JEAN MEYER // La trampa de Tucídides

La conoce muy bien, académicamente, el líder chino Xi Jinping, y la comentó hace varios años ya. Se trata del análisis hecho por Tucídides, político y militar, autor de La guerra del Peloponesio, clásico estupendamente presentado y comentado por don Edmundo O’Gorman. Esa guerra de treinta años, que acabó con la independencia de ciudades-estados de Grecia y preparó el camino para Alejandro Magno, se debió a la competencia entre la antigua potencia dominante, Esparta, y la nueva potencia dinámica y en ascenso: Atenas. Al final, perdió Atenas, y, al final-final, Esparta también. En 1914, Inglaterra, la antigua potencia dominante, y Alemania, la nueva potencia dinámica, cayeron en la “trampa de Tucídides”, llevaron a Europa al suicidio y a Estados Unidos al rango de potencia mundial.

El analista de la nueva trampa de Tucídides ve a los EEUU en la posición de Esparta y China en la de Atenas. ¿Caerán en la trampa? El porvenir del mundo está en juego, como bien lo percibe el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, al presentar, el 27 de octubre pasado, la estrategia de sus fuerzas armadas para los próximos años: “China es, por su esfuerzo coercitivo y cada vez más agresivo para remodelar la región del Indo-Pacífico y el sistema mundial para adaptarlo a sus intereses y preferencias autoritarias, el desafío más profundo y grave para nuestra seguridad en las próximas décadas… Eso a diferencia de Rusia que representa sólo una amenaza aguda demostrada con la nueva invasión no provocada de Ucrania, bajo amenaza nuclear, con declaraciones irresponsables y mentiras sobre el potencial”.

No le teme a Rusia, porque si bien fortalece una alianza con China, su agresión contra Ucrania no equivale, para Washington, a un eventual ataque militar de Pekín contra Taiwán. Eso, dice Lloyd Austin, sería muy “desestabilizador” y sería muy grande el riesgo de cometer un error de cálculo. El historiador recuerda que Alemania cometió semejante error cuando, en 1914, invadió la neutra Bélgica, lo que llevó Inglaterra a una guerra que no deseaba.

Es cierto que Pekín ha reclamado siempre la soberanía sobre Taiwán y que su presidente prometió, hace poco, retomarla por la fuerza si fuese necesario.  En junio, los secretarios de la Defensa de los dos países se encontraron por primera vez y se pusieron mutuamente en guardia. Wei Fenghe le dijo a Lloyd Austin que su país “no dudaría en empezar una guerra si la isla declarase su independencia, sea cual sea el costo”. El americano contestó: “nos oponemos categóricamente a todo cambio unilateral del statu quo”. A fines de julio, el presidente Biden y Xi Jinping tuvieron su quinta conversación en videollamada: el líder chino advirtió que EEUU no debe “jugar con fuego” en este asunto y debe respetar “el principio de una sola China”. Biden replicó que “la política estadounidense no ha cambiado y se opone enérgicamente a intentos unilaterales de socavar la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”. Luego, jugaron con fuego: visita de la señora Pelosi a Taiwan, ejercicios militares chinos en el espacio aéreo y marítimo de la isla, ejercicios militares americano-taiwaneses…

A fines de septiembre, cuando Biden afirmó que defendería a Taiwán en caso de “un ataque sin precedentes por parte de China”, la SRE de Pekín repitió que su país “se reserva el derecho a tomar todas las medidas necesarias contra los que dividen a la nación… Sólo hay una China, Taiwán es parte de China y el gobierno de la República Popular de China es el único legítimo”. Ciertamente, desde 1979, Washington reconoce a Pekín como el único representante de China, pero al mismo tiempo apoya a Taiwán.

Un mes después, Xi Jinping subrayó que “en Taiwán no se va a renunciar al uso de la fuerza” y que, por lo tanto, “trabajaremos más deprisa para modernizar la teoría, el personal y el armamento de nuestras fuerzas armadas… para prepararnos para un día de lluvia, para soportar grandes vientos y olas altas”. Luego, reelegido como secretario del PCCh, propuso a Washington una “coexistencia pacífica… (que) beneficiaría no sólo a los dos países, sino al mundo entero”. ¡Ojalá! 

Historiador en el CIDE

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JEAN MEYER

Dr. Jean Meyer. Francés nacionalizado mexicano. Historiador. Licenciado en grado de doctor por la Universidad de la Sorbona. Profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) donde además fundó y dirigió la División de Historia.

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