Conoce este interesante efecto de la sociedad mexicana en la que, con algunas excepciones, los roles de género aparecen en tus comidas favoritas
Los estereotipos por género aparecen hasta en la sopa, y no es sarcasmo. Muchos mitos se han creado conforme a los roles de género, poniendo al hombre como proveedor, cazador y quien maneja el fuego, mientras que a la mujer se le relegó a los adentros del hogar y al cuidado del mismo.
Estas creencias cuyos fundamentos han sido discutidos por académicas e investigadoras que aseguran que es imposible que las mujeres no hayan participado en cacerías de mamuts, por ejemplo, pues el número de personas era importante y, en un mundo donde la supervivencia era necesaria, no era antropológicamente creíble que ellas se quedaran en casa.
Un recorrido por la historia
En una serie documental de Netflix, “Cooked” se explica cómo comenzaron a relacionar distintas actividades culinarias al hombre y otras a la mujer. Pese a que el documental entero es un recorrido gastronómico sobre cómo la cocina se convirtió en un ritual que nos humanizó, también es un visor sobre las asociaciones que se hicieron desde entonces a los géneros.
Una de las premisas de este documental es que el fuego se asoció con lo masculino, mientras que el agua con lo femenino. De esto se puede extrapolar el por qué, en muchas familias es el hombre quien se encarga únicamente de las carnes asadas, cuando hay invitados y tiene que presentarse como el proveedor de alimentos y quien maneja los trabajos pesados como encender el carbón o manejar la carne.
Sin embargo, no gusta entrar a la preparación de otros platillos como las sopas, los caldos u otras recetas, dejando este trabajo a la mujer quien es dejada en la privacidad del hogar. Estos son estereotipos que se fueron arraigando y sirvieron para reforzar rituales basados en el género que no son sanos y, como es bien sabido, provocan discriminación, prejuicios y machismo al dejar a las mujeres, principalmente alejadas del espacio público.
El caso mexicano
De acuerdo con Alejandra López, el manejo del maíz y, por ende, la elaboración de tortillas, se concibió en su momento como la creación del ser humano para las culturas prehispánicas, de esta manera el mito giró en torno a que las mujeres en tanto su capacidad de generar vida, también podían manejar el maíz para hacer tortillas.
Por otro lado, la asociación de la carne con lo masculino, relacionado con el fuego y lo “sucio” se extrapola al manejo de los trompos de carne, creando así el mito de que se necesita fuerza y rudeza para ser taquero.
En este mismo sentido, la nixtamalización y la preparación de tortillas parece ser un arraigo femenino puesto que, muchas veces y según Brújula Global, es usual que las personas hayan aprendido a hacer tortillas por sus abuelas o madres. De esta manera, puede que un sentido de clase influya cuando se entiende que este proceso de cocina tradicional es un arte sostenido por las mujeres, frente a la cocina “profesional” que está comúnmente protagonizada por hombres.
Un cambio necesario
Estos mitos, estereotipos y convencionalismos sociales parecen estar cambiando conforme la sociedad avanza a un lado más igualitario de la mano de la emancipación femenina y el relego de los clichés masculinos. Hay taquerías nocturnas como “Las muñecas” donde las mujeres son quienes se encargan de preparar los tacos de todo tipo, argumentando que los tacos no tienen género.
También está el caso de Oaxaca donde cada vez más puestos de quesadillas son manejados por algunos hombres que se encargan de manipular la masa para tlacoyos y sopes, mientras que las mujeres son quienes preparan, cocinan y manejan la carne.
Estos rasgos, aunque parecen insignificantes, han servido para naturalizar las diferencias de género y los estereotipos dentro y fuera de los hogares y las cocinas. Te invitamos a reflexionar sobre este y otros temas relacionados con el género, la gastronomía y la sociedad.