Segundo Simulacro

    La marcha del pasado domingo en el Zócalo y  terminales de avenidas adyacentes de la ciudad de México fue multitudinaria, formada no sólo por la clase media sino por elementos de todos los sectores de la sociedad. Ejemplar, ver el desfile voluntario, sin regalos de nada, ni siquiera el del pago de un boleto del metro o de un autobús, sin torta de colación caminando a pie hacia el centro, a pleno sol, movidos por un solo motivo, la defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), garantía de una elección libre de funcionarios públicos, amenazado de su destrucción por el plan B de leyes complementarias de reforma electoral, propuesta por el presidente AMLO, aprobadas por el Congreso de la Unión.

   Más al fondo, se trata de una segunda marcha –la primera fue el pasado 13 de noviembre–  en defensa de la democracia, que se ve amenazada por el presidente autócrata, que ha ido desmontando, paso a paso, instituciones creadas para equilibrar el poder, como han sido entidades autónomas, y ahora trae entre ojos el poder judicial, la Suprema Corte de Justicia de la Nación.  En la misma línea van las atribuciones otorgadas a las fuerzas armadas que exceden su competencia.

      La idéntica marcha, en el mismo día, tuvo lugar en más de 100 de las ciudades principales del país.

      Finalmente, la concentración puede verse, más que todo, como un segundo simulacro rumbo a la próxima elección presidencial de parte de la oposición, que resultó, como el primero, igual y aun mejor. El pueblo se está politizando. Va salir a votar.

  Significativo, el hecho de que la marcha haya tenido réplicas en varios países del mundo.      

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NOTA DE LA REDACCIÓN

 

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