«Se trata de un intento de prestar cuidados y apoyar a niños que lo necesitan, independientemente de su nacionalidad o de donde viven. Es un acto de humanidad», afirmó Gennady Gatilov, embajador de Rusia ante la sede de la ONU en Ginebra
Ginebra.- Rusia reconoció hoy el traslado de niños de Ucrania a territorios que controla, pero dijo que esto tiene como único fin cuidar de ellos y no constituye bajo ningún supuesto un secuestro.
«En el caso de los niños de la guerra, que han perdido a sus padres o que están en una situación grave, nosotros tratamos de cuidar de ellos, pero algunos medios hablan de que los estamos secuestrando», declaró hoy el embajador de Rusia ante la sede de la ONU en Ginebra, Gennady Gatilov.
«Se trata de un intento de prestar cuidados y apoyar a niños que lo necesitan, independientemente de su nacionalidad o de donde viven. Es un acto de humanidad», agregó Gatilov en una rueda de prensa con los miembros de la Asociación de Corresponsales ante Naciones Unidas (ACANU).
El diplomático sostuvo que «las acusaciones de que estamos robando niños son sandeces y es otro intento de culpar a Rusia».
Pusadas, las conversaciones diplomáticas
En comentarios sobre la situación generada por la guerra en Ucrania, el diplomático ruso culpó a Estados Unidos del fracaso de las conversaciones diplomáticas que se llevaron a cabo en Turquía, ya que supuestamente este país habría «ordenado» a Ucrania retirarse de las mismas.
Explicó que el gobierno ucraniano planteó como condiciones iniciales que Rusia se retirase de la península de Crimea, que se anexionó en 2014, y de la región del Donbás, que invadió ese mismo año.
El embajador consideró que era obvio que tales demandas no podían ser aceptadas por Moscú.
Sobre la posibilidad de volver a la vía diplomática, indicó que «el punto de partida tendría que ser la desmilitarización y la desnazificación» de Ucrania».
Cuando se le preguntó que quería decir concretamente con ello, Gatilov dijo que no se podía aceptar «una ideología nazi», que -según la retórica de Rusia- reprimía a la comunidad rusa que vivía en Ucrania y le impedía mantener su idioma y su cultura.