Con estas palabras el Papa evangelizó a unos monjes budistas en el Vaticano

Discurso durante la audiencia a un grupo de monjes de la United Association of Humanistic Buddhism.

 (ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano).- Por la mañana del jueves 16 de marzo, el Papa recibió en audiencia en el Palacio Apostólico a una delegación de la United Association of Humanistic Buddhism. Se trata de una asociación taiwanesa, que es la China con la que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas (Taiwán o Republica Nacional de China es diferente de la República Popular de China, con la cual la Santa Sede no tiene relaciones diplomáticas).

Ofrecemos a continuación la traducción al español del discurso del Papa. En una parte en negrita de la traducción se evidencia el lenguaje y modo del Papa para hablar de Jesucristo a los monjes budistas.

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Me complace darles la bienvenida a ustedes, representantes del budismo humanista en Taiwán, y al delegado de la Iglesia católica. Vuestra presencia hoy atestigua el espíritu de amistad y cooperación que cultiváis como creyentes, firmemente enraizados en vuestros respectivos caminos religiosos. Nuestro encuentro se produce poco después del fallecimiento del Venerable Maestro Hsing Yun, Patriarca fundador del Monasterio de Fo Guang Shan. Conocido en todo el mundo por su contribución al budismo humanista, fue también un maestro de la hospitalidad interreligiosa.

Su visita, que ha descrito como una peregrinación educativa, es una oportunidad privilegiada para avanzar en la cultura del encuentro, en la que asumimos el riesgo de abrirnos a los demás, confiando en que descubriremos en ellos amigos, hermanos y hermanas, y así aprenderemos y descubriremos más sobre nosotros mismos. En efecto, al experimentar a los demás en su diversidad, se nos anima a salir de nosotros mismos y a aceptar y abrazar nuestras diferencias.

Una peregrinación educativa interreligiosa puede ser una fuente de gran enriquecimiento, ya que ofrece múltiples oportunidades para encontrarnos, aprender unos de otros y valorar nuestras diferentes experiencias. La cultura del encuentro tiende puentes y abre ventanas a los valores y principios sagrados que inspiran a los demás. Derriba los muros que dividen a las personas y las mantienen prisioneras de ideas preconcebidas, prejuicios o indiferencia.

Una peregrinación educativa a los lugares sagrados de una religión -como la que ustedes están emprendiendo- también puede enriquecer nuestra apreciación del carácter distintivo de su aproximación a lo divino. Las obras maestras del arte religioso que nos rodean en el Vaticano y en toda Roma reflejan la convicción de que, en Jesucristo, Dios mismo se hizo «peregrino» en este mundo por amor a nuestra familia humana. Para los cristianos, Dios, que se hizo uno de nosotros en la humanidad de Jesús, continúa conduciéndonos en una peregrinación de santidad, a través de la cual recuperamos y crecemos en nuestra semejanza con Él y nos hacemos así, en palabras de San Pedro, «partícipes de la naturaleza divina» (2 Pe 1,4).

A lo largo de la historia, los creyentes han creado tiempos y espacios sagrados como oasis de encuentro, donde hombres y mujeres pueden inspirarse para vivir sabiamente y bien. De este modo, contribuyen a una educación integral de la persona humana, implicando «cabeza, manos, corazón y alma» y llevándola así a experimentar «la armonía de la totalidad humana, es decir, toda la belleza de esta armonía» (Reunión sobre el Pacto Educativo Mundial «Religiones y Educación», 5 de octubre de 2021).

Tales oasis de encuentro son tanto más necesarios en nuestro tiempo, en el que «la continua aceleración de los cambios en la humanidad y en el planeta se combina hoy con una intensificación del ritmo de vida y de trabajo» (Enc. Laudato si’, 18). Esta realidad repercute también en la vida religiosa y en la cultura, y exige una adecuada formación y educación de los jóvenes en las verdades intemporales y en los métodos probados de oración y de construcción de la paz. Aquí es importante señalar una vez más que «las religiones siempre han tenido una estrecha relación con la educación, acompañando las actividades religiosas con las educativas, escolásticas y académicas. Como en el pasado, también hoy, con la sabiduría y la humanidad de nuestras tradiciones religiosas, queremos ser un estímulo para una renovada acción educativa que pueda hacer crecer en el mundo la fraternidad universal» (Encuentro «Religiones y Educación», 5 de octubre de 2021).

Queridos amigos, mi deseo es que esta peregrinación educativa os conduzca, guiados por el pensamiento de vuestro Maestro espiritual Buda, a un encuentro más profundo con vosotros mismos y con los demás, con la tradición cristiana y con la belleza de la tierra, que es nuestra casa común. Que vuestra visita a Roma sea rica en momentos de auténtico encuentro, que se conviertan a su vez en preciosas oportunidades para crecer en conocimiento, sabiduría, diálogo y comprensión.

Os agradezco vuestra visita e invoco sobre vosotros bendiciones celestiales. Gracias.

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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