Lucha de María, madre buscadora, hace eco en el mundo

A 15 años de la desaparición de sus cuatro hijos, la labor de María resuena en medio internacional; es indignante que autoridades no actúen para frenar la crisis de violencia en el país, lamenta

El eco del grito de indignación que María Herrera Magdaleno lanzó el día en que sus cuatro hijos fueron víctimas de desaparición forzada por fin ha resonado. Ocurre 15 años después, con el reconocimiento de la revista TIME, que este año la coloca como una de las 100 personas más influyentes del mundo por su labor como madre buscadora y activista.

Sin embargo, a la señora Mary le sabe agridulce el galardón porque ninguno de los tres líderes del Poder Ejecutivo, a quienes ella confrontó para conseguir justicia, consideraron siquiera escucharla, ofrecerle una mano solidaria, una botella de agua para sus búsquedas o encender una luz de esperanza en el camino que sigue a diario, fosa tras fosa, para hallar a sus muchachos, Raúl, Jesús, Luis y Gustavo.

“Es una bendición que desde otros lugares del mundo estén volteando a ver la realidad en México para las familias que buscamos a nuestros desaparecidos, pero nos duele mucho, nos indigna, y a mí me parte el alma que en nuestra tierra no se mueva un dedo para detener la crisis de violencia que ya está fuera de control”, asegura a punto de romper en llanto.

La mujer de 73 años dio a luz a ocho hijos, cuatro desaparecieron en el marco de la guerra contra el narcotráfico durante el sexenio de Felipe Calderón.

Como si el crimen hubiese ocurrido hace un par de horas, María Herrera Magdaleno recuerda a detalle sus pérdidas: en 2008, en Atoyac, Guerrero, el crimen organizado le arrebató a Jesús Salvador y a Raúl mientras realizaban un viaje para comprar o vender oro.

“Y como si los delincuentes supieran que el dolor de esa primera pérdida no fue suficiente o el más grande de mi vida”, dice en medio de un suspiro profundo, dos años después, Gustavo y Luis Armando tuvieron el mismo destino durante un viaje rumbo a Vega de Alatorre, en Veracruz, también con fines de continuar con su negocio de comercio de metales.

Desde entonces, el corazón de esta madre no alberga otro deseo más que volver a abrazar a sus hijos y, de paso, ser un factor de cambio en “una sociedad mexicana ahogada en indiferencia” frente al dolor de las víctimas del crimen organizado.

María Herrera asegura que desde los primeros días de la desaparición de sus hijos supo que tendría que hacer una labor de averiguación titánica, empezando por las investigaciones penales, periciales y el trabajo de campo, pues ni las autoridades locales ni las federales actuaron luego de sus denuncias.

Reconoce que la valentía se la dio el respaldo de su familia, quienes la apoyaron a dar el primer paso en la investigación. Así, aprendió de forma autodidacta sobre el uso de la pala, el pico y la aguja y salió en búsqueda de respuestas a recorrer los caminos que sus hijos pisaron.

Su primer acercamiento con la defensoría de derechos humanos, lo hizo acompañada del resto de sus hijos en 2011, cuando participaron en la conformación del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

En representación del grupo, María Herrera Magdaleno sostuvo un diálogo con el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa. Lo cuestionó y le dio testimonio sobre las atroces consecuencias que su estrategia contra la delincuencia estaba generando, pero la reunión sólo extinguió su fe en las autoridades.

“No importan los colores. Tres gobiernos han sido testigo de mi lucha y no tengo una sola pista que me lleve a mis hijos… Como yo, ya son más de 100 mil familias las que no podemos darle sepultura o llorarle a una osamenta aunque sea, porque para los gobiernos a nuestros desaparecidos se los tragó la tierra y nadie sabe nada o no quieren saber nada”, pronuncia con rabia.

Así, ante negligencias, omisiones y corruptelas, de los niveles local y federal, en 2013 formó el grupo de rastreo Familiares en Búsqueda María Herrera.

Un año después, para continuar con el apoyo a víctimas de la crisis de desapariciones, impulsó junto a su familia la conformación de la Red de Enlaces Nacionales (REN), que hoy en día la conforman 192 colectivos de buscadores en todo el país.

“La primera brigada se dio con 40 personas, en la segunda 230 y así ha ido creciendo… Me alegra que en este camino de dolor las madres nos abracemos, pero me duele profundamente que desde que empecé mi lucha no haya día en que una familia no sienta el dolor de perder a un miembro.

“No me quiero morir sin al menos dar una luz al caso de mis hijos. Sé que probablemente tuvieron un destino fatal, pero no me voy a ir de este mundo sin haberles hecho al menos un poco de justicia”, sentencia firmemente.

Por este motivo, con el acompañamiento del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), presentó el año pasado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) una demanda contra el Estado mexicano por las violaciones a los derechos humanos que han sufrido ella y su familia.

Asimismo, expuso ante organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que el gobierno de México se ha mostrado incompetente en su actuación ante el pico de desapariciones que se registran actualmente.

“Este reconocimiento que me da un medio internacional no es sólo a mi caso, es al de todas las madres, hermanas, hijas y familiares que buscan a sus desaparecidos, e incluso para toda esa gente solidaria que nos acompaña; es el grito de indignación que por primera vez se escucha en unos oídos que no son sordos para la causa abandonada que [los gobiernos] simulan atender”, subraya la activista.

“En este país no hay quien busque a los delincuentes, no hay quien busque a nuestros desaparecidos, lo estamos haciendo nosotras y ahora más que nunca es importante no soltar esta lucha, mostrarla en cada espacio porque nosotros tenemos el corazón, la empatía y, tristemente, la responsabilidad de detener una masacre que empezó con la guerra contra el narcotráfico”.

Al ser la segunda madre buscadora en recibir un reconocimiento internacional de este tipo, María Herrera Magdaleno sabe cobijada su lucha.

“Apelemos al corazón de quienes representan estas nobles, pero muy dolorosas causas. El gobierno nos tortura, sí; la situación nos rebasa a grandes pasos, sí, pero nuestra empatía nos está impulsando y si no soy yo, con estos resultados, otras madres darán digna sepultura a sus hijos”.

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