prevención va en dos direcciones. Hacia las comunidades afectadas para crear conciencia de sus puntos estratégicos vulnerables, para sostener sus medios de vida, para empoderarlas en la justicia ecológica. Hacia las autoridades locales y nacionales para concientizarlas que vender u otorgar las tierras a entidades extranjeras o privadas no es una ganancia verdadera.
La planificación mira a obtener una legislación nacional e internacional obligatoria sobre el comercio de tierras que proteja contra el AT. Ya hay leyes y directrices preparadas por la sociedad 226 civil, las comunidades, los pueblos indígenas, los organismos nacionales e internacionales: la meta es lograr que sean adoptadas y ejecutadas; que los contratos sobre la tierra respeten el CLIP y sean realizados con los verdaderos sujetos, los pueblos indígenas, las comunidades campesinas; y que sean claros y suficientemente detallados en todas sus implicaciones.
La participación habla de involucrar al mayor número posible de entidades: universidades, organizaciones que luchan contra los OGM, sociedad civil, gobiernos, comunidades locales, instituciones, corporaciones, organizaciones campesinas e indígenas, de los derechos a la tierra sobre todo de las mujeres, o que luchan contra los bancos que subsidian el AT.
La prosecución garantiza el respeto de las normas y debe ser sostenida por “sanciones” que permiten enjuiciar a quienes violan la justicia. Hay 3 tipos de sanciones: legales, se dan cuando hay leyes obligatorias; penales, se dan con un código penal reconocido, nacional e internacional; sociales, se dan cuando la sociedad a través de la opinión pública condena.
Estos parámetros, tomados como ejemplo – otro ejemplo las 3T, Techo, Tierra y Trabajo -, van adaptados al tema o problema que se enfrenta, lo importante es que la estrategia sea inclusiva porque no hay otro mundo posible, hay solo este único mundo que es creación de Dios, donde Dios habita con los humanos y donde el Hijo de Dios ha plantado su tienda entre les hijos de Dios. Es este mundo que ha de ser convertido.
La metodología de abogacía al parecer abstracta, traducida en estrategia inclusiva se revela muy exigente porque implica estudiar las políticas del país; hacer investigación para construir bases de evidencias sobre cuestiones y problemas, identificar soluciones o acciones; recoger o elaborar documentaciones sobre los problemas; promover la conciencia pública, aumentar el conocimiento y la comprensión de la sociedad acerca de la existencia del tema, del problema o de una política.
El tercer aspecto en que los MSP se distinguen, o deberían diferenciarse de los demás movimientos, son obviamente los contenidos o valores.
Desde sus inicios los MSP en América Latina – no se olvide que los hay en África y Asia también, mucho menos en Oceanía – se han caracterizado por su arraigo a la doctrina social de la Iglesia. Por eso me parece esencial asumir hoy la actualización de esta doctrina que el Papa Francisco enuncia en cuatro principios en su mensaje La Cultura del Cuidado como Camino de Paz.
1-. El cuidado de la dignidad y de los derechos de la persona. La persona es relación, no individualismo, inclusión y no exclusión, y tiene una dignidad única e inviolable por lo que nunca debe ser explotada. Cada persona es un fin en sí misma y de su dignidad derivan sus derechos y sus deberes que la constituyen en responsable del convivir social.
2-. El cuidado del bien común, es decir del conjunto de las condiciones de vida social que permiten a los grupos y cada uno de sus miembros conseguir plena y fácilmente su perfección. La vida social, política y económica encuentra su realización cuando está al servicio del bien común de toda la familia humana, presente y de las generaciones futuras.
3-. El cuidado mediante la solidaridad. La solidaridad expresa concretamente el amor por el otro, visto como persona, como pueblo o nación, no como un medio a explotar y luego desechar cuando ya no es útil. Todos somos prójimo, compañeros de camino, invitados por Dios al banquete de la vida.
4-. El cuidado y la protección de la creación. Toda la realidad creada está interconectada, es necesario escuchar al mismo tiempo el clamor de los necesitados y el de la creación. De esta escucha surge el compromiso de cuidar la tierra, nuestra casa común, y los pobres, nuestros hermanos. Paz, justicia y conservación de la creación son tres temas a enfrentar globalmente so pena de caer en el reduccionismo.
Yo añadiría una pregunta que mira a llenar un vacío, ¿Cómo se puede cuidar la tierra si se permite que privados, corporaciones o estados se acaparren las tierras de los pobres? ¿Acaso no es sobre “las tierras” que se ejercen todos los demás derechos fundamentales de la persona: agua, saneamiento, comida, vivienda, trabajo, vida familiar y social?
Los principios sociales, brújula para promover la cultura del cuidado y las relaciones entre las naciones, hablan de fraternidad, respeto mutuo, solidaridad y cumplimiento del derecho internacional. Piden de vivir la palabra del profeta: Se te ha declarado, lo que es bueno, lo que Yahvé de ti reclama: tan sólo practicar la justicia, amar con ternura y caminar humildemente con tu Dios (Miqueas 6, 8).
Un cuento adjunto
Érase una vez, un pequeño pueblo en que había una carpintería. Un día, durante la ausencia del carpintero, todas las herramientas de trabajo celebraron un gran consejo. La sesión fue larga y animada, a veces incluso vehemente. Había los que querían excluir de la honrada comunidad de las herramientas a un cierto número de miembros.
Alguien inició: Tenemos que expulsar a la hermana sierra eléctrica, porque muerde y hace crujir los dientes. Tiene el carácter más mordaz del mundo. Otro intervino: Yo digo que no se puede aguantar más al hermano cepillo: tiene un carácter cortante y quisquilloso, hasta pelar todo lo que toca.
El hermano martillo – protestó otro – tiene un temperamento pesado y violento. Lo llamaría un prepotente. Su forma de replicar continuamente es ofensiva y pone de nervios a todos. ¡Qué se vaya!
¿Y los clavos? – dijo otro – ¿Cómo puede uno vivir con gente tan punzante? ¡Afuera! Y también la lima y la escofina. Vivir con ellas es un roce constante. ¡Y echemos también al papel lija, cuya única razón de vivir parece ser rascar al vecino!
Discutían, discutían, siempre más animadamente las herramientas del carpintero. Y todos hablaban juntos a la misma vez. El martillo quería expulsar a la lima y al cepillo, estos a su vez querían expulsar al martillo y los clavos, y así de seguida. Al final todos estaban expulsando a todos.
La reunión fue interrumpida por la llegada abrupta del carpintero. Todas las herramientas se quedaron en silencio cuando lo vieron acercarse a la mesa de trabajo.
El hombre tomó una tabla y la cortó con la sierra. La limpió con el cepillo que pela todo lo que toca. En seguida entraron en acción el hacha que hiere cruelmente, la hermana escofina con su lengua áspera, el papel lija que raspa y rasca. Después, el carpintero tomó a los hermanos clavos con su carácter punzante y el martillo que golpea y golpea. Usó todas esas herramientas tan de mal carácter y… al final, salió una cuna. Una hermosa cuna para recibir a un niño que estaba por nacer.
Si supiéramos dar la bienvenida a todos en la vida. Y a todos mirar como Dios con ojo de carpintero. De seguro crearíamos una preciosa cuna de soporte social, que acoge, protege y brinda ternura a todo nuevo miembro de la sociedad.
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