JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO // Historia del reloj de Catedral

Recordemos cómo se inició la colocación del reloj de la catedral:

A finales de 1908, en reunión social en la casa de don Alfredo Parra y con motivo de la celebración de las fiestas navideñas, surgió la idea de dotar a la ciudad de un reloj público; obra que posteriormente se utilizaría como motivo para celebrar el centenario de la lucha de Independencia. La obra para concluirse, no fue sencilla, ya que si bien es cierto que la idea se conoce públicamente el penúltimo día de 1908, será hasta 1913, con un intento fallido en 1910 de ponerse a funcionar correctamente. Como toda obra pública los recursos para la compra del reloj, así como los utilizados para la construcción de la caseta en el punto medio de nuestra catedral, surgieron del pueblo zamorano; recursos reunidos a través de diversas acciones, como lo veremos a continuación.

LA IDEA

La idea surgió en una de las posadas en la casa de Alfredo Parra y según el documento probatorio fue una idea colectiva: “Con el fin de hacer el nombramiento de la Junta Directiva que organize los trabajos relativos á la compra de un reloj público para esta ciudad, idea iniciada por un grupo de señoritas en una de las noches de “posadas” en la honorable casa del Señor Alfredo Parra, me permito invitar, de la manera más atenta á los señores anotados al margen de la presente, a una Junta General que tendrá lugar en el local de la Prefectura del Distrito, bajo la Presidencia del Señor Prefecto Don Francisco de P. Aguado, el próximo sábado 2 de enero de 1909 á las 1 de la mañana” (AMZ. Ramo Secretaría. Exp. 1. Año de 1909. Caja 52).

La idea cuajó de inmediato, organizándose comisiones diversas para recolectar fondos económicos para la compra e instalación del reloj público; de la misma manera que se reciben diversas opciones de joyeros de las ciudades de México y Morelia, sobresaliendo las compañías Schreibr de la ciudad de México y la Violeta de Morelia, siendo ésta la que finalmente vendió e instaló el reloj que hoy observamos en nuestra Catedral.

OBTENCIÓN DE FONDOS

Primeramente se organizó la Junta Directiva, la que sería la encargada de dirigir los “trabajos ulteriores de las comisiones que al efecto se nombren para la organización de una kermess, representaciones teatrales, novilladas, espectáculos hípicos y otros festivales, cuyos productos acrezcan el fondo destinado á la mejora que se proyecta”. La Mesa Directiva quedó formada de la siguiente manera: Presidente honororario, señor Prefecto Francisco de P. Aguado; Presidente efectivo, señor J. Rafael García; Vice-Presidente, señor Arcadio H. Orozco; tesorero, señor Arnulfo Mancera; Primer Vocal, señor Prudencio Guizar Valencia; Segundo Vocal, señor José Hernández; Tercer vocal, Señor Luis Jiménez; Cuarto Vocal, señor licenciado Manuel E. Ortiz, y secretario, señor Manuel Lozano Granda. En esta misma reunión, efectuada el 5 de enero de 1909 se formalizan las siguientes comisiones: para la kermes: Doctor José María Silva, Miguel Serrato y Durán y Alfredo Parra; para representaciones teatrales: Manuel Lozano Granda, Manuel Q. Castillo y Santiago Oñate; para novilladas, los señores Luis Jiménez, Pedro García Urbizu y Genaro Orozco; para espectáculos hípicos los señores Francisco de P. Aguado, J. Rafael García y Arnulfo Mancera” (Idem)

UNA CORRIDA TAURINA DESORDENADA

En la tarea de obtener fondos se involucró toda la ciudadanía de aquel entonces y a todos los sectores, lográndose el objetivo, aunque éste fuera efímero, tanto porque el reloj no fue instalado correctamente y al poco tiempo tuvo que requerir la atención de un especialista, por lo que en lo sucesivo se hablará de que la obra a realizar se enmarque dentro de los festejos del centenario de la independencia nacional. Pero además la organización para obtener fondos para el reloj de “la catedral” no estuvo exenta de circunstancias que le fueran adversas, tal y como ocurrió con el desorden ocurrido en la novillada efectuada el domingo 2 de mayo de 1909 y publicado en la edición de “El imparcial” de la ciudad de México, lo que motivó que el secretario general de gobierno del Estado de Michoacán, enviara una nota de extrañamiento al prefecto de Zamora y que éste contestara dando cuenta precisa de los disturbios ocurridos en la plaza de toros, por lo “manso de los toros comprados a los señores Jiménez de esta ciudad”, lo que motivó el descontento del respetable y por ende el principio de desorden que fue apaciguado de inmediato.

Si bien es cierto que documentalmente nos falta un buen tramo de los años de 1910 y 1911, no es difícil suponer que el reloj se instaló en los días en que se festejó el centenario, tal y como lo expresa quien vendió el reloj: Gustavo Lindacher, en carta dirigida al “Honorable Ayuntamiento de Zamora. Con motivo de las fiestas del Centenario, la Junta Organizadora en esa ciudad, celebró conmigo un contrato para adquirir un reloj público para la población. Como por el poquísimo tiempo de que se disponía para instalarlo originó que se hiciera con demasiada violencia, no se pudo tener todo el cuidado que se necesita en trabajos de esta naturaleza, y por esto mismo resultaron defectos en su funcionamiento; y no obstante de haber ofrecido a la Junta, que podían corregirse, no quiso ya admitir el contrato que teníamos celebrado y se trató de anularlo por estas causas injustificadas…Los defectos que tiene son sumamente fáciles de corregirse, es decir, me comprometo a dejarlo funcionando a entera satisfacción de Uds…Mis pretensiones al hacer el contrato de que he hecho mención, fueron únicamente acreditar la marca alemana y no obtener ganancia”. (Don Gustavo se refería a que el reloj era de la marca Schreiber, de la cual era él representante en la ciudad de Morelia) y en cuanto lo económico, don Gustavo expresaba: “El precio del reloj es de $2,100.00 (dos mil cien pesos) comprometiéndome a hacer nueva la instalación o a dejarla de manera que funcione con toda perfección el reloj, pero exceptuando los gastos que se tengan que hacer de albañilería… SEGUNDO.- El importe se pagará: entregando al recibir el reloj la tercera parte, y el restante en 12 (doce) mensualidades. TERCERO.- Me obligo y garantizo el perfecto funcionamiento del reloj durante cinco años, que es el mayor tiempo que puede dejarse sin limpiar, pero bien atendido por la calidad del material empleado y la clase de la máquina, es susceptible de durar funcionando a perfección más de cien años” (AMZ. Ramo secretaría. Exp. 66. Años de 1911-1912. Caja 53).

CONTRAOFERTA Y FINIQUITO.

Por su parte, el Presidente Municipal, Octaviano García, contesta en los siguientes términos a Gustavo Landacher: “PRIMERO.- El Ayuntamiento toma el relox que contrató la Junta organizadora de las fiestas del Centenario, siempre que su instalación y funcionamiento del relox sean perfectos y á satisfacción de este Cuerpo Municipal. SEGUNDO.- Que hecha la instalación debida y puesto el relox á funcionar perfectamente, el Ayuntamiento pagará á Ud. la suma de UN MIL QUINIENTOS PESOS como sigue: una tercera parte ó sean quinientos pesos al concluir la instalación; y la cantidad restante en partidas no mayores de ochenta pesos mensuales. TERCERO.- Que todos los gastos de instalación y funcionamiento del relox, serán por cuenta de Ud; y en tal concepto el Ayuntamiento no tendrá más compromiso que pagar los quinientos pesos en los términos expresados”. (ídem)

Entre dimes y diretes por el costo final del reloj, don Jesús Hernández, el alarife aquel que había participado en la construcción del Teatro Obrero, del hoy monumental Santuario Guadalupano y del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, entre otros, era el encargado de dirigir la obra de la caseta donde se alojaría el reloj público. Así, el 7 de septiembre de 1912, Octaviano García, presidente del ayuntamiento, libera la responsabilidad de Gustavo Lindacher y del comisionado de colocar la maquinaria del reloj, Juan Escuder, a través de acta levantada por el síndico de aquel entonces, el Lic. Manuel Vargas del Río…”Y que habiendo concluido el expresado señor Escuder la instalación de dicho reloj, fue recibida por este Ayuntamiento y hasta la fecha el funcionamiento de su maquinaria ha sido perfecto…”

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JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO

Jesús Alvarez del Toro, licenciado en Historia. Director del Museo de Zamora, Cronista de la ciudad de Zamora.

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