De mis recuerdos III

Silvio Maldonado Bautista

 “Vacaciones en el “botellón”

Como Delegado del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) en Michoacán en muchas ocasiones me gustaba visitar a los integrantes del programa de Cursos Comunitarios, en sus lugares de trabajo,

Este programa fue mi preferido entre los componentes del CONAFE porque estaba programado para jóvenes que realizaban su enseñanza secundaria en los períodos vacacionales, como compensación a su tarea de profesores del ciclo de primaria en comunidades muy alejadas de las poblaciones mayores de Michoacán, y con los medios a su alcance pudieran construir su “escuelita” (En una ranchería de esas señaladas, la escuelita era un corral de chivos; eso sí, muy limpiecito y protegido). Una condición más tenía: que el “pueblito” o ranchería reuniera a no más de treinta niños en edad escolar.   

El mismo programa no dejaba desamparados a los niños de rancherías que no completaran los treinta exigidos. A éstos los recibían en la “Casa Escuela”. En este bello programa internado recibían toda la atención que requiere un niño para crecer sanamente, aprender talleres diversos y adquirir su formación integral, sin menoscabo de su aprendizaje elemental, porque la enseñanza primaria la recibían en los planteles de esas poblaciones mayores donde se ubicaban las casas escuelas. Michoacán tuvo cuatro de ellas, una de las cuales se construyó en Jungapeo.

Pues bien, se me ocurrió visitar al joven profesor de uno de esos planteles ubicado en una pequeña comunidad de Zitácuaro. El acongojado y triste profesor, jovenzuelo de no más de 16 años, con lágrimas en los ojos me relató algo relacionado con su familia, solicitando mi ayuda. El caso estaba enredado y parecía ser una acción de venganza; por ello pensé que solamente se resolvería con la intervención del C. Gobernador del estado.  

ING. CUAUHTÉMOC CÁRDENAS SOLÓRZANO

GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE MICHOACÁN

Morelia, Mich.

Octubre 1981

Respetado señor:

Me siento satisfecho de trabajar en (y para) Michoacán, mi estado natal, al que ahora usted, merecidamente conduce, y sumar mi sencillo esfuerzo al que usted realiza en bien de las mayorías; y, de ellas, básicamente al campesinado. Esta satisfacción es doblemente sentida en el CONAFE, pues sus programas fundamentales, cursos comunitarios y casa escuela, van dirigidos a nuestros hermanos del agro.

Por obligaciones del trabajo, ingeniero, ando aquí y allá, voy y vengo de pata suelta, y me entero, sin querer, de algunas cosas que ocurren en este mundillo michoacano.

Yo siento que su gobierno ha sido bueno, pero desafortunadamente, no es secundado por funcionarios, entre ellos los municipales, que abusan de sus posiciones en la búsqueda de satisfacer sus propias ambiciones e intereses, en detrimento de aquéllos que nada pueden oponer porque nada tienen, apenas si viven al día.

Una de esas cosas le relato ahora, y le pido disculpas por ello, el tiempo transcurrido y el sufrimiento de tres hijos menores me dan razones para hacerlo.

Don Antonio de Jesús González, padre de uno de nuestros instructores comunitarios fue apresado dizque por cómplice de Ernesto García Cruz y J. Guadalupe García Hernández, en una acción de abigeato. Lo apresó la policía judicial del estado, y lo encarcelaron desde octubre de 1981, en Zitácuaro, donde aún permanece.

En el proceso que se le sigue, según consta en el expediente 71980 del juzgado de esa ciudad, no existen pruebas suficientes para su condena y, es más, los directamente involucrados ya han declarado, verbalmente y por escrito, que el señor Antonio de Jesús no tomó parte en nada. Por ello, Antonio de Jesús no es sentenciado, pero sigue preso.

Antonio de Jesús tiene buenos antecedentes: ha sido jefe de tenencia, guardia rural, presidente de una casilla electoral y, hasta antes de su apresamiento, tesorero de la sociedad de padres de familia de la secundaria donde uno de sus hijos estudia.

En un esfuerzo por conseguir dinero, sus familiares reunieron $70,000.00 (setenta mil pesos) que alguien de los partícipes del proceso, les habían solicitado para ablandar a no sé quién. Pocos días después ese alguien que iba a participar en la compraventa de la justicia, les devolvió tal cantidad porque “nada se puede hacer”, según él dijo.

Le envío, señor gobernador, algunos documentos que refuerzan lo que aquí escribo. Ojalá que su bondad, al respecto, sea factor decisivo: si realmente es culpable, que sea sentenciado; si no lo es, que lo dejen en libertad. Muchos meses preso (vacaciones en el botellón) son demasiado castigo para un inocente.

Afectuosamente

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Colegio Fray Jacobo Daciano