Dr. Alberto Sahagún
CONSECUENCIAS DE LA OBESIDAD
La influencia nociva de la obesidad se deja sentir en todo el organismo, aunque en forma muy invariable de unos a otros sujetos.
- El sistema muscular estriado pierde tono y fuerza de contracción; y como el oeso tiene que soportar un peso excesivo, es fácilmente fatigable. De allí su actitud floja, laxa, pesada, parsimoniosa, tendiente al plácido reposo, a pesar de que puede resultar grotesca, poco vital.
- El aparato cardiovascular resiente gradualmente el exceso de peso. Obligado el corazón a movilizar un volumen mayor de sangre a través de una red más amplia, puede presentar desde los ligeros síntomas de palpitaciones, angustia precordial, etc., hasta los más graves de la insuficiencia cardíaca. Y, en el sistema periférico, las hinchazones, las várices, las úlceras, aun cuando no debidas a la pura sobrecarga grasosa, en el obeso adquieren caracteres de mayor gravedad y dificultad para su tratamiento.
- Del aparato respiratorio podemos decir otro tanto. La disnea (dificultad para respirar) es un síntoma mucho más frecuente en el obeso, la cual es producida por la mayor demanda de oxígeno y la laxitud o hipotonía (disminución de la fuerza muscular) de los músculos que intervienen en la respiración.
- El sistema nervioso, órgano vegetativo (visceral), y sistema de relación (psíquico), del obeso, adquiere ciertas peculiaridades que, aun cuando mal conocidas en su funcionamiento, puede sintetizarse de la siguiente manera: exagerada sensibilidad visceral, que se traduce con mayor sensibilidad al dolor, a las sensaciones de “vacío” de los órganos huecos (estómago, intestino) y a las necesidades fisiológicas de defecación y micción, etc.; urgencias alimenticias correspondientes al vaciamiento del estómago, con hambre y sed anormales, lo que crea un círculo vicioso; sensibilidad exagerada al calor, acompañada de sudoración fácil, laxitud muscular, mal humor, somnolencia, torpeza mental y muscular; sensibilidad al frío con reacciones exageradas como dolores viscerales, articulares o musculares; frente a cualquier agresión del medio ambiente, reacciones de temor, ansiedad y angustia mayores que las del sujeto normal; reducción del poder de atención que, junto con la hipotonía muscular y su habitual tendencia a las posturas más cómodas, lo hace dormir plácidamente en circunstancias inadecuadas; estridor (ronquidos) al dormir causado por la hipotonía de los músculos de la laringe; dificultad para la abstracción, concentración y síntesis.
- Emotividad y efectividad, enfermizos; prolijidad insubstancial; complejos psicosomáticos de inferioridad, que suele mostrar el obeso de dos maneras aparentemente opuestas: siendo “bonachón” o siendo iracundo, según sus conveniencias.
- Los obesos están expuestos a una serie de enfermedades metabólicas (de la nutrición) en mucho mayor proporción de los sujetos de peso normal, tales como: hipertensión arterial (alta Presión), diabetes, arteriosclerosis, gota, artritismo, etc.
- Cuando tienen que ser sometidos a una intervención quirúrgica, la sola gordura implica un riesto adicional que empieza desde las dificultades anestésicas y sigue hasta las infecciones y supuraciones del tejido grasoso y las eventraciones posteriores venidas por el mal sistema muscular y legamentario.
TRATAMIENTO
Algunas palabras acerca de las bases fundamentales para el tratamiento de los obesos:
Primera, y condición “sine qua non”: que el obeso reconozca su “Inferioridad orgánica” y desee curarse.
Segunda, y tan importante como la primera: que esté dispuesto a renunciar, por siempre, al exceso de alimentos. Es decir, tiene que hacer una reeducación psico-visceral permanente y definitiva.
Tercera, que tome los medios necesarios para llevar a cabo una alimentación bien balanceada.
Las tres premisas anteriores encuentran obstáculos prácticamente insuperables en la inmensa mayoría de las gentes de nuestro pueblo, donde se suman la incultura, la indolencia y la miseria.
SISTEMA DE ADELGAZAMIENTO.
NORMAS GENERALES
Una dieta para adelgazar, debe evitar todo exceso de alimentación y, en términos generales, debe ser individualizada y prescrita por el médico, teniendo en consideración cada caso particular.
Sin embargo, diremos que debe contener una cantidad suficiente de proteínas (contenidas en la leche, las carnes y huevos principalmente), ya que las proteínas son indispensables para el adecuado mantenimiento orgánico. Debe evitarse con cuidado y exceso de grasas que, gramo por gramo, contienen doble cantidad de calorías que las proteínas y los hidratos de carbono (azúcares, féculas).
Tomado de Revista Eclesiástica de Zamora, noviembre de 1955.
(En cuanto a un tipo de alimentación, de acuerdo a la edad y el peso de cada persona obesa, lo mejor es consultar a un médico nutriólogo. N. de la R.)