López Obrador solo confirmó el creciente temor que tiene de perder en los comicios del 2024 y se convenció de que ahora ya gobierna para una minoría.
Con subestimar el número de manifestantes en la marcha en defensa del INE y de la democracia, el presidente López Obrador, solo confirmó el creciente temor que tiene de perder en los comicios del 2024 y se convenció de que ahora ya gobierna para una minoría. Ese respaldo popular que conquistó cuando ganó la elección presidencial, se ha diluido como agua entre las manos, por la desastrosa gestión —por decirlo de manera elegante —, que ha tenido el tabasqueño, además de solo gobernar para sus adeptos y desdeñar a la mayoría de los mexicanos.
De los 30.11 millones de votos que alcanzó el 6 de julio de 2018, ahora solo de observar los resultados de la revocación de mandato y las últimas encuestas serias, tiene una base de votos que ronda los 10 millones.
Por eso está alarmado y su obstinación porque el Congreso le apruebe su Reforma Electoral, que le permitiría mantener el control sobre los órganos electorales.
AMLO libra la madre de todas las batallas, al pretender alinear todo el aparato electoral bajo su égida y porque sabe que no va a ganar, por la vía democrática, en el 2024 y por ello, se empecina en controlar al tribunal electoral, al INE y todos los organismos electorales del país.
El presidente podrá dedicar todas sus mañaneras para promover su reforma y atacar a sus detractores, pero ello servirá de poca cosa; al contrario, solo será un acicate más para votar contra las ansias de instaurar una dictadura en México, tal como ya ocurre en Venezuela, tan solo por citar un ejemplo.
Los marchistas pudieron haber llenado cuatro veces la capacidad del Zócalo capitalino y calles aledañas hasta la Alameda Central y ello, ya de suyo, es preocupante para quien se creía tener la patente de este tipo de movilizaciones.
La marcha se llevó a cabo en 50 ciudades del país, reportó la organización Unidos para Mejorar. Algunas ciudades como Acapulco, Aguascalientes, Baja California Sur, Chihuahua, Cuernavaca, Culiacán, Durango, Guanajuato, Monterrey, Irapuato, Jalapa, Veracruz, Ciudad Victoria, Morelia, San Luis Potosí, Tijuana, Sonora, Pachuca, Puebla, Querétaro, Mérida y Villa Hermosa, y a nivel internacional Madrid, España, Glasgow, Escocia, Los Ángeles y Chicago, en Estados Unidos. Los mexicanos salieron a protestar en contra de la reforma del presidente López Obrador.
Sin un sólo vidrio roto, sin vandalismo, sin acarreos y sin reparto de dinero, los manifestantes dieron una clase de movilización social, respetuosa pero firme, al gobierno de la 4T, pero sobre todo, dejaron establecido claramente que no permitirán que desaparezca el INE para dar paso al absolutismo y a la dictadura.
Ante la tumultuaria manifestación, Claudia Sheinbaum y el mentiroso de Martí Batres, deberían estar muy preocupados, ya que, si el año pasado perdieron nueve alcaldías en la capital del país, en los comicios del 2024, en los cuales estará en juego la jefatura de gobierno de la CDMX, seguramente Morena dejará de gobernar la capital del país. Mejor en lugar de arremeter contra los cuidadanos que acudieron a la marcha, debería el presidente, su corcholata favorita y todo el gobierno de la 4T, ponerse a trabajar en serio y gobernar para todos los mexicanos y no solo para su minoría.
Ya habló la sociedad civil, y por desgracia el mal gobierno seguirá destruyendo a México y sus instituciones. Entre la crisis económica, la inflación, la violencia y la inseguridad pública, y sobre toda la pretensión de instaurar el autoritarismo, solo provocará que la sociedad civil salga nuevamente a las calles y con ello se deje constancia ante la comunidad internacional, que el gobierno mexicano pretende hacer de la tiranía y el absolutismo el nuevo modelo para gobernar.
Los políticos que pretendieron montarse a la marcha como Alejandro Moreno (Alito), Elba Esther Gordillo y Marko Cortes, entre otros palparon en carne propia, la irritación de la gente ante los supuestos defensores de la democracia, quienes en el fondo son oportunistas mercenarios y antidemócratas. La Marcha ha refrescado el ánimo y la esperanza por un México mejor y que el despertar de esta pesadilla está próxima, en el 2024.
Ahora el balón está en la cancha legislativa y si los senadores y diputados, particularmente del PRI no se han dado cuenta del riesgo que corren, al votar a favor de la Reforma Electoral y con ello perder el registro, están en otro mundo. En cambio, el senador Ricardo Monreal ya avisó, contundentemente que no apoyará la reforma del presidente López Obrador.
Veremos si el tema de la Reforma Electoral es la gota que derramará el vaso y provocará finalmente, la salida de Ricardo Monreal de Morena, y con ello apuntalaría una candidatura independiente hacia la presidencia de la República.