Alejandra Puente
A tres años de la pandemia por Covid 19, podemos tener una evaluación más precisa de las afectaciones que nos dejó el confinamiento. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el número de llamadas de emergencia relacionadas con la violencia familiar en México aumentó un 33% durante la pandemia en comparación con el mismo periodo del año anterior.
No podemos ignorar que todas estas circunstancias son una bola de nieve que crece. Las personas que vivimos en la Ciudad de México vivimos todos los días bajo una cantidad de estrés difícil de suprimir debido a que las necesidades laborales de la mayoría implican vivir la ciudad con todas sus complejidades. Por ejemplo, la frustración de viajar en un trasporte público que no cuenta con las condiciones dignas que necesitan los ciudadanos.
La falta de salud mental en los habitantes de la Ciudad de México puede tener consecuencias graves y generalizadas en la vida de las personas y en la sociedad en general. Tanto en la vida laboral como la vida en familia, sin ignorar que es un factor determinante el aumento de la violencia: La falta de salud mental puede aumentar la probabilidad de que una persona experimente violencia o que sea violenta con otros. Los trastornos mentales pueden aumentar la probabilidad de comportamientos impulsivos, agresión y otros comportamientos de alto riesgo.
Las personas son víctimas de sus circunstancias, la falta de salud mental puede tener consecuencias negativas significativas en la vida de las personas y en la sociedad en general. Es importante abordar la salud mental para asegurar que los habitantes de la Ciudad de México puedan vivir vidas saludables y satisfactorias.
Sin duda el gobierno de la Ciudad de México podría implementar para abordar el problema de la salud mental. Aumentar el presupuesto para la salud mental incluyendo la contratación de más profesionales de la salud mental y la creación de clínicas y centros de atención. Fomentando el desarrollo programas de prevención y promoción de la educación sobre la salud mental pero sobre todo debería facilitar el acceso a los servicios de salud mental mejorando el acceso a los servicios de salud mental para todos los ciudadanos, independientemente de su capacidad de pago o ubicación geográfica.
No podemos ignorar que hoy, la atención médica en términos de salud mental es sobre todo un privilegio. Cómo se puede atender un problema de esta magnitud si no se logra penetrar en él desde la raíz y la accesibilidad.
En el futuro inmediato, necesitamos una sociedad que pueda tomar estos servicios de manera fácil pero cómo lograrlo si la necesidad no está siendo una prioridad. Quizás el primer eslabón será poner sobre la mesa estas problemáticas y comenzar a atenderlas sin importar la posición geográfica ni condición social. Las y los ciudadanos merecemos una atención digna a nuestra salud mental dentro y fuera de esta gran Ciudad.