Clausewitz sigue siendo guía a la hora de la guerra en Ucrania, contra Ucrania y de Ucrania. Según este militar que participó en las guerras victoriosas contra Napoleón, la guerra es la prosecución de la política con otros medios. Putin estaría de acuerdo con la proposición, pero quisiera olvidar su corolario: cuanto más absoluto es el modo de librar la guerra –como cuando las fuerzas rusas destruyen sistemáticamente la Ucrania toda y cometen atrocidades, crímenes de guerra contra los civiles– tanto menor es la posibilidad de regresar a la política. La guerra deja de ser un medio al servicio de, es la guerra en sí y por sí.
Durante la batalla ¿cuáles negociaciones? “Faltan las manos libres para entablarlas y falta también aliento”, nos dice otro militar, Ernst Jünger, joven soldado en la primera guerra mundial, oficial en la segunda. “La guerra en el Este, reflexionaba en febrero de 1943, es en ese sentido una guerra absoluta y lo es en un grado que Clausewitz no pudo imaginar, es una guerra entre Estados, una guerra entre pueblos, una guerra civil y una guerra de religión, llevada hasta extremos zoológicos”. Hasta extremos zoológicos, como ahora.
¿Capitulación incondicional de una de las dos partes? Es la contrapartida de la guerra total de la cual Ucrania es la víctima; hasta la fecha los aliados occidentales de Ucrania se han cuidado de no proporcionarle las armas que llevarían la guerra total también a Rusia, porque bien podría ser el inicio de la tercera guerra mundial. La “guerra absoluta” de Clausewitz intenta imponer por la fuerza su voluntad al adversario, pero la guerra concreta puede –no siempre– llevar a un mínimo de realismo, es decir, regresar a la esfera política para negociar tratados simétricos o asimétricos, pero tratados, lo que buscan, hasta ahora en vano, Macron, Erdogan, el papa Francisco. ¿Lograrán que deje de dominar la pasión?
Se antoja difícil cuando uno escucha los discursos del presidente Putin, cuando anexa de manera ilegal los cuatro distritos de Donetzk, Luhansk, Kherson y Zaporizhiya; difícil, cuando su ideólogo Alexander Duguin lo aplaude con entusiasmo apocalíptico: “Es fundamentalmente una declaración de guerra al Occidente y al mundo moderno en general”. Todo esto y la escalada que destruye a las infraestructuras de energía, agua y transporte en Ucrania vuelve mucho más difícil, casi imposible el fin de la guerra. Se pretende así quebrar la moral del pueblo ucraniano cuando todas las experiencias de tal estrategia, contra los alemanes en la segunda guerra mundial, contra Vietnam durante la guerra del mismo nombre, demuestran que lo único que logran es galvanizar la resistencia.
¿Entonces? ¿Guerra sin fin, guerra de trincheras, guerra de desgaste? ¿Cansancio de los que todavía apoyan a Ucrania o golpe de Estado militar o palaciego que deponga a Putin, si sube las apuestas a un nivel insoportable? Algunos piensan que el remedio podría ser peor que el mal porque los golpistas serían los extremistas que critican la “debilidad” del presidente.
Por lo pronto, Putin ha ensanchado sus objetivos; ha dejado de hablar de “Operación Especial”, no menciona mucho a Ucrania, pero más bien habla de una guerra defensiva contra el enemigo eterno, un Occidente que desde la Edad Media ha querido destruir al “mundo ruso”, el cual debe formar un solo Estado trinitario con “grandes rusos”, “pequeños rusos” (ucranianos) y “rusos blancos” de Bielorrusia y proteger las minorías rusas amenazadas de genocidio en los Estados bálticos y las exrepúblicas soviéticas de Asia Central, empezando por Kazajistán. Putin denuncia al “Occidente”, los “europeos”, la “OTAN”, los “anglosajones”, “los Estados Unidos”. Los EEUU son el enemigo principal, puesto que los europeos son sus “vasallos”. Ese Occidente “colonialista” que ha engendrado “el totalitarismo, el despotismo, el apartheid, el nacionalismo y el racismo”, es esencialmente viciado por sus crímenes que ofenden “la naturaleza humana, la verdad, la libertad y la justicia”. “Occidente representa un Satanismo puro… No quieren que seamos libres; quieren que seamos una colonia”.
Habla como en 1984 de Orwell: “La guerra es la paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza”. Día 284 de la “paz” de Putin.
Historiador en el CIDE