El alto representante Josep Borrell califica al país como uno que actúa por “intereses” y que contribuye a un “mundo multipolar desordenado”
Bruselas.— México dejó de ser el socio estratégico que acompañaba a la Unión Europea (UE) en la construcción del multilateralismo, para convertirse en un “Estado bisagra” que contribuye a un “desordenado” mundo multipolar.
Así lo señaló Josep Borrell, alto representante de política exterior de la Unión Europea, en su reunión con embajadores que trabajan para el servicio de acción exterior de la comunidad. Habitualmente, en esos foros los jefes de la diplomacia comunitaria, como ocurrió en su momento con Federica Mogherini (2014-2019), se referían a México como un confiable socio estratégico de la UE.
Pero en la edición del pasado lunes en Bruselas, Borrell puso a México en el cajón de los llamados swing States (Estados pendulares, dudosos, indecisos), junto a Turquía, India, Sudáfrica, Indonesia y Brasil; es decir, en el grupo de actores relevantes de la política mundial que “no siempre siguen” a la UE en sus elecciones de política exterior o económica.
“Vean a Turquía, India, Brasil, Sudáfrica, México e Indonesia. Son potencias medias. Son swing States, votan por un lado o por el otro acorde a sus intereses, no sólo por sus valores teoréticos. Pero esta gente, y los menciono nuevamente: Turquía, India, Brasil, Sudáfrica, México e Indonesia, son jugadores y polos”. Dijo que esto crea lo que describió como “una multipolaridad desordenada”.
Borrell aprovechó para criticar los comentarios del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre la Unión Europea. Dirigiéndose al jefe de la delegación de la UE en México, Gautier Mignot, lanzó: “¿Escuchaste lo que dijo el presidente mexicano de nosotros recientemente?”.
El diplomático no detalló a qué señalamientos se refería, pero en las mañaneras López Obrador suele emitir mensajes que no son bien recibidos en Bruselas. Por ejemplo, el 6 de octubre, López Obrador dijo que en lugar de estar en un plan de provocación, las potencias deberían serenarse con relación a la invasión de Rusia a Ucrania. “Dejen de estar tocando los tambores de guerra porque, la verdad, no han tenido el mejor comportamiento (…) En vez de buscar una solución pacífica dialogada, más confrontación.
“Existe preocupación en Europa porque viene el invierno, se va a necesitar energía, se va a necesitar gas, ¿y quién está pensando en la gente? Al contrario, ahí andan con lo mismo ¿no?, con la propaganda de que unos son buenos y los otros malos.
Maniqueísmo perverso”. Anteriormente el mandatario mexicano ha usado términos como “panfleto”, “colonia”, “conquista”, “borregos” y “golpista” al referirse al Parlamento Europeo y su labor.
El comentario de Borrell no es aislado: ilustra la molestia que está causando en la UE la administración de López Obrador y sus políticas. El pasado 5 de octubre, el jefe de la Misión de la UE ante la Organización Mundial del Comercio, Joao Aguiar Machado, utilizó los micrófonos y la invitación a Ginebra de Luz María de la Mora Sánchez, subsecretaria de Comercio Exterior, para sacar a luz algunas de las preocupaciones de la política mexicana en inversión y comercio.
Denunció deficiencias, falta de claridad e incertidumbre en la aplicación de la legislación mexicana. “Más concretamente, a la UE le preocupa el deterioro del clima de inversión, en particular la mayor inseguridad jurídica y cierto incumplimiento aparente de obligaciones internacionales”. Afirmó que algunas políticas, particularmente en el sector energético, van en detrimento del comercio y la inversión.
“La igualdad de condiciones es esencial para atraer inversiones y generar estabilidad política y garantizar la previsibilidad para los inversores”, dijo. “La discriminación a favor de las empresas estatales se ha convertido en una desafortunada realidad diaria a la que se enfrentan los inversores de la UE”, apuntó el diplomático.
México y la UE institucionalizaron sus relaciones con un Acuerdo Global que entró en vigor en 2000. Desde el inicio de la actual administración mexicana, la renovación del acuerdo que pretende modernizar los lazos bilaterales se encuentra en “aparente punto muerto” por diferencias de enfoque sobre el procedimiento de aprobación.