Terremoto y tragedia dejan al desnudo el juego de la diplomacia en Turquía y Siria

Bruselas.- Tan pronto como trascendieron las imágenes del devastador sismo al sur de Turquía y Siria, el gobierno sueco hizo a un lado sus diferencias con Ankara con relación a su candidatura a la OTAN para brindar apoyo a las víctimas de la tragedia. 

El lunes por la noche, en conferencia de prensa, el Ministro de Defensa Civil, Carl-Oskar Bohlin, el Ministro de Cooperación Internacional para el Desarrollo y Comercio Exterior, Johan Forssell, y la Directora General de la Agencia Sueca de Contingencias Civiles, Charlotte Petri Gornitzka, detallaron el contenido de la asistencia de emergencia. 

Teniendo de fondo la bandera sueca y de la Unión Europea, anunciaron con carácter inmediato la transferencia de 5 millones de coronas en ayuda humanitaria para Turquía y 2 millones más para Siria, dineros que llegarían a través de la Federación Internacional de la Cruz Roja. 

Al mismo tiempo envió personal especializado en manejo de agua, saneamiento, energía y logística, así como a tiendas de campaña y equipo de refugio temporal. 

“Una vez que tengamos una imagen más clara de lo que Turquía y Siria necesitan, estaremos listos para tomar decisiones sobre un mayor apoyo”, dijo el ministro Forssell, detallando que se trataba solo del apoyo inicial tras el pedido de ayuda internacional emitido por Ankara. 

El compromiso sueco sería reforzado en redes sociales por el Ministro de Exteriores Tobias Billström. Afirmó que utilizarán la presidencia semestral de la Unión Europea, la cual ostenta su país desde el inicio de año, para coordinar la ayuda colectiva dirigida a enfrentar el desastre. 

El llamado de auxilio turco y la generosidad sueca coinciden en un momento de deterioro de las relaciones bilaterales entre los países. El Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan ha venido bloqueando el pase de Suecia a la OTAN. 
Erdogan mantiene su veto sobre la membresía en represalia al rechazo de Estocolmo a extraditar supuestos miembros de movimientos kurdos, particularmente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán. 

Está por ver, si la ayuda exterior ante la destrucción ablanda al provocador Erdogan y permite que Suecia, junto con Finlandia, se adhiera a la mayor organización militar del planeta. 

La diplomacia no es ajena en tiempos de calamidad. Turquía y Siria son testigos de ello, mientras que el primero está recibiendo refuerzos de decenas de países, de Rusia a Ucrania y de Sudáfrica a México, el segundo se encuentra prácticamente abandonado a su suerte, particularmente la zona controlada por fuerzas rebeldes.  

La intervención internacional en tiempos de tragedia también suele generar expectativas de una nueva diplomacia para unas mejores relaciones, aunque las evidencias muestran que al paso del tiempo la esperanza suele desvanecerse.  
Un ejemplo de ello fue el destructivo sismo en Izmit en 1999, que se cobró unas 18 mil vidas. El terrible acontecimiento contribuyó en su momento a disminuir la tensión entre Atenas y Ankara, aliados en la OTAN, pero rivales por la partición de la isla de Chipre y la desconfianza.  

A pesar de las diferencias, Grecia envió equipos de emergencia, perros rescatistas y dos aviones de extinción de fuegos para sofocar las llamas en una refinería. La nación helénica también se sumó a los esfuerzos de reconstrucción. 


El trágico episodio de Izmit desembocó en una notable mejora de las relaciones, aunque la tensión no se evaporó por completo. Tras la calma, las diferencias entre los dos aliados militares brotaron nuevamente en el mar Egeo, prevaleciendo hasta el día de hoy. 

Otro caso es el del terremoto de Bam de 2003 con un saldo de 45 mil muertos. Estados Unidos respondió a las necesidades humanitarias de Irán con 10,5 millones de dólares transferidos a través de casi una docena de organizaciones no gubernamentales. En su momento se pensó que la catástrofe tenía el potencial de servir como catalizador de la reconciliación entre Estados Unidos e Irán, pero no fue el caso. 

El mismo desenlace tuvo el temblor que estremeció el centro de Taiwán en 1999 con un saldo de dos mil 416 muertos. China ofreció solidaridad y asistencia, 100 mil dólares en efectivo y 60 mil más en equipo de rescate, a través de la Cruz Roja nacional. En el contexto de la ayuda surgieron expectativas para una posible mejora en las relaciones, pero al final no condujo a resultados diplomáticos duraderos. La incertidumbre en el este de Asia persiste. 

La literatura relacionada al contexto de la diplomacia en tiempos de calamidad, sugiere que siempre hay la posibilidad de un resultado imprevisto; puede incluso terminar siendo solo un distractor de los problemas de fondo. 
Para que Suecia se adhiera a la OTAN los Parlamentos nacionales de los 30 países miembros deben dar su consentimiento. Queda pendiente el visto bueno de Hungría y Turquía. 

Para el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, el mundo hoy es más peligroso, de allí la importancia de la entrada a la OTAN de las naciones escandinavas. 

En junio los turcos van a las urnas para decidir si reeligen o no a Erdogan. La seguridad y el tema kurdo han sido centrales en la agenda del presidente durante el último mandato. 

En caso de suavizar su postura frente a Suecia, la adaptación de las fuerzas nórdicas a las estructuras militares de la OTAN sería prácticamente en automático. A pesar de no ser miembros, las fuerzas armadas Helsinki Estocolmo cumplen con los estándares de la Alianza. Desde hace años los Ejércitos interactúan, a través de entrenamientos, ejercicios conjuntos y estructuras integradas. 

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